The People are too big to fail
Una de las consignas de Occupy Wall Street
La erupción del volcán Krakatoa es un fenómeno natural. Las crisis económicas y sociales no. No es momento para sentirse impotente ante fuerzas incontrolables. Si no de indignarse frente a un sistema alimentado por el motor de la ganancia, que destruye las condiciones sociales y ecológicas de la vida.
Necesitamos el socialismo, y no sólo por la redistribución de las riquezas, la justicia, la solidaridad y la paz. Queremos ir más lejos, ir hasta el final. Necesitamos un socialismo integral, con democracia, participación, libertad, seguridad, desarrollo sostenible, creatividad y bienestar.
La política actual no ofrece ninguna perspectiva en todos estos áreas. Es una tragedia. Sin puerta de salida a la crisis, el capitalismo juega con su último comodín en el mercado: ganar tiempo. Ganar tiempo a costa de las dos fuentes de bienestar: el trabajo humano y la naturaleza.
¡El mundo del mañana! ¿Qué futuro prometer al país? ¿Cómo usar nuestra imaginación e inteligencia para diseñar el mundo del mañana más allá de la densa bruma de la crisis actual? ¿Cómo liberar la sociedad y la naturaleza de las garras de una oligarquía financiera e industrial?
El debate político actual se basa a menudo en las diferencias de opinión entre personas que comparten puntos de vista muy similares. Todas las partes aceptan los dictados de la Unión Europea. Sólo se diferencian en la velocidad y fuerza con la que implementar las medidas. Las voces son unánimes a la hora de aceptar el capitalismo como el único horizonte y alternativa. Pero se niegan a toda costa a abrir un debate fundamental en la sociedad.
Necesitamos imaginación y debate, mucho debate. Con la palabra en primer lugar podremos cumplir con nuestro deber, el deber hacia las futuras generaciones. Anticipando el mundo del mañana, ya estamos participando en su realización. Abramos la discusión, señalemos las pistas, vamos a hablar. Yo no tengo una receta preparada para esta nueva sociedad, que sólo se podrá construir con todos los proyectos y fuerzas positivas. Y negando a todas las fuerzas destructoras.
El socialismo 2.0 deberá partir de la dimensión humana. Garantizar las cosas que importan. Por ejemplo, un empleo adecuado, tiempo libre para relajarse y prosperar. Una atención médica adecuada. Una educación integral que estimule en vez de excluir. Una pensión decente a una edad apropiada. Una vivienda digna y asequible. Un ambiente seguro. Bancos que gestionen los ahorros de manera correcta. Una verdadera participación ciudadana en los barrios para establecer las prioridades de la sociedad. Un sistema de justicia que proteja a todos. Los mismos derechos y oportunidades a hombres y mujeres. La libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de reunión. La libertad de conciencia, la separación efectiva entre Iglesia y Estado. Una economía en armonía con la naturaleza, que no agote los recursos de nuestro planeta.
Ser humano es estar constituido por aspectos particulares. Ser humano es ser la causa de la creación de cosas nuevas, pensamientos, conceptos, formas, palabras, acciones para llevar al hombre más alto y más lejos.
Para soñar la sociedad del mañana, tenemos que atrevernos a ir más allá de los límites del pragmatismo cotidiano.
No podemos vivir juntos quedándonos solos en nuestro rincón. Reflexionar sobre la sociedad del mañana tampoco se hace solo. El debate está abierto, yo sólo puedo indicar algunas pistas y estimular así el debate. Pongámonos juntos a reflexionar sobre lo que debería ser nuestra sociedad para dar sentido a nuestra lucha, para tener una columna vertebral que articule nuestro compromiso diario. En Prioridad de izquierda –NdT: anterior libro del autor-, traté de dar un primer paso para mostrar cómo la participación popular, la tecnología, la ecología, la economía y la planificación podrían tener lugar en una sociedad socialista. Un debate abierto, que, en mi opinión ha ganado en actualidad. Por eso para concluir este libro quiero entrever otra serie de pistas sobre esa nueva sociedad: las relativas a la democracia, la emancipación, la igualdad, la seguridad, la salud, la libertad y el desarrollo sostenible.
Gobierno de tecnócratas, la democracia en manos de los responsables de la crisis
En el mejor de los casos, la democracia se reduce a una actividad banal de mercado liberal. “Votar” es como “ir al mercado”. La gente no participa en el poder. No están involucrados en las decisiones políticas. Son considerados como meros consumidores de política. A intervalos regulares, se inicia la competición entre los grupos políticos, con la ayuda de especialistas en comunicación, se venden en el mercado con grandes dotes de publicidad, buscando vender su elixir de juventud y otras curas milagrosas. A esto se le llama elecciones.
El clímax se alcanza en los Estados Unidos. En las elecciones presidenciales de 2012, las normas de financiación de las elecciones se relajaron aún más. Según estimaciones, los gastos de los candidatos para sus campañas llegarán a seis mil millones. En la sociedad anónima Estados Unidos S.A., la riqueza es el factor determinante del poder. Mientras que la mitad de los niños estadounidenses viven con cupones de alimentos y el país cuenta con más de catorce millones de parados, son los miles de millones de los lobbies armamentísticos, las grandes petroleras y los laboratorios farmacéuticos quienes decidirán cuál de ellos será el mejor presidente para defender los intereses privados de los ricos accionistas. El dinero sustituye a la reflexión, la publicidad invade los programas de televisión, la plutocracia sustituye a la democracia.
Pero incluso esta democracia liberal de mercado sufre una enorme presión. En Prioridad de izquierda, describí cómo Robert Edward Rubin dejó el famoso banco Goldman Sachs en 1993 para convertirse en ministro de Finanzas de los Estados Unidos. Como ministro, Rubin desarrolló la “Ley de Modernización de Servicios Financieros”, que permitió a los bancos utilizar a su antojo el dinero de los ahorradores para hacer inversiones en bolsa. Rubin eliminó las barreras entre bancos y cajas de ahorros. El gran vencedor de esta ley era… Goldman Sachs. Pero diez años de especulación más tarde, el banco de inversión estaba al borde de la quiebra. El gobierno de EE.UU. tuvo que intervenir y llamó a Henry Merritt Paulson, el Ministro de Hacienda, con más de treinta años en su haber en… Goldman Sachs. El plan propuesto por Paulson, en 2008, preveía que las autoridades pudiesen comprar “ilimitada” y “discretamente” todos los créditos podridos. No se tomaron medidas para comprobar las maniobras de los banqueros. Se obstruyó todo. Acto seguido, los beneficios comenzaron a incrementarse, distribuyendo nuevamente enormes bonificaciones.
En este libro, describí cómo Mario Draghi, vicepresidente y managing director -director gerente- de Goldman Sachs International, había falsificado las cuentas del Estado griego y cómo, entonces, fue solicitado por el dúo Merkozy para tomar la dirección Banco Central Europeo.
En Italia, el mundo financiero e industrial dio la bienvenida a la llegada de otro “Super Mario”, Mario Monti. Este economista fue asesor de banca durante los últimos seis años en… Goldman Sachs. Un banquero que debe “salvar” a Italia. Monti recibió de inmediato asesoramiento de los grupos industriales de la bota. “Tenemos que suspender algunos de los principios democráticos durante dieciocho o veinticuatro meses, de modo que se pueden tomar decisiones difíciles”, explica un ejecutivo de empresa italiano en el diario Financial Times. También fue banquero quien llegó al trono de Grecia, Lucas Papademos, el gobernador del Banco Central de Grecia durante los años en que Goldman Sachs ocultaba el déficit del país mediante diversas transacciones financieras sospechosas. Incluso la revista Trends encuentra la maniobra exagerada “una de dos: o bien Lucas Papademos no sabía nada de esta farsa de los números, y por tanto sus competencias deben ser seriamente cuestionadas. O bien lo sabía, y en este caso su colaboración activa en el fraude a gran escala involucra a su credibilidad e integridad. Parece difícil determinar cuál de estas dos opciones debe generar mayor preocupación.”
El “Gobierno Sachs” es casi un concepto consagrado en la prensa financiera. Paulson, en los EE.UU., Draghi en el BCE y Monti en Italia: ¿se nos puede explicar quien ha nombrado a estos banqueros? Su propio banco estaba prácticamente en bancarrota y tuvo que ser rescatado con fondos públicos, y ahora se sientan en posiciones clave para… superar la crisis bancaria.
También podríamos hablar de la Unión Europea de hoy en día como una “Gobierno Round Table“. El proyecto europeo ha sido diseñado por la Mesa Redonda de Industriales, lo que nos han llevado a la actual gestión económica autoritaria. Y ahora, uno de esos industriales explica a sangre fría que la mejor solución es “suspender la democracia durante dos años.” Es lo que se declara hoy en día sin rodeos. Por ejemplo, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, diario alemán de referencia, escribe: “dentro de poco tiempo, Grecia se convertirá, de facto, en una democracia limitada. Los griegos pueden elegir lo que quieran, pero eso no cambiará gran cosa.”
La democracia es para la élite, constata el politólogo Michael Parenti: a democracy for the few. Democracia para el “1%” como escribe una consigna del movimiento Occupy Wall Street. Y este “% 1″ está formado por instituciones financieras, por gigantes industriales, algunos políticos y tecnócratas. En la revista Newsweek, el periodista de investigación David Rothkopf describe la élite del poder estadounidense como un grupo de sólo seis mil individuos, empresarios, políticos y funcionarios por igual, una “clase alta”, que hace y deshace para que la administración pública haya llegado a ser una administración privada”
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Las agencias de calificación crediticia del establishment han reducido la democracia a un simple estado de bono basura, de baratija con la que nada se puede hacer en tiempos de crisis. Se emprende la dirección de gobiernos de gestión, de tecnócratas y ministros no elegidos, de poderes especiales, de suspensión temporal de la democracia. Poner las riendas en las manos de aquellos que causaron la crisis es la propuesta más antidemocrática y más estúpida posible. Incluso han acuñado un término: “Un gobierno de tecnócratas.” Como si estos tecnócratas, banqueros y jefes de empresa hubiesen demostrado ser expertos en el campo de la sociedad.
Desprendiendo absoluta frialdad o más bien cinismo, el periódico británico Daily Telegraph publica esta broma que da la vuelta al mundo financiero – llega hasta el gabinete del Primer Ministro británico -: “en lugar de ayudar a pagar la deuda griega Alemania haría mejor financiando un golpe de estado griego. Esto resolvería el problema de inmediato, porque los países con una junta militar no pueden ser miembros de la Unión Europea.” Esta especie de broma de mal gusto debe interpretarse como una carta de amenaza, dice la revista americana Forbes, que no es para nada una publicación insignificante dentro de la prensa financiera. “Lo que es triste, o amargo si se prefiere, sobre el chiste, es que si ignoramos el pequeño problema de ser una dictadura militar, en realidad sería una buena solución para los problemas griegos.»
Reconquistar la democracia
La historia ha llegado a un punto en que disponemos de tales conocimientos, tecnologías y capacidades organizativas que podemos establecer metas impensables en el pasado. Podemos erradicar la pobreza, la guerra, las enfermedades. Hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero obviamente, no suficiente para satisfacer la avaricia de rendimiento de los ogros que acumulan increíbles riquezas.
Recuperar la democracia sobre esta élite será una de las tareas más importantes de socialismo 2.0. Sólo será posible tocando la base económica de su poder. El capitalismo ha creado la ilusión de que la economía sólo concierne al dinero. Es un aspecto importante, pero la economía debería funcionar más bien de acuerdo a las necesidades de la gente, de hoy y de mañana. Dado que los recursos son limitados, hay que elegir. Eso es la economía. Tener voz en estas elecciones fundamentales, eso es democracia. De manera que democracia y economía están íntimamente entrelazadas.
Hoy en día, la “clase alta” de la élite toma decisiones desastrosas. Esta élite priva al hombre de su trabajo y de su participación, priva a la naturaleza de su fuerza de recuperación. La priva hasta el infierno. ¿Qué hacer?
No tenemos más remedio que privar a los gigantes financieros e industriales de los “derechos naturales e inalienables” que hoy ponen por delante. Debemos detener la privatización para hacer de los sectores públicos las arterias de nuestra economía, para dar realmente voz y participación a la gente, para orientar la sociedad hacia objetivos públicos y ecológicos. La democracia de mañana comienza con la expropiación de los protagonistas de las privatizaciones.
La participación real es imposible sin otra gestión de sociedad. Con una economía que parta de las necesidades de la población y del planeta. Y una de esas necesidades, es el tiempo. Para detener esta loca carrera de la vida cotidiana y del estrés. ¿Cómo encontrar trabajo? ¿Cómo garantizar el cuidado de mis padres ancianos? ¿Cómo pagar las cuentas del hospital para mis hijos? ¿Y mis facturas de gas y la electricidad? ¿Podéis callaros que tengo que levantarme mañana a primera hora para ir a trabajar?
El socialismo 2.0 debe liberar tiempo. Si los derechos humanos colectivos están garantizados, independientemente del grosor de la cartera, no habrá preocupaciones sobre la educación, la vivienda, la atención a la salud y las pensiones. Si la sociedad retoma el control de los avances tecnológicos y la ciencia, la informática y la robótica se utilizarán para reducir la carga de trabajo y limitar su duración. De modo que habrá más tiempo para un desarrollo cultural general, haciendo que el “aprendizaje durante toda la vida” no sea sólo un eslogan, sino una posibilidad real. Y todos tendrán tiempo para participar realmente en las decisiones. La gente ya no serán meros votantes que acuden a las urnas o consumidores de política, si no que estarán realmente involucrados en el manejo de la vida pública.
Si los bancos y las actividades financieras se utilizan para servir a la economía real, y en función de las necesidades de las personas y del planeta, las prácticas especulativas y la usura van a desaparecer. Y las nuevas tecnologías ofrecen medios suficientes para la vigilancia de los grandes equilibrios. El equilibrio entre los distintos sectores, entre el consumo y la inversión para la innovación y la productividad, entre economía y ecología, así como entre regiones con recursos naturales y alta capacidad de transporte (puertos…), y las otras. Lo que permitiría pasar de una Europa de la desigualdad hacia una Europa de la solidaridad. Podrían aparecer otros indicadores aparte del producto interno bruto: un indicador de las necesidades básicas de cada uno, otro del nivel cultural, otro de las interacciones con la naturaleza, del desarrollo sostenible. Siempre con las palabras de Einstein en mente: “No todo lo que puede ser contado cuenta, y no todo lo que cuenta puede ser contado.”
Nuevas formas de democracia
¿Cómo podrían tener las personas un mayor control sobre sus condiciones de vida, trabajo, vivienda? ¿Cómo pueden ser realmente dueños de sus opciones de vida? Serán necesarias nuevas formas democráticas para lograr este objetivo.
Respecto al Parlamento, implica, por ejemplo:
- Un Parlamento que establezca el presupuesto no a partir de los dictados de cualquier Comisión europea, sino si no a partir de los propios parlamentarios, que deberían rendir cuentas con regularidad a las personas de su distrito electoral o de su empresa .
- Parlamentarios que no tengan una nómina de diez mil euros, si no un ingreso promedio y que vivan entre la gente que realmente se supone que representan.
- Garantizar que el Parlamento se convierta en un espejo de la población y que no sólo esté compuesto de notarios y abogados, si no de diputados que desempeñen un trabajo normal en todos los sectores de la sociedad y que dediquen parte su tiempo libre a su trabajo parlamentario.
- Para garantizar una mayor participación de la sociedad en las decisiones políticas, los parlamentarios se tomarán el tiempo necesario para asistir a las reuniones de los barrios y las empresas. Los diputados deberían ser revocados en caso de enriquecimiento personal, corrupción o abuso de poder. Los que escriben las leyes no sólo deben practicarlas, si no rendir cuentas ante el pueblo.
A nivel local, y en los lugares de trabajo, la organización democrática es crucial igualmente. Los mismos principios de participación activa, de rendición de cuentas y de control deben estar a la orden del día. En el ámbito local o de empresa, el debate debe centrarse en el control de las autoridades a dicho nivel. Pero, una o dos veces al año, deberían celebrarse debates sobre temas nacionales como el presupuesto del Estado.
Para hacer la participación en política lo más amplia y diversa posible, las organizaciones sindicales, grupos juveniles, organizaciones ecologistas, asociaciones de mujeres y de consumidores también deben participar. Dichas medidas serán necesarias si queremos diseñar una nueva democracia.
Emancipación y educación
Las personas que ignoran los más rudimentarios conceptos de electricidad, energía, computación y robótica, que no tienen idea de lo que se puede hacer con la química, la bioquímica o la agricultura, sólo pueden tener una visión limitada del mundo. Como aquellos que no tienen nociones de historia, geografía, economía, derecho, idiomas y cultura.
El socialismo 2.0 podría proponer un programa de enseñanza politécnica de base hasta los 16 años, para que todos tengan una buena base de cultura general, conocimientos técnicos y científicos y desarrollo de las habilidades deportivas y culturales. De manera que todos los jóvenes puedan mostrar sus talentos y habilidades.
El capitalismo incita a apartarse a codazos, fomenta el arribismo, el éxito individual, el placer inmediato en el consumo. El socialismo se basa en otros valores y otras normas. Deben garantizarse haciéndolos socialmente accesibles. La responsabilidad personal ya no es una contraseña que deja luchar a las personas en la selva del mercado. La responsabilidad personal y el compromiso pueden ser una respuesta a la sumisión y el fatalismo, y el camino concreto hacia una ciudadanía activa. Una educación socialista permite enseñar nuevos valores. No el del consumismo de una cultura estandarizada, si el del amor por el arte y la creatividad. La solidaridad frente al individualismo, la cooperación en lugar de la competencia, la pasión por la ciencia y la tecnología.
Una base común, de calidad y multidisciplinaria puede garantizar que un máximo de talentos puedan prosperar realmente. La sociedad actual, con su enseñanza selectiva en la que la escuela busca mantener las diferencias de origen social (y étnicas), deja a miles de jóvenes talentos sin explotar. Necesitamos toda la creatividad y la inventiva de todos para enfrentar los desafíos de hoy y del mañana.
La igualdad entre hombres y mujeres
En Francia y Bélgica, las mujeres gastan de media semanal de 17 a 18 horas más en las tareas del hogar y la familia que los hombres. Cocinar, hacer las compras, cuidar a los niños y una organización familiar basada esencialmente en los hombros de las mujeres, añadidas a su tiempo en el trabajo. Una sobrecarga real. Pero si cincuenta años después la duración de esta sobrecarga disminuye es gracias a la lavadora y el lavavajillas y no gracias a una mayor participación del hombre en las actividades del hogar.
La situación vuelto a empeorar en estas últimas dos décadas,. Hemos llegado a punto “3 x 80″. Las mujeres tienen el 80% de los empleos de bajos salarios, el 80% de los empleos a tiempo parcial y están a la cabeza del 80% de las familias monoparentales. Con la recesión, se anuncian planes de reestructuración en el sector de la salud, en el social y el de la educación, que afectarán principalmente a las mujeres.
Ya hemos explicado cómo el plan Hartz IV en Alemania empujaba a las mujeres a volver a ser dependientes de sus maridos “que aportan el dinero”. Y curiosamente este “modelo alemán” es el que muchos partidos políticos proponen a día de hoy como el no va mas. Durante el Día Internacional de la Mujer en 2011 en Berlín, Josi Schiesser denunció este desarrollo: “En nuestro país, las mujeres son víctimas de discriminación. La supuesta igualdad sólo conduce a una doble explotación, primero en el mercado de trabajo, donde las condiciones laborales de las mujeres en realidad son peores que las de los hombres, y luego en casa, donde las mujeres deben ocuparse del cuidado del hogar y de los hijos. Y esta situación social precaria empeora a causa de la crisis.»
El socialismo no es una cura milagrosa, y será necesaria una gran cantidad de energía para eliminar los hábitos machistas, incluso en esta nueva sociedad. Pero liberar a las mujeres y a la sociedad de estos hábitos puede desbloquear un gran potencial.
Sería muy distinto si la calidad y accesibilidad de las guarderías estuviesen garantizadas a un precio razonable, y si los padres no tuviesen que recorrer todas y cada una de las guarderías para matricular a sus hijos en listas de espera casi antes de que nazca. También sería muy distinto si la licencia de maternidad se ampliase para que las madres no tuviesen que preocuparse de perder sus puestos de trabajo. Si la sociedad garantizase una gran parte de la educación y del desarrollo del niño, y no dejase que hasta el más mínimo detalle dependa de la familia. Si en los barrios estuviesen previstos juegos infantiles y espacios verdes, la gente podría aprender a conocerse mutuamente. Si los habitantes de estos distritos pudiesen encontrarse con sus vecinos participando en la la gestión local de las actividades colectivas. Si, de esta manera, cada niño tuviese garantizada una red social, una protección y un control social, gracias a los cuales ya no estará obligado a sudar en frío cada vez que el hijo o la hija sale a la calle con sus amigos. Si las escuelas ofreciesen comidas calientes. Si la enseñanza organizase actividades deportivas y de desarrollo cultural.
De esta manera desaparecería la loca carrera contra el tiempo de los padres a la hora de salir del trabajo. No habría necesidad todos en la familia corran para su lado: al supermercado, a preparar la comida, a llevar al niño o la niña a la escuela de música, a hacer deporte, al estadio de fútbol o al centro juvenil. Un sistema colectivo accesible para aquellos que desean aliviar las tareas domésticas. Este sistema permitiría liberar tiempo, antes que nada para las mujeres.
Los padres siempre tendrán un papel preponderante en la educación, pero habría que hacer énfasis en la calidad de vida en lugar en vez de en el estrés. Y así podrían ponerse en marcha mucha fuerza y talento para dar forma a la sociedad del mañana, con inventiva y creatividad.
Seguridad
La seguridad es un derecho fundamental, como lo es el empleo y la educación. La decadencia del capitalismo se acompaña de una violencia brutal. Violencia económica, fraude fiscal y facturas falsas, la impunidad de los delincuentes de cuello blanco. Violencia en las guerras y deshumanización en búsqueda de petróleo y otras materias primas. O en el marco de los planes geoestratégicos de dominar a este o aquel país. Violencia en las imágenes cotidianas de los videojuegos bárbaros en los que se vierten miles de litros de hemoglobina en las pantallas de televisión. Terrorismo, atracos a bacos y toma de rehenes. Violencia en la trata de seres humanos, violencia de los traficantes de drogas, proxenetas, carjackers, homejackers y pandillas.
Las prisiones estadounidenses tienen cerca de dos millones de prisioneros y representan la cuarta “ciudad” más importante en superficie de los Estados Unidos. Estados Unidos ocupa el primer lugar absoluto en cuanto a encarcelamiento en masa de sus propios ciudadanos. Pero en estas prisiones no hay banqueros de Goldman Sachs, generales de guerra con las manos manchadas de fósforo blanco, militares de tres estrellas que daban órdenes de tortura en Abu Ghraib, Guantánamo o cualquier otro black sites (agujeros negros).
Es un sistema para “castigar a los pobres”, en palabras del sociólogo francés Loic Wacquant. A pesar de esta industria masiva de prisiones, el nivel de delincuencia no disminuye. Cada vez hay más barrios que se convierten en “barrios de riesgo,” una parte creciente de la sociedad es descrita como “población con problemas”. Hasta el punto de que todos los que están en la parte más baja de la escala social son considerados como delincuentes en potencia y todos los excluidos son estigmatizados preventivamente.
En esta tierra fértil se desarrolla el culto de la angustia y la ansiedad, con la manía de los medios de comunicación y de los políticos de mezclarlo todo. La delincuencia, la pobreza y la inmigración se han convertido en casi sinónimos. En su libro Castigar a los pobres, Loic Wacquant prueba que este “pensamiento de seguridad” no tiene casi nada que ver con la lucha contra la delincuencia, sino al contrario, con una “nueva política inseguridad social”. En resumen, la seguridad se ha convertido más que nunca un problema social.
El crimen organizado es un espejo de la sociedad.
La neurosis del capitalismo reduce la seguridad a la represión. Mientras que la prevención más importante contra la criminalidad es la prevención El que intente eliminar el crimen organizado debe garantizar un alto nivel de seguridad social y de justicia social para las más amplias capas de la población. Esto creará un sentimiento de seguridad y de confianza en el futuro. Estas organizaciones criminales tendrán más dificultades para reclutar a los traficantes y sus subalternos, que actualmente se encuentran entre los parias de la sociedad, que a menudo no tienen otra perspectiva de vida o sólo han aprendido a intentar conseguir dinero fácil.
Otras normas y valores pueden tomar el relevo y trazar una línea sobre esa doble moral que por una parte, predica tolerancia cero y encarcelamiento en masa como una forma de violencia y, que por otra parte, cierra los ojos a la violencia de la guerra, los banqueros y la televisión.
El socialismo debe seguir una doble vía. Castigar realmente el delito, pero también erradicar de los criaderos de cultura de la delincuencia, proporcionando un espacio social para el desarrollo de cada uno.
Salud
El psicoanalista Paul Verhaeghe está preocupado: una de cada cuatro personas en nuestro país se enfrenta a graves problemas psicológicos. “Las entrevistas de evaluación, los “objetivos” a alcanzar, la flexibilidad, la innovación, el cambio, el crecimiento. Con este sistema, es inevitable que surja una competición y una competencia enormes, que sólo asignan recompensa si se es más eficaz que el vecino. Es el sálvese quien pueda. Tenemos que coger todo lo que podamos. Ser más que el otro. La solidaridad desaparece, los lazos sociales se debilitan y se expande el sentimiento de hostilidad y de desconfianza. Además de la frustración. Porque las posibilidades son mucho menores que antes. Los criterios esperados y las exigencias que la sociedad impone son tan altos que mucha gente no puede responder, lo que repercute en el estado de la salud mental. El ritmo del capitalismo se basa en los dividendos, y no en los seres humanos.
Una atención sanitaria de calidad es un derecho fundamental. La salud es más que la ausencia de la enfermedad. Es un bienestar general: físico, mental, social. Esta salud no es ajena a una sociedad sana. El mantenimiento y la mejora de la salud pública pueden convertirse en un criterio central de toda decisión política, tanto a nivel nacional como local.
La salud pública pertenece a la sociedad, como la energía, la banca y el transporte. La salud no puede ser una mercancía. Es necesario el desarrollo de un sistema general de Salud Pública. La promoción de la salud y la prevención deben ser una prioridad. Unos cuidados de salud de alta calidad, que se integren en la rehabilitación y en el marco social. Este contexto también permitiría un enfoque social de la salud mental y la capacidad de renunciar a medicalizarlo todo, a tener que tomar un comprimido por aquí, una cápsula por allá…
Un ritmo equilibrado es esencial para la salud humana. Es el caso de quienes sufren estrés debido al trabajo y la flexibilidad, pero también de los niños. “Los niños arrojados de un lado a otro, de la escuela de música a la escuela de circo. ¡Incluso tienen agenda! Al igual que mamá y papá, que trabajan los dos y que no regresan hasta las siete de la tarde, la hora en que se debe comer algo “rápido-rápido”. Vivimos en un mundo hiperactivo. No nos debe sorprender que produzcamos niños hiperactivos”, observa el profesor Paul Verhaeghe.
Un sistema de salud pública debe asegurar que el personal médico y paramédico estén debidamente capacitados. Contrariamente a lo que está sucediendo, estimulará la investigación y el desarrollo de fármacos contra las enfermedades más importantes. El capitalismo sólo se preocupa por la investigación en función de las inversiones más rentables. Esto explica por qué sólo 13 de los 1.393 nuevos fármacos desarrollados en los últimos veinticinco años están destinados a enfermedades tropicales como la malaria. Y sólo 4 para la tuberculosis, una enfermedad que afecta a una importante cantidad de la población mundial. Un estudio realizado por Médicos Sin Fronteras reveló que las siete mayores compañías farmacéuticas utilizan menos del 1% de su presupuesto de investigación a estas enfermedades comunes como la tuberculosis y la malaria. Con el socialismo es posible lo contrario: inversiones de acuerdo a las necesidades y requerimientos.
En un sistema público de salud, el médico general juega un papel central. Es el que primero recibe a los pacientes, los escucha, les acompaña y orienta el diagnóstico. Los médicos de familia trabajarán juntos en los centros de salud de los barrios, y serán responsables, con las organizaciones vecinales y el gobierno local, de un medio ambiente sano. Unos servicios de salud accesibles y de alta calidad son de vital importancia en una sociedad democrática.
Libertad
Hay una libertad colectiva y una libertad individual. El socialismo 2.0 deberá garantizar las dos. Hoy en día, la libertad colectiva es problemática. En una sociedad en la que la distribución de la riqueza no es real, la libertad se reduce considerablemente. La pobreza y la exclusión social son un insulto a la libertad. El que debe utilizar toda su energía para llegar a fin de mes no puede hacer planes de vida, no es libre. La gestión de la sociedad de hoy está muy bien representada en una pintura del ilustre Jerôme Bosch (El bosco): el pez grande se come al chico. Todo el mundo puede estar en la calle un día u otro. Todos pueden ver como de un día para otro se esfuma una gran parte de sus ahorros o de sus pensiones. Todo el mundo puede verse de repente en un aprieto si tiene la desgracia de enfermar y tiene que pagar los elevados costes hospitalarios. No es posible hablar de realización personal y libertad si no existe una base económica y social que lo posibilite.
Si la sociedad retoma el control de su producción, bajo las condiciones de una producción desarrollada y sofisticada, se abrirían enormes oportunidades. La gente ya no dependerá de su condición social al nacer o de la fortuna que hereden.
Pero la libertad no es mirarse el ombligo y adorar su propio ego, a expensas del resto. Libertad no es hacer lo que uno quiera. El trabajo, la actividad y la creatividad, la iniciativa y el florecimiento del individuo deben ser criterios para su desarrollo. Se deberá consagrar suficiente tiempo a la formación a lo largo de la carrera profesional. Para que no todo el mundo esté obligado a ejercer la misma función toda la vida. La participación de todos en los centros de trabajo implica que uno pueda ser despedido por incompetencia, por pereza o por burocracia. Un socialismo activo no puede ser un pasaporte para un nombramiento de por vida sin importar lo que pase. Este socialismo reducirá el cáncer del desempleo en aumento, que al final, se termina por trivializar, y permitirá que todo el mundo tenga un trabajo y pueda contribuir al buen funcionamiento de la sociedad. En definitiva, queremos crear una base social donde la frase “asumir sus responsabilidades en la vida” sea posible. Para caminar en el sentido en que un hombre que participa en la construcción de la sociedad también se construye a sí mismo.
El hombre es una especie animal social, como los delfines, las hienas, los elefantes y nuestros primos los chimpancés y los bonobos. El hombre es un ser gregario, apenas capaz de sobrevivir por sí solo. “Nuestros axiomas sobre la naturaleza humana se deben revisar a fondo, analiza el profesor de biología Frans de Waal. Estar orientado hacia los otros, coordinar las actividades y cuidar de los necesitados no es algo exclusivo de nuestra especie. La empatía humana reposa en una larga historia de la evolución[” De Waal apoya su tesis en los resultados de una investigación nueva e interesante sobre el origen del altruismo y sentido de justicia entre los hombres y entre los (otros) animales. La empatía es considerada a menudo como un cualidad compleja que conscientemente puede elegir tener. Sin embargo, el profesor dice que la empatía es parte de un “legado que tiene la misma edad que la clase de los mamíferos.” La empatía es pues una cualidad bien arraigada. No es sólo una capa de barniz aplicada recientemente por la civilización. El comportamiento empático es rentable para la humanidad a largo plazo, y por eso fue seleccionada por el mecanismo de la evolución, dice De Waal. El “yo” no puede concebirse sin el “otro”.
Hayek, el defensor del liberalismo clásico, trató de vender la idea de que el colectivismo y el individuo se excluyen mutuamente. Para él, es o lo uno o lo otro. Pero eso es totalmente erróneo. “Solamente dentro de la comunidad tiene todo individuo los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los sentidos; solamente dentro de la comunidad es posible, por tanto, la liberad personal”, escribieron Marx y Engels. El bienestar individual está indisolublemente relacionado con el bienestar social de todos. Esto también significa que la libertad individual no puede separarse de un ambiente de libertad colectiva, que están íntimamente relacionados.
El socialismo también deberá asegurar la privacidad, la elección de vida y de conciencia y la creatividad de la gente – la libertad individual. Lejos del concepto del concepto del aparato judicial europeo, que considera a todo ciudadano como sospechoso, y que registra los datos personales bajo el pretexto de una política preventiva. Bien lejos también de la práctica de una “libre elección” en virtud de las toneladas de publicidad y la avalancha de productos de consumo. En un ambiente de libertad y de seguridad social colectiva, es esencial que la gente pueda tomar sus propias decisiones: ¿qué tipo de desarrollo es quieren? ¿Cuáles son sus preferencias culturales? ¿Cómo organizar su tiempo libre? ¿En qué creer?
Desarrollo Sostenible
Uno de los mayores desafíos para el socialismo 2.0, es la elección de una producción de bienes y servicios duraderos. Lejos de la sociedad de productos desechables en la actualidad.
Es la historia de la impresora de un tal Marco que ya no funciona. Un pop-up le abre una pantalla de ayuda con este breve mensaje: Your printer requieres replacement (necesita sustituir la impresora). Pero Marco no quiere cambiar de impresora, el aparato no tiene ni seis años. Se dirige a la tienda de impresoras de HP. En todas partes le dicen lo mismo: “Señor, no vale la pena, el costo de la reparación de la impresora vale por lo menos de 110 a 120 euros, y ahora puedes conseguir una nueva por 69 euros.” Marco insiste, solicita la entrada en escena del informático López, que desmonta la impresora y, finalmente, descubre que ha sido manipulada para dejar de trabajar después de 18.000 páginas, lo que no tiene nada que ver con la duración de vida de la impresora. Felizmente, algunos sitios de hackers en Internet ponen a disposición un pequeño programa que se restablece el contador de la impresora a cero.
Esta historia es contada en un estimulante documental titulado Comprar, tirar, comprar – Obsolescencia Programada. Es una anécdota ilustrativa sobre el choque entre productividad y desarrollo sostenible, en el que la búsqueda de ganancias parece ser el único motor de la sociedad.
En 1972, el Departamento de Bomberos de Livermore en California descubrió que la bombilla más antigua del mundo estaba en sus cuarteles, encima de sus camiones rojos. La bombilla funcionaba desde 1901. En 2001, celebró su centenario. Había sido fabricada por Adolphe Shaillet con el objetivo de estar siempre funcionando. ¿ Una lámpara que vive más de un siglo?
El documental trata de desentrañar este misterio, y nos lleva a Ginebra, en las Navidades de 1924. Allí se constituye de los primeros cártels del mundo. Un cártel es la colaboración entre varios gigantes de la producción para dividirse el mercado mundial. Este cartel de las bombillas lo forman entre otros, Philips, que entonces se llamaba Febo. Se aborda el problema de la sostenibilidad. Si una bombilla dura demasiado, los fabricantes tendrán un problema. Ya no sería necesario recambiarlas, o al menos se comprarían otras cada mucho más tiempo. Y la prioridad absoluta era que los consumidores comprasen con regularidad. En el siglo XX, el investigador berlinés Helmut Hoge publica los informes del cartel. Revela que “no vamos a garantizar, promocionar u ofrecer una bombilla que de promedio dure más de 1.000 horas.”
En aquel momento, la duración media de una lámpara era de 2.500 horas. Los fabricantes redujeron ese tiempo a la mitad, en un acuerdo mutuo sobre la duración de las primeras bombillas de Edison, a finales del siglo XIX. En otras palabras, usamos la creatividad de los ingenieros para diseñar lámparas que sean… más frágiles. Otra manera de decir que el cartel retuvo estrictamente la marcha del progreso, lo que se conoce como practicar la regresión. Hoy en día, el bisnieto de la familia Philips, Warner Philips, dice: “Los productos desechables se distribuyen, porque hay razones económicas para hacerlo. Para una empresa, es más interesante desarrollar un producto que sólo dure tres años o mil horas por la sencilla razón que vende muchos más. Sin embargo, nuestro planeta ya no puede soportarlo, porque las fuentes de energía naturales no son inagotables”.
Bernard London, el magnate inmobiliario por excelencia de Nueva York, propuso a finales de 1930 un nuevo concepto para superar la crisis, el de “poner fin a la depresión por un envejecimiento calculado incorporado”, poniendo el título al primer capítulo de su libro New Prosperity. Londres propuso imponer obligatoriamente una estimación de la vida de cada producto para forzar a la gente a adquirir sistemáticamente nuevas versiones. Y si alguien siguiese utilizando un elemento después de la “fecha límite”, podría ser sancionado. De esta manera podían continuar las aspas de molino del consumo. Su propuesta no fue aceptada ni fue objeto de una decisión reglamentaria legal.
Durante la década de 1950, la idea resurgió. El industrial Brook Stevens tomó el relevo para evocar el “deseo del consumidor de tener algo nuevo, un poco mejor, un poco antes de lo necesario.” Pasábamos así de la manera más dura a Londres a adoptar el suave camino de la seducción a la Stevens.
“A diferencia del enfoque europeo del pasado – fabricar el mejor producto que dure el mayor tiempo posible -, el enfoque estadounidense está emergiendo: la insatisfacción del consumidor con el producto que tiene desde hace algún tiempo. Este producto, será revendido en el mercado de oportunidades para ir a comprar a continuación la versión más reciente new look.” Es lo que declaraba Stevens a todos aquellos que le escuchaban. En la década de 1950, el diseño y la comercialización se convirtieron en el estilo de vida americano, el American way of life. El mensaje de Stevens se ha convirtió en la nueva biblia de la publicidad. Más tarde, para cumplir las expectativas de los capitalistas llegaría el sistema de crédito al consumo.
Cuando en los años 1940 a 1950, el gigante químico DuPont fue el primero en introducir en el mercado las medias de nylon, dio en el clavo. Pero muy pronto, surgió un problema: las medias eran demasiado buenas, demasiado resistentes. Y la producción cayó. “Mi padre, que trabajaba en Smith en ese momento, tuvo que volver a la mesa con sus colegas con una nueva tarea: asegurar que las medias de nylon fuesen más frágiles y que no durasen tanto tiempo”, dice el periodista Fox Nicols. Los mismos ingenieros que crearon la medias resistentes tuvieron que utilizar sus conocimientos para inventar el mismo producto, pero de inferior calidad. Muchos ingenieros lucharon en contra de este proyecto, juzgando los product death dates (fecha de caducidad del producto) como algo totalmente inaceptable. “Nuestra sociedad transforma a nuestros ingenieros en saboteadores”, tronó uno de ellos, especialmente furioso en la revista Design News, que siguió el conflicto. Pero, poco a poco, la escuela de management acabó por hacer casi desaparecer la soberbia del trabajo bien hecho para sustituirla por “la lógica del mercado”, que ahora se enseña en cursos especializados. Hoy en día, “lo desechable” es la norma y, en los sofisticados estudios de diseño y desarrollo se imparten cursos acerca de los “ciclos de vida de los productos de consumo”, eufemismo para “el envejecimiento calculado incorporado.”
La primera oposición al consumo de artículos desechables provino de las organizaciones de consumidores americanos. Después de veinte años, se las arreglaron para conseguir leyes que protegiesen a los consumidores. No había que sacralizar el mercado y, bajo la presión social, las autoridades tuvieron que intervenir para garantizar que los estándares de calidad se tuviesen en cuenta. Sin embargo, el choque entre el desarrollo sostenible y la productividad como motor de las ganancias ha perdurado.
Lo mismo sucedió con los zapatos Croks, de moda a principios de este siglo. La empresa estaba produciendo una calidad tan alta que eran prácticamente indestructibles. Nadie tenía que comprar otros. Su propio éxito le había llevado al borde de la quiebra.
Los directores ejecutivos siguieron presionando a sus ingenieros para limitar la duración de los productos. Las baterías de litio del i-Pod son otro ejemplo de producto diseñados para no durar mucho tiempo.
El problema de los residuos de la economía del derroche afecta actualmente a países como Ghana, donde, lejos de nuestra vista, se envían enormes containers con desechos. Hasta el punto que este país se está convirtiendo en el basurero del mundo.
Para pasar a una economía de producción duradera son necesarios dos pasos importantes. En primer lugar poner fin a la anarquía de la producción. Hoy en día, cada empresa planifica y produce con el objetivo de conquistar una porción aún mayor del mercado. La gran producción deberá ser más social, trabajando por un objetivo común, para satisfacer de manera sostenible las necesidades del hombre y del planeta.
En segundo lugar, es necesaria la participación en el desarrollo de la producción. Un sistema democrático de planificación en el que los fabricantes – los trabajadores, empleados y técnicos – y la población puedan expresar su opinión. Frente al principio actual de elaboración de productos desechables y de la cultura de la publicidad y el consumo estandarizado. No para convertirse en una caricatura de socialismo gris en el que todo el mundo tenga la misma ropa, que conduzca el mismo coche, que tenga la misma nevera. El socialismo 2.0 será colorido, diverso, sostenible. Una gran empresa es perfectamente capaz de producir varios productos, siempre que se tengan en cuenta la inventiva y la creatividad de los fabricantes y los usuarios. El control de calidad y la mejora del producto pueden realizar así una producción duradera y creativa.
Volver a ser los protagonistas de nuestro futuro
No se trata de dar algunos detalles por aquí y por allá. Se trata de nuestro futuro. Lo importante es que todas las personas tengan derecho a un trabajo decente. Que todos los jóvenes puedan estudiar, sin endeudarse. No sentirse culpables por haber trabajado toda la vida y lograr finalmente la jubilación. Que todo el mundo reciba una pensión digna. Que nadie tenga que preocuparse por las facturas del hospital. Que las facturas de luz se mantengan dentro de límites razonables. Que todo el mundo pueda vivir en una vivienda adecuada. Que la justicia nos proteja realmente del clientelismo, de la corrupción, de los abusos de todo género. Que cese el racismo, la discriminación y la violencia. En pocas palabras, el socialismo 2.0 es el proyecto de una sociedad bien distinta.
Algunos dirán que todo esto es un sueño. Imaginar algo que todavía no existe es sin duda una forma de soñar. Pero simplemente diré que trato de lanzar los primeros pasos de un debate que rompa las barreras de pragmatismo, porque aceptar el día a día tal como está nos destruye diariamente. Y defiendo el derecho a estos sueños, para que los niños puedan crecer en una sociedad justa que no se base en los dividendos de una élite, en las ganancias del petróleo o en las del mercado de armas, si no que se base en la participación, en los derechos colectivos, en la paz. Los creadores de opinión, los que devoran capital y otros oligarcas lo llaman utopía, porque ellos no necesitan otra sociedad. Pero para las personas que crecen hoy y para los recursos del planeta en el que viven, es necesario encontrar oxígeno nuevamente.
El socialismo no es una ilusión inaccesible, es un sueño realizable, en una versión 2.0 producto de su propio tiempo. Es lo que le debemos a todos aquellos que vengan después de nosotros, saber llegar a ser los actores de nuestro propio futuro. Para decirlo con palabras de Jacques Brel, uno de los poetas más grandes que ha conocido este país, “la mayor locura es aceptar el mundo tal como es y no luchar por un mundo como debería ser.”
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