La Turquía de hoy continúa el genocidio armenio
El mundo
acaba de conmemorar el centenario del genocidio de los no musulmanes de
Turquía. Sin embargo, contrariamente a lo que todo el mundo cree, ese
genocidio comenzó con las masacres hamidianas de 1894 a 1895, ordenadas
por el sultán Abdulhamid II, continuó con las masacres de gran
envergadura registradas de 1915 a 1923 y planificadas por los Jóvenes
Turcos y prosigue hoy en día con las masacres de Deir ez-Zor y Kessab
bajo la égida de Recep Tayyip Erdogan. Ante la indiferencia general, los
sucesivos regímenes turcos vienen masacrando a los no musulmanes desde
hace 120 años para homogeneizar el país.
Red Voltaire
| Damasco (Siria)
- Conmemoración del genocidio armenio en Ereván
El centenario del genocidio contra los no musulmanes de Turquía ha dado lugar a un verdadero festival de hipocresía. Mientras que en Ereván algunos Estados exaltaban la memoria de las víctimas, otros demostraban que carecen de eso que llamamos vergüenza.No abordaré en este artículo el tema de las reparaciones, que a mi juicio contamina el debate, sino únicamente cómo debemos oponernos a los crímenes contra la humanidad. Utilizaré el término «genocidio» en el sentido general que le dio Raphael Lemkin de «destrucción de una nación o de un grupo étnico» [1]
- El sultán Abdulhamid II pretendía crear una Turquía islamista homogénea. Para ello tenía que liquidar las poblaciones no musulmanas o hacerlas huir.
Aferrándose a ese delirio, la Turquía actual manifiesta no sólo su respaldo a las masacres hamidianas del sultán Abdulhamid II (1894-1895), que dejaron entre 80 000 y 300 000 víctimas, sino sobre todo a los crímenes que la «Organización Especial» del Comité Unión y Progreso cometió desde 1915 hasta la elección de Mustafá Kemal Ataturk como presidente de la República –en 1923– y que dejaron entre 1,2 millones y 1 millón y medio de muertos. Y también demuestra su continuidad ideológica con el régimen de aquella época. Continuidad ideológica que todos pudimos comprobar espantados cuando vimos, el año pasado –en 2014– al ejército turco acompañando al Frente al-Nusra (o sea, al-Qaeda en Siria) en la invasión de Kassab y expulsando a la población armenia de esa localidad siria. Y también cuando el ejército turco ayudó el Emirato Islámico a dinamitar el memorial que conmemoraba en Deir ez-Zor el exterminio de más de 200 000 armenios en el campamento que los turcos habían instalado en esa región siria en 1916.
- Ismail Enver, también conocido como «Enver Pacha», derrocó al sultán Abdulhamid II. Pero prosiguió su política de genocidio.
La intervención del ejército turco en territorio sirio, en Kassab y en Deir ez-Zor, es coherente con ese proyecto ya que Recep Tayyip Erdogan espera anexar el norte de Siria cuando la OTAN derroque al presidente Bachar el-Assad.
Es un hecho que la ideología panislamista cuenta hoy con el respaldo simultáneo de la Hermandad Musulmana (y por consiguiente del AKP, controlado por la rama turca de la cofradía), de al-Qaeda y del Emirato Islámico.
- El actual présidente turco Recep Tayyip Erdogan pretende restablecer el predominio del imperio otomano y para ello ha retomado la política de genocidio del sultán Abdulhamid II.
No es sorprendente que Turquía y el Emirato Islámico estén en guerra contra la República Árabe Siria, país que encarna el proyecto contrario. Los países más antiguos del mundo han acogido siempre a los pueblos perseguidos de la región hasta convertirse en el actual «mosaico étnico». En los años 2000, el general Hassan Turekmani, entonces ministro de Defensa de Bachar al-Assad, elaboraba una «Doctrina de Defensa» basada en la conservación de esa diversidad [2].
Después, Israel. Un Estado creado como resultado de un acuerdo de 1917 entre Londres y Washington pero que afirma haberse constituido como reacción al genocidio perpetrado por los nazis contra los judíos europeos entre 1942 y 1945. La ausencia de delegación de Israel –para no indisponer a su aliado turco– en la conmemoración organizada en Ereván es suficiente prueba de que la retórica israelí no pasa de ser una justificación publicitaria tendiente a encubrir su proyecto colonial.
Y es también un reconocimiento del papel de los donme en el seno de los Jóvenes Turcos. Los donme son una secta de adeptos de la Cábala que se convirtieron al islam en el siglo XVII para escapar a las persecuciones pero que conservaron su fe judía.
- El profesor Bernard Lewis siempre ha negado el genocidio perpetrado por los regímenes turcos durante el siglo XX.
- Por boca de su embajadora Samantha Power, Estados Unidos se negó a condenar en el Consejo de Seguridad de la ONU la intervención turca, junto a los yihadistas de al-Qaeda, contra los armenios de la localidad siria de Kassab.
A quienes creían que Estados Unidos ahora se interesa sinceramente por la protección de las personas perseguidas por motivos religiosos o étnicos, la ausencia de representación estadounidense en la conmemoración de Ereván les demuestra que Washington no tiene principios morales sino sólo intereses. El único objetivo de la palabrería de la señora Power es permitirle condenar, con o sin pruebas, a los adversarios de Washington.
Con su ausencia en Ereván, Washington mostró que está del lado del crimen, junto a Turquía y el Emirato Islámico.
Las declaraciones del presidente Gauck
Al reconocer que existió «una corresponsabilidad, e incluso, potencialmente, una complicidad» alemana en las masacres de 1915, el presidente alemán Joachim Gauck rompió un tabú, el de la continuidad del crimen. Y el coraje que demostró resulta aún más digno de elogio si se tiene en cuenta que en Alemania existe una fuerte presencia turca… y ningún electorado armenio.- Como funcionario ejemplar del II Reich, Rudolf Hob adquirió en Turquía la experiencia en materia de genocidio que le permitió convertirse en director del campo de concentración de Auschwitz bajo el III Reich.
Para comprender y prevenir los genocidios, no podemos estudiarlos desde el punto de vista de las víctimas sino tratando de entender la lógica de los verdugos.
Hasta el presente se considera –erróneamente– que los Jóvenes Turcos y los nazis son los únicos responsables de genocidios, cometidos contra los armenios y los judíos. Pero la Historia nos demuestra que –antes y después de ellos– otros compartieron las ideologías que condujeron a esos genocidios y trataron de cometer crímenes similares.
También contrariamente a la creencia general, no existen ejemplos de genocidios cometidos en una sola vez ni contra una sola población. Son crímenes que siempre se desarrollan durante largos periodos de tiempo y siempre contra varios grupos étnicos. Es por consiguiente fundamental condenar las primeras masacres y condenar también las ideologías subyacentes para impedir la continuación de los genocidios.
[1] La Convención de la ONU de 1948 define el genocidio más ampliamente como «actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso»
(según esa definición, el genocidio no implica necesariamente
asesinato: basta con esterilizar a una población con intenciones de
hacerla desaparecer). En los últimos años, ese término ha tomado un
sentido completamente diferente, en función de los contextos. Para
algunos, tiene una connotación puramente cuantitativa y lo utilizan para
referirse a masacres masivas –como en el caso de la exterminación de
poblaciones por las hambrunas inherentes al sistema económico. Para
otros, principalmente juristas anglosajones, su connotación sería
exclusivamente cualitativa. En ese caso designa cualquier asesinato
provocado por el odio, a condición de que se trate de odio de carácter
racial o religioso –como asesinar a una persona por el color de su piel.
[2] Los trabajos del general Turekmani existen solamente en árabe pero su hijo Ali Turekmani publicó recientemente un estudio sobre su obra. Ese estudio, titulado ¿Por qué Siria?, se halla actualmente en proceso de traducción.
[3] «Condamnation judiciaire de Bernard Lewis», Réseau Voltaire, 8 de junio de 2004.
[2] Los trabajos del general Turekmani existen solamente en árabe pero su hijo Ali Turekmani publicó recientemente un estudio sobre su obra. Ese estudio, titulado ¿Por qué Siria?, se halla actualmente en proceso de traducción.
[3] «Condamnation judiciaire de Bernard Lewis», Réseau Voltaire, 8 de junio de 2004.
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