La anciana teñida, repeinada, bien vestida, con la barriga siempre
llena, con la hiel y el insulto siempre en la garganta, disfruta dando
de comer sus selectos platos a su perro “Pecas”, no se acuerda del
inmenso daño que ella y su franquista partido están haciendo a millones
de familias españolas.
Por Francisco González Tejera
Por Francisco González Tejera
Estos tiempos de crisis-estafa diseñada
en los laboratorios de un sistema criminal dan para todo, hasta para que
personajes siniestras y oscuras como la lideresa del PP, Esperanza
Aguirre, nos muestre sus horrendas miserias humanas, las de una vida
cotidiana de enriquecimiento permanente, ganado a costa del hambre y el
dolor de millones de personas en todo el estado español.
La cruenta anciana que arrolla
impunemente agentes de movilidad con su coche, que coloca en puestos de
responsabilidad a todo tipo de corruptos, muchos encarcelados, que vive
en el don´t worry be happy de su particular dolce vita, no se corta un
pelo para reírse en nuestra cara frivolizando con las historias de su
perro, su mascota preferida, que según dice la enlacada señorona
ultraconservadora: “Está contento con la crisis. En vez de comida de
perro, come restos de nuestra comida”.
Perros y perras de raza que se burlan de
que más de tres millones de niños y niñas estén pasando hambre en
España, un estado fallido, un régimen de los sobres, de la corrupción
política generalizada, del despilfarro, del saqueo del patrimonio
público, donde más de 500 familias son desahuciadas cada día de sus
casas por los perros del sistema. Aullidos de odio de clase acompañan la
vida de esta caterva, disfrutan con nuestro dolor, con el miedo de
millones de seres humanos destruidos, arruinados, lanzados al abismo de
la desesperación y la barbarie.
La anciana teñida, repeinada, bien
vestida, con la barriga siempre llena, con la hiel y el insulto siempre
en la garganta, disfruta dando de comer sus selectos platos a su perro
“Pecas”, no se acuerda del inmenso daño que ella y su franquista partido
están haciendo a millones de familias españolas, ironiza con sus
recortes, bromea con sus reformas miserables, las que están induciendo a
miles de personas desesperadas al suicidio cada año por motivos
económicos.
Perros y perras, ladridos y chillidos de
placer cada vez que una nueva familia acaba en la calle, cuando su
buena amiga Botella entrega las casas desahuciadas a los fondos buitre
de su adorado hijo, meadas en cada pared marcando el territorio de su
inmundicia, ese despacho lujoso donde se huelen sus culos identificando
el olor nauseabundo de la corrupción, de los abusos de poder, mientras
la viejita alimenta a su canino colega con los restos del banquete
diario, un olor a mierda que envilece el ambiente, que oscurece nuestras
vidas, el olor del fascismo, la depravación, la marca del hambre, la
que destruye y asesina el futuro.
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