¿DE QUÉ HA SERVIDO EL REFORMISMO, LA SOCIALDEMOCRACIA O EL SOCIALLIBRALISMO EN ESPAÑA?

ANTECEDENTES
Pedro Pascual
Sin duda alguna vamos hablar en
próximos artículos sobre el tema que da título a estos – aunque en
cierta medida creo que ya hemos empezado hacerlo -, tanto en lo referido
al PSOE, como especialmente, puesto que es lo que más puede interesar a
los lectores del La Mancha Obrera, al PCE – y en cierta medida al
sindicato CC.OO y al movimiento político de Izquierda Unida.
Pero en ningún caso debemos ser
ingenuos, y posiblemente los más mayores no lo serán, y culpar a los de
ahora de los males sembrados ayer o más bien creer que la actual
situación de la clase obrera y de las organizaciones obreras es a causa
de los cambios ideológicos y estratégicos acontecidos hace cinco o diez
o quince o veinte años. Es decir, que siguen pasando los años y
seguimos dando vueltas sobre el mismo viejo problema, y esta permanencia
en el tiempo es indicativo de que la clase obrera no ha sabido darle
solución, y de ello se han aprovechado la clase dominante. Sin olvidar
nunca, que no solo ha sucedido aquí, en el reino de España, sino en toda
Europa.
Tras lo dicho por mí, permitirme de nuevo citar a Manuel Sacristán, en unas palabras referidas a CC.OO[1]:
“[...]ha pasado desde ese ambicioso
movimiento socio-político que tenía que incorporar una concepción
revolucionaria desde el taller hasta el Estado, ha pasado de eso a
firmar pactos de solidaridad nacional, como los acuerdos de la Moncloa
del año 1978, es decir, a practicar una política sindical estrecha, de
pura defensa de la crisis, de defensa además de lo más elemental y
aceptando criterios, categorías y puntos de vista que parten de la base
del respeto a las compatibilidades del sistema, aceptando los criterios
capitalistas corrientes acerca de la conservación de puestos de trabajo
en la crisis, etc. Por eso digo que quizá la evolución de CC.OO sea el
ejemplo mas espectacular de involución, de la degradación del
sindicalismo de izquierda en Europa[...]
Palabras dichas en 1983 y en que en
ocasiones son muy similares a la crítica que desde La Mancha Obrera se
hacen en la actualidad al sindicato dirigido por Ignacio Fernández Toxo.
Y siguiendo el mismo camino se encuentran las siguientes palabras[2]:
“Marcelino Camacho tiene razón al
advertir al presidente del gobierno que una política de concesiones a
los patronos contra la clase obrera (incluida una represión a veces
sangrienta de los movimientos de ésta) puede abrirle camino al fascismo.
Pero a la dirección de CC.OO se le podría recordar, casi en el mismo
tono, algo que, aunque menos grave, se parece un poco a eso: una
política de pactismo politicista fundada en que “había que posponer la
solución de las tensiones sociales a la construcción de la democracia”,
política que se sirvió con mentiras o ingenuidades tan grandes como la
de decir a los trabajadores que una patronal que se negaba a pagarles un
salario decente (que es lo menos) iba a permitirles intervenir en la
política empresarial (que es lo más) – y ese cuento se contó a los
obreros para justificar los pactos de la Moncloa – difícilmente puede
conseguir que se tome en serio el reciente intento de Camacho de
recuperar la vieja originalidad de CC.OO., cuando dice “Estamos creando
un tipo de sindicalismo nuevo, que entronca con el carácter
sociopolítico del sindicato”. Comisiones Obreras fue un movimiento
sociopolítico; todavía hoy es una fuerza anticapitalista considerable,
quizá la principal que queda en España; pero arrastra ya el lastre de
dos pactos sociales desorientadores de los trabajadores y el estigma de
ser un sindicato subvencionado oficialmente. La entusiasta inserción de
CC.OO en la “transición”, prefiguraba ya un conformismo que, al chocar
con la tradición del sindicato, tenía que dar lugar a incoherencias.
¿Se lo tiene, entonces, merecido todo la dirección de CC.OO? Mucho sí tiene merecido, pero quizás no todo.”
¿No seguimos acaso erre que erre con
CC.OO, esperando que regrese a un ayer cada vez más lejano en el tiempo?
Y lo que nos ha de parecer más interesante a nosotros en estos momentos
¿de qué le ha servido a la clase obrera tanta concesión, tanto
pactismo, tanto cambio ideológico que ha progresado con el paso de las
décadas hasta sobrepasar límites inimaginables? ¿Quién ha ganado con
ello?
Y para finalizar estas últimas palabras del filósofo marxista dichas en 1985[3]:
“[...]mirad de todas maneras, un
poco autocríticamente, qué pasa en este país: en este país pasa que no
queda marxismo revolucionario más que en unos cuantos, pocos, partidos
muy minoritarios, y una veintena, treintena de colectivos marxistas
radicales. Y ya está. Los grandes partidos obreros de toda la vida de
este país, quién diría hoy que tienen una posibilidad de recuperación de
marxismo revolucionario. Creo que habría que ser muy optimista para
creerlo[...]”
Y en estas palabras sigue estando la clave sobre lo que vamos a reflexionar en los siguientes artículos
[1]La situación del movimiento obrero y de los partidos de izquierda en la europa occidental. Conferencia que se encuentra en Seis Conferencias. Manuel Sacristán Luzón. Edicción Salvador López Arnal. Editorial El viejo topo. 2005.
[2]¿Realmente fueron tan malos los telegramas de CCOO? Manuel Sacristán Luzón, artículo de 1984 publicado en la revista Mientras tanto. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=113659
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