02/05/2015
No es ocioso reiterar que la actual crisis y la depresión subsecuente refleja un fallo orgánico del capitalismo como sistema
Desde
el estallido en 2008 de la mayor crisis en los últimos 80 años, la
economía mundial ha venido atravesando un proceso continuo de arrancadas
en falso y nuevas recaídas que amenaza por extender de forma infinita
sus negativos efectos.
Si se toman las cifras de crecimiento de la economía mundial hasta el pasado 2014[1], se aprecia como la economía mundial –luego de no crecer en 2009-, pareció como que se recuperaba rápidamente en 2010 al incrementarse el PIB en 5.4%, pero a partir de ese momento los crecimientos han caído a 4.1, 3.4, 2.5 y 2.6% entre 2011 y 2014 respectivamente.
No es ocioso reiterar que la actual crisis y la depresión subsecuente refleja un fallo orgánico del capitalismo como sistema, en tanto que fue precisamente el ciclo de caída de la rentabilidad media visible ya en los años 70 del pasado siglo lo que impulsó las políticas de corte neoliberal para tratar de recuperar la ganancia que se reducía.[2]
Como ocurriera en épocas pasadas fue el incremento del grado de explotación de la fuerza de trabajo el mecanismo de compensación por excelencia aplicado entonces. Ello requería liberalizar el movimiento del capital y limitar la presencia del Estado como garante de conquistas sociales que se habían ido conformando a partir de las luchas obreras que derivaron de la coyuntura que surgió con el fin de la II guerra mundial y la derrota del fascismo.
Esas políticas cobraron un nuevo impulso con la desaparición del socialismo en Europa y la consecuente condena histórica al socialismo como sistema, a lo que se sumó la posibilidad técnica de lograr una velocidad inédita en el movimiento de los capitales gracias a la aparición de novedosas tecnologías de la información y al nivel de globalización que se alcanzó por la economía mundial. Se abrió así una etapa en la que la preponderancia de las operaciones de alta rentabilidad del capital financiero condujo a una “financierización” de la economía en la que el movimiento del capital ficticio pareció ganar una independencia absoluta de la economía real, aportando una ganancia extraordinaria y muy superior a partir de prácticas especulativas.[3]
Los mecanismos de corrección del ciclo capitalista que habían operado hasta entonces sufrieron una alteración sustancial. Por un lado, se incorporó a la dinámica del sistema un mercado de más de 400 millones de personas de Europa Oriental y la antigua URSS, a lo que se sumó la entrada de China al mercado mundial con una población superior a 1300 millones de habitantes y notable fuerza competitiva. Por otro lado, la contracción de la demanda solvente ante la limitada capacidad para crear valor en la economía real –desbordada por la economía financierizada- no actuó como detonante para corregir las desproporciones, en tanto que un enorme proceso de endeudamiento de personas, empresas y estados se convirtió en un mecanismo facilitador de la realización de los valores artificialmente creados.[4]
Las señales de alarma se vieron así empañadas en la misma medida en que parecía ilimitado el nivel de circulación de activos financieros ajenos a la economía real, proceso que alcanzó un punto crítico al computarse en el 2008 una masa especulativa global que se estimaba en 14 veces mayor que el PIB de todo el mundo.
La ruptura del precario vínculo entre la masa financiera circulante y el PIB que se desencadena a partir del 2008, mostró la enorme vulnerabilidad del modelo de acumulación capitalista y produjo un impacto solamente superado por la crisis de los años 30. Pero a diferencia de lo ocurrido entonces, las soluciones no se encaminaron a través de la reestructuración productiva para adecuar los niveles de superproducción a la demanda solvente, con una fuerte presencia del Estado como fuente de apoyo para atenuar los impactos inevitables.
Lo que precisamente hace la diferencia es que ahora las soluciones que se han estructurado para enfrentar la crisis se han dirigido básicamente a rescatar los bancos mediante nuevas emisiones de liquidez para recomponer sus operaciones[5] e –increíblemente- volver a iniciar de nuevo el proceso especulativo ante la irresistible tentación de altas ganancias asociadas a ese proceso.
Solo así se explica que en el 2013 el valor de los derivados financieros alcanzara la fabulosa cifra de 248 billones de dólares, un 36% más que en el 2008.[6]
Por otro lado, la emisión de liquidez se ha tratado de obtener no solamente mediante emisión monetaria, sino que también se han comprimido los gastos públicos a niveles insoportables en Europa, lo que ha provocado prácticamente la quiebra fiscal de países como Grecia, que se ha visto obligada a endeudarse totalmente para sobrevivir. Esta situación se ha repetido en alguna medida en países como Irlanda, España y Portugal. No obstante, luego de varios años de practicar esta política de austeridad suicida, impuesta en la UE por países como Alemania, el Banco Central Europeo ha comenzado a practicar –siguiendo los pasos de la Reserva Federal de Estados Unidos- una suerte de flexibización cuantitativa al inyectar liquidez a la economía para tratar de reactivarla.
En términos más simples, se ha tratado de inyectar nuevos recursos para corregir lo que se califica como “excesos” de la banca al apostar a una u otra tendencia del mercado, sin proveer de los recursos indispensables que permitan incrementar la inversión productiva y –consecuentemente- la creación de valor que permita estabilizar la economía sobre bases sólidas. De este modo, luego de la caída del 2009 la inyección de paquetes financieros hizo rebotar la economía mundial, pero en la medida de que ello era un esfuerzo no sostenible, a partir de ese momento se aprecia una tendencia sostenida a la depresión.[7]
Desde luego, la crisis no ha afectado por igual a todos los países. En ese sentido han actuado como elementos de amortiguación un conjunto de factores que han atenuado el impacto depresivo, especialmente para los países subdesarrollados y emergentes.
Se trata en primer término del incremento en el precio del petróleo, que de una cotización promedio de 52 dólares el barril entre 2000 y 2010 subió hasta alcanzar un máximo de 105 dólares en 2012, para un aumento del doble exactamente, tendencia que se mantuvo hasta el primer semestre del pasado año. En ese momento el incremento de la producción –que pasó de 8 a 11 millones de barriles diarios- con las tecnologías del fractura hidráulica en países como Estados Unidos, a lo que se unió la invariable producción de los países miembros de la OPEP, todo ello en medio de una demanda afectada por la crisis, provocó una sobreoferta que terminó por derrumbar los precios.
Igualmente en estos años se beneficiaron los exportadores de productos primarios, en tanto que el precio promedio de los alimentos se incrementó 53.5 puntos porcentuales, mientras que los minerales y metales crecían 47.8 puntos hasta 2011.
Adicionalmente el incremento de la demanda de China sobre estos productos también contribuyó a atenuar las tendencias recesivas en el caso de América Latina, al menos hasta el 2012/13.[8]
Luego de esta evolución los resultados económicos del 2014 volvieron a marcar una tendencia al estancamiento o la depresión en un grupo de países, en medio de una situación a la que se han sumado acrecentadas tensiones geopolíticas.
De tal modo, factores que actuaron como atenuantes de los efectos de la crisis han invertido su comportamiento, pues en el pasado año se produjo una caída en los precios del petróleo superior al 45% en relación al nivel que se presentaban al cierre del primer semestre, con graves afectaciones a países como Venezuela, Ecuador y Rusia. Al mismo tiempo, se desaceleraron los precios de un grupo importante de alimentos –que ya habían descendido un 5.6% entre 2011 y 2013- así como productos metálicos y minerales que se reducen un 20%. Simultáneamente, concluye la política de flexibilización cuantitativa implementada por la Reserva Federal norteamericana, medida acompañada de una gradual elevación de las tasas de interés ya anunciada en EEUU y que supone significativas consecuencias para los flujos financieros externos de un grupo de países en desarrollo que tienden a contraerse.
Al mismo tiempo comienza una escalada de sanciones económicas de Occidente contra Rusia que provoca una serie de contra-sanciones de este país, lo que finalmente se traduce en una guerra económica de nocivas consecuencias para ambas partes, como resultado del estallido de una guerra civil inconclusa en el territorio de Ucrania que viene desarrollándose desde febrero del 2014. En tal sentido y solamente durante el pasado año se estima que las sanciones causaron pérdidas por 170,000 millones de dólares a la economía rusa, en tanto que las exportaciones de productos agrícolas europeos a Rusia por unos 11,000 millones de dólares anuales han sido limitadas sustancialmente o prohibidas por las autoridades rusas.[9]
A todo lo anterior pueden añadirse las consecuencias de la guerra desatada por el llamado Estado Islámico en el Medio Oriente con graves repercusiones también en el continente africano.
Finalmente, el incremento de las tensiones geopolíticas en el pasado año se ha manifestado también en el elevado gasto militar, que según cifras reveladas recientemente por SIPRI, llegaron a un billón 776 mil millones de dólares, cifra que sigue superando a la existente al final de la guerra fría y que absorbe el 2.3% del PIB mundial.[10]
La evolución de todos estos acontecimientos se refleja en los resultados económicos de 2014 y en los pronósticos de desempeño del PIB para el 2015.[11] Al respecto –además de las cifras ya apuntadas para la economía mundial- se registra un crecimiento de solo 2.4% en 2014 en Estados Unidos, con un estimado de 2.8% para el presente año. La evolución de la eurozona para este período es 0.8 y 1.3%. En el caso de Japón los crecimientos son de 0.4 y 1.2%. Finalmente, los BRICS muestran una notable desaceleración que –excepto el caso de la India- viene manifestándose desde 2013.
En efecto, en el 2014 Brasil solo creció 0.3% y este año el pronóstico es de 1.5% de incremento en el PIB; Rusia entra en recesión este año con una caída de -3% en su crecimiento, luego de una tasa de incremento de solo 0.6% en 2014; China desaceleró el incremento del PIB a 7.4% el pasado año y este año se pronostica alcanzará 7.1%; Suráfrica descendió su crecimiento a 1.4% en 2014 y se pronostica alcanzará 2.3% este año; la única excepción a esta tendencia a la desaceleración del crecimiento en los BRICS es el caso de la India, que creció 5.9% en 2014 y debe llegar a 6.3% este año.
Un factor que continuará teniendo influencia en el desempeño económico de diversos países a corto plazo es el precio del petróleo, que se pronostica promediará 59 USD/b en 2015. Aunque algunos pronosticadores no esperan que la caída continúe durante el segundo semestre, tampoco se prevé alcanzar nuevamente los precios en torno a 100 USD/b que estuvieron vigentes hasta la primera mitad del 2014. Por otro lado, los precios de los alimentos mantendrán su tendencia a la reducción tomando en cuenta el abaratamiento del petróleo, la elevada producción global, la subida del valor del dólar y una demanda limitada de grandes importadores como China.[12]
Finalmente las predicciones del crecimiento económico para el 2016 no permiten afirmar que se aproxime una recuperación sostenida tomando en consideración que la economía mundial solo llegaría al 3.3% de crecimiento, manteniéndose ritmos muy bajos en la eurozona y Japón -1.7 y 1.1% respectivamente- con un 3.3% en el caso de EEUU. Por su parte en el caso de los BRICS China continua creciendo con tasas más moderadas (6.8%) mientras que Brasil debe llegar a 1.5%, Rusia solo alcanzaría 1.2% y Suráfrica mantendría un ritmo aproximadamente igual al de este año.
Las predicciones para períodos más largos muestran una recuperación incierta en muchos aspectos. Lo que sí resulta hoy una certeza es que de continuar implementándose soluciones que no resuelvan la dicotomía actualmente existente entre la economía real y la especulativa, una nueva crisis no tardará en aparecer.
________________
Notas
[1] Los datos fueron tomados de World Bank Global Economic Prospects, January 2015 disponible en www.worldbank.org, IMF World Economic Outlook, October 2014 y World Economic Situation and Propects 2015, January 2015 disponibles en www.imf.org (Consultado en marzo 15, 2015).
[2] Ver los análisis de Julio Gambina en Crisis del Capital (2007/2013) Editorial FISYP, Buenos Aires, 2013; de Claudio Katz en Bajo el imperio del capital Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2011; y de Beatriz Stolowicz El debate actual: posliberalismo o anticapitalismo en Jairo Estrada (Compilador) Crisis capitalista, economía, política y movimiento Espacio Crítico Ediciones, Bogotá, 2009.
[3] Ver de José Luis Rodríguez “La crisis global. Orígenes, naturaleza y desafíos” en Reflexiones sobre la crisis y la economía internacional actual, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011.
[4] La deuda total en el mundo pasó de 142 a 199 billones entre 2007 y 2014. Ver Mc Kinsey Global Institute Debt and (Not Much) Deleveraging Executive Summary, February 2015 disponible en www.mckinsey.com (Consultado en marzo 15 de 2015).
[5] En ese sentido son bien conocidos los flujos de liquidez surgidos de la llamada “flexibilización cuantitativa” de la Reserva Federal de EEUU.
[6] Existen diferentes métodos para medir la dimensión de estos mercados. Ver de Michael Snyder The Size Of The Derivatives Bubble Hanging Over The Global Economy Hits A Record High May 26th 2014 disponible en www.http://theeconomiccollapseblog.com/archives/the-size-of-the-derivatives-bubble-hanging-over-the-global-economy-hits-a-record-high (Consultado en marzo 15 de 2015).
[7] La deuda de los gobiernos, empeñados en buena medida por los paquetes financieros de rescate, pasó de 33 a 58 billones de dólares entre 2007 y 2014, para un crecimiento del 75.8%. Ver Mc Kinsey Op. Cit.
[8] Ver de José Luis Rodríguez “Los factores compensatorios de la crisis en América Latina: Notas para el análisis” CIEM Temas de Economía Mundial Nº 25, febrero 2014disponible en www.ciem.cu (Consultado en marzo 20 de 2015).
[9] Western sanctions could cost Russia up to 170 billions, Johnson Russia List Nº 248, December 2 2014 disponible en www.russialist.org (Consultado el 20 de marzo de 2015).
[10] Ver SIPRI “Trends in World Military Expenditure, 2014” April 2015 disponible enwww.sipri.org (Consultado el 17 de abril de 2015).
[11] Ver IMF (2015).
[12] Ver M. Justo “¿Por qué está cayendo el precio mundial de los alimentos? BBC Mundo, marzo 17 2015 disponible en www.bbc.co.uk (Consultado el 20 de marzo de 2015).
CubaDebate
Texto completo en: http://www.lahaine.org/la-crisis-en-la-economiaSi se toman las cifras de crecimiento de la economía mundial hasta el pasado 2014[1], se aprecia como la economía mundial –luego de no crecer en 2009-, pareció como que se recuperaba rápidamente en 2010 al incrementarse el PIB en 5.4%, pero a partir de ese momento los crecimientos han caído a 4.1, 3.4, 2.5 y 2.6% entre 2011 y 2014 respectivamente.
No es ocioso reiterar que la actual crisis y la depresión subsecuente refleja un fallo orgánico del capitalismo como sistema, en tanto que fue precisamente el ciclo de caída de la rentabilidad media visible ya en los años 70 del pasado siglo lo que impulsó las políticas de corte neoliberal para tratar de recuperar la ganancia que se reducía.[2]
Como ocurriera en épocas pasadas fue el incremento del grado de explotación de la fuerza de trabajo el mecanismo de compensación por excelencia aplicado entonces. Ello requería liberalizar el movimiento del capital y limitar la presencia del Estado como garante de conquistas sociales que se habían ido conformando a partir de las luchas obreras que derivaron de la coyuntura que surgió con el fin de la II guerra mundial y la derrota del fascismo.
Esas políticas cobraron un nuevo impulso con la desaparición del socialismo en Europa y la consecuente condena histórica al socialismo como sistema, a lo que se sumó la posibilidad técnica de lograr una velocidad inédita en el movimiento de los capitales gracias a la aparición de novedosas tecnologías de la información y al nivel de globalización que se alcanzó por la economía mundial. Se abrió así una etapa en la que la preponderancia de las operaciones de alta rentabilidad del capital financiero condujo a una “financierización” de la economía en la que el movimiento del capital ficticio pareció ganar una independencia absoluta de la economía real, aportando una ganancia extraordinaria y muy superior a partir de prácticas especulativas.[3]
Los mecanismos de corrección del ciclo capitalista que habían operado hasta entonces sufrieron una alteración sustancial. Por un lado, se incorporó a la dinámica del sistema un mercado de más de 400 millones de personas de Europa Oriental y la antigua URSS, a lo que se sumó la entrada de China al mercado mundial con una población superior a 1300 millones de habitantes y notable fuerza competitiva. Por otro lado, la contracción de la demanda solvente ante la limitada capacidad para crear valor en la economía real –desbordada por la economía financierizada- no actuó como detonante para corregir las desproporciones, en tanto que un enorme proceso de endeudamiento de personas, empresas y estados se convirtió en un mecanismo facilitador de la realización de los valores artificialmente creados.[4]
Las señales de alarma se vieron así empañadas en la misma medida en que parecía ilimitado el nivel de circulación de activos financieros ajenos a la economía real, proceso que alcanzó un punto crítico al computarse en el 2008 una masa especulativa global que se estimaba en 14 veces mayor que el PIB de todo el mundo.
La ruptura del precario vínculo entre la masa financiera circulante y el PIB que se desencadena a partir del 2008, mostró la enorme vulnerabilidad del modelo de acumulación capitalista y produjo un impacto solamente superado por la crisis de los años 30. Pero a diferencia de lo ocurrido entonces, las soluciones no se encaminaron a través de la reestructuración productiva para adecuar los niveles de superproducción a la demanda solvente, con una fuerte presencia del Estado como fuente de apoyo para atenuar los impactos inevitables.
Lo que precisamente hace la diferencia es que ahora las soluciones que se han estructurado para enfrentar la crisis se han dirigido básicamente a rescatar los bancos mediante nuevas emisiones de liquidez para recomponer sus operaciones[5] e –increíblemente- volver a iniciar de nuevo el proceso especulativo ante la irresistible tentación de altas ganancias asociadas a ese proceso.
Solo así se explica que en el 2013 el valor de los derivados financieros alcanzara la fabulosa cifra de 248 billones de dólares, un 36% más que en el 2008.[6]
Por otro lado, la emisión de liquidez se ha tratado de obtener no solamente mediante emisión monetaria, sino que también se han comprimido los gastos públicos a niveles insoportables en Europa, lo que ha provocado prácticamente la quiebra fiscal de países como Grecia, que se ha visto obligada a endeudarse totalmente para sobrevivir. Esta situación se ha repetido en alguna medida en países como Irlanda, España y Portugal. No obstante, luego de varios años de practicar esta política de austeridad suicida, impuesta en la UE por países como Alemania, el Banco Central Europeo ha comenzado a practicar –siguiendo los pasos de la Reserva Federal de Estados Unidos- una suerte de flexibización cuantitativa al inyectar liquidez a la economía para tratar de reactivarla.
En términos más simples, se ha tratado de inyectar nuevos recursos para corregir lo que se califica como “excesos” de la banca al apostar a una u otra tendencia del mercado, sin proveer de los recursos indispensables que permitan incrementar la inversión productiva y –consecuentemente- la creación de valor que permita estabilizar la economía sobre bases sólidas. De este modo, luego de la caída del 2009 la inyección de paquetes financieros hizo rebotar la economía mundial, pero en la medida de que ello era un esfuerzo no sostenible, a partir de ese momento se aprecia una tendencia sostenida a la depresión.[7]
Desde luego, la crisis no ha afectado por igual a todos los países. En ese sentido han actuado como elementos de amortiguación un conjunto de factores que han atenuado el impacto depresivo, especialmente para los países subdesarrollados y emergentes.
Se trata en primer término del incremento en el precio del petróleo, que de una cotización promedio de 52 dólares el barril entre 2000 y 2010 subió hasta alcanzar un máximo de 105 dólares en 2012, para un aumento del doble exactamente, tendencia que se mantuvo hasta el primer semestre del pasado año. En ese momento el incremento de la producción –que pasó de 8 a 11 millones de barriles diarios- con las tecnologías del fractura hidráulica en países como Estados Unidos, a lo que se unió la invariable producción de los países miembros de la OPEP, todo ello en medio de una demanda afectada por la crisis, provocó una sobreoferta que terminó por derrumbar los precios.
Igualmente en estos años se beneficiaron los exportadores de productos primarios, en tanto que el precio promedio de los alimentos se incrementó 53.5 puntos porcentuales, mientras que los minerales y metales crecían 47.8 puntos hasta 2011.
Adicionalmente el incremento de la demanda de China sobre estos productos también contribuyó a atenuar las tendencias recesivas en el caso de América Latina, al menos hasta el 2012/13.[8]
Luego de esta evolución los resultados económicos del 2014 volvieron a marcar una tendencia al estancamiento o la depresión en un grupo de países, en medio de una situación a la que se han sumado acrecentadas tensiones geopolíticas.
De tal modo, factores que actuaron como atenuantes de los efectos de la crisis han invertido su comportamiento, pues en el pasado año se produjo una caída en los precios del petróleo superior al 45% en relación al nivel que se presentaban al cierre del primer semestre, con graves afectaciones a países como Venezuela, Ecuador y Rusia. Al mismo tiempo, se desaceleraron los precios de un grupo importante de alimentos –que ya habían descendido un 5.6% entre 2011 y 2013- así como productos metálicos y minerales que se reducen un 20%. Simultáneamente, concluye la política de flexibilización cuantitativa implementada por la Reserva Federal norteamericana, medida acompañada de una gradual elevación de las tasas de interés ya anunciada en EEUU y que supone significativas consecuencias para los flujos financieros externos de un grupo de países en desarrollo que tienden a contraerse.
Al mismo tiempo comienza una escalada de sanciones económicas de Occidente contra Rusia que provoca una serie de contra-sanciones de este país, lo que finalmente se traduce en una guerra económica de nocivas consecuencias para ambas partes, como resultado del estallido de una guerra civil inconclusa en el territorio de Ucrania que viene desarrollándose desde febrero del 2014. En tal sentido y solamente durante el pasado año se estima que las sanciones causaron pérdidas por 170,000 millones de dólares a la economía rusa, en tanto que las exportaciones de productos agrícolas europeos a Rusia por unos 11,000 millones de dólares anuales han sido limitadas sustancialmente o prohibidas por las autoridades rusas.[9]
A todo lo anterior pueden añadirse las consecuencias de la guerra desatada por el llamado Estado Islámico en el Medio Oriente con graves repercusiones también en el continente africano.
Finalmente, el incremento de las tensiones geopolíticas en el pasado año se ha manifestado también en el elevado gasto militar, que según cifras reveladas recientemente por SIPRI, llegaron a un billón 776 mil millones de dólares, cifra que sigue superando a la existente al final de la guerra fría y que absorbe el 2.3% del PIB mundial.[10]
La evolución de todos estos acontecimientos se refleja en los resultados económicos de 2014 y en los pronósticos de desempeño del PIB para el 2015.[11] Al respecto –además de las cifras ya apuntadas para la economía mundial- se registra un crecimiento de solo 2.4% en 2014 en Estados Unidos, con un estimado de 2.8% para el presente año. La evolución de la eurozona para este período es 0.8 y 1.3%. En el caso de Japón los crecimientos son de 0.4 y 1.2%. Finalmente, los BRICS muestran una notable desaceleración que –excepto el caso de la India- viene manifestándose desde 2013.
En efecto, en el 2014 Brasil solo creció 0.3% y este año el pronóstico es de 1.5% de incremento en el PIB; Rusia entra en recesión este año con una caída de -3% en su crecimiento, luego de una tasa de incremento de solo 0.6% en 2014; China desaceleró el incremento del PIB a 7.4% el pasado año y este año se pronostica alcanzará 7.1%; Suráfrica descendió su crecimiento a 1.4% en 2014 y se pronostica alcanzará 2.3% este año; la única excepción a esta tendencia a la desaceleración del crecimiento en los BRICS es el caso de la India, que creció 5.9% en 2014 y debe llegar a 6.3% este año.
Un factor que continuará teniendo influencia en el desempeño económico de diversos países a corto plazo es el precio del petróleo, que se pronostica promediará 59 USD/b en 2015. Aunque algunos pronosticadores no esperan que la caída continúe durante el segundo semestre, tampoco se prevé alcanzar nuevamente los precios en torno a 100 USD/b que estuvieron vigentes hasta la primera mitad del 2014. Por otro lado, los precios de los alimentos mantendrán su tendencia a la reducción tomando en cuenta el abaratamiento del petróleo, la elevada producción global, la subida del valor del dólar y una demanda limitada de grandes importadores como China.[12]
Finalmente las predicciones del crecimiento económico para el 2016 no permiten afirmar que se aproxime una recuperación sostenida tomando en consideración que la economía mundial solo llegaría al 3.3% de crecimiento, manteniéndose ritmos muy bajos en la eurozona y Japón -1.7 y 1.1% respectivamente- con un 3.3% en el caso de EEUU. Por su parte en el caso de los BRICS China continua creciendo con tasas más moderadas (6.8%) mientras que Brasil debe llegar a 1.5%, Rusia solo alcanzaría 1.2% y Suráfrica mantendría un ritmo aproximadamente igual al de este año.
Las predicciones para períodos más largos muestran una recuperación incierta en muchos aspectos. Lo que sí resulta hoy una certeza es que de continuar implementándose soluciones que no resuelvan la dicotomía actualmente existente entre la economía real y la especulativa, una nueva crisis no tardará en aparecer.
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Notas
[1] Los datos fueron tomados de World Bank Global Economic Prospects, January 2015 disponible en www.worldbank.org, IMF World Economic Outlook, October 2014 y World Economic Situation and Propects 2015, January 2015 disponibles en www.imf.org (Consultado en marzo 15, 2015).
[2] Ver los análisis de Julio Gambina en Crisis del Capital (2007/2013) Editorial FISYP, Buenos Aires, 2013; de Claudio Katz en Bajo el imperio del capital Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2011; y de Beatriz Stolowicz El debate actual: posliberalismo o anticapitalismo en Jairo Estrada (Compilador) Crisis capitalista, economía, política y movimiento Espacio Crítico Ediciones, Bogotá, 2009.
[3] Ver de José Luis Rodríguez “La crisis global. Orígenes, naturaleza y desafíos” en Reflexiones sobre la crisis y la economía internacional actual, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011.
[4] La deuda total en el mundo pasó de 142 a 199 billones entre 2007 y 2014. Ver Mc Kinsey Global Institute Debt and (Not Much) Deleveraging Executive Summary, February 2015 disponible en www.mckinsey.com (Consultado en marzo 15 de 2015).
[5] En ese sentido son bien conocidos los flujos de liquidez surgidos de la llamada “flexibilización cuantitativa” de la Reserva Federal de EEUU.
[6] Existen diferentes métodos para medir la dimensión de estos mercados. Ver de Michael Snyder The Size Of The Derivatives Bubble Hanging Over The Global Economy Hits A Record High May 26th 2014 disponible en www.http://theeconomiccollapseblog.com/archives/the-size-of-the-derivatives-bubble-hanging-over-the-global-economy-hits-a-record-high (Consultado en marzo 15 de 2015).
[7] La deuda de los gobiernos, empeñados en buena medida por los paquetes financieros de rescate, pasó de 33 a 58 billones de dólares entre 2007 y 2014, para un crecimiento del 75.8%. Ver Mc Kinsey Op. Cit.
[8] Ver de José Luis Rodríguez “Los factores compensatorios de la crisis en América Latina: Notas para el análisis” CIEM Temas de Economía Mundial Nº 25, febrero 2014disponible en www.ciem.cu (Consultado en marzo 20 de 2015).
[9] Western sanctions could cost Russia up to 170 billions, Johnson Russia List Nº 248, December 2 2014 disponible en www.russialist.org (Consultado el 20 de marzo de 2015).
[10] Ver SIPRI “Trends in World Military Expenditure, 2014” April 2015 disponible enwww.sipri.org (Consultado el 17 de abril de 2015).
[11] Ver IMF (2015).
[12] Ver M. Justo “¿Por qué está cayendo el precio mundial de los alimentos? BBC Mundo, marzo 17 2015 disponible en www.bbc.co.uk (Consultado el 20 de marzo de 2015).
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