01.05.2015. 2015
Aún recordamos cuando al
comienzo del ataque contra Libia, el diario "alternativo" InSurGente
editaba fotografías del líder antiimperialista Gadafi junto a estadistas
occidentales, dando a entender que todos eran de la misma ralea. Fue su
manera de justificar el genocidio. Fidel también se vio obligado, por
cuestiones de alta política y protección de su pueblo, a hacerse fotos
con criminales como Aznar.
Acrítica actitud de la izquierda en relación con Libia
Se cumplen (....) años
de los hechos que llevaron a la desestructuración del Estado libio,
liderado hasta entonces por Muamar el Gadafi, y, por desgracia, se
cumplen también los peores presagios que solo unos pocos advirtieron,
allá por el 2011, acerca de los peligros de crear una 'zona cero' en el
norte de África, a orillas del Mediterráneo.
Y es que, si alguien
debería pedir perdón por todo lo sucedido, esa es la izquierda, que hoy
se rasga las vestiduras viendo cómo miles de personas tratan de huir de
conflictos que, en buena medida, ella amparó y alentó, en un pasado
reciente. Los llamados partidos 'de progreso' marcaron el terreno sobre
lo que 'urgía' hacer en una Libia que, juzgaban, era víctima de la
'feroz dictadura' del 'clan' Gadafi, el cual, se dijo, estaba
bombardeando a su propio pueblo, a pesar de que las evidencias de ese
'hecho fundacional' un supuesta represión aérea sobre Trípoli nunca
aparecieron, como sí se difundieron, meses más tarde, las imágenes del
asesinato del líder libio, por las que nadie pide abrir diligencias
penales.
Destacado entre quienes
llevaron la batuta de lo que procedía hacer en aquél momento, estuvo un
eurodiputado del partido Iniciativa por Cataluña (ICV), Raül Romeva,
quien proclamaba entonces lo siguiente, en el diario Público, en un
artículo titulado Dudas, certezas y razones ( 29 de marzo de 2011):
"Hay tres formas de
situarse ante la decisión del Consejo de Seguridad de intervenir en
Libia. Una es la de quienes consideran a Gadafi un revolucionario que
representa, junto a sus amigos Ahmadineyad, Chávez, Putin o Hu Jintao,
la única esperanza que le queda al mundo para no sucumbir al
imperialismo occidental. Es este un razonamiento que considero arcaico y
que no comparto ni por asomo. Baste decir que personalmente me sitúo en
las antípodas de esta forma de entender el mundo, y que si la salvación
de la izquierda pasa por seguir la estela de estos jinetes del
Apocalipsis, conmigo que no cuenten".
Todo un decálogo de
incertezas y sinrazones: las delegaciones diplomáticas de Rusia y China
se abstuvieron en el Consejo de Seguridad, facilitando los 'selectivos'
bombardeos de 'los amigos' de Obama, Sarkozy y Cameron, en un error que
no repitieron ambas legaciones con poder de veto con Siria, aunque ello
no haya impedido que prosiguiera un interminable conflicto en la región.
Es decir que las cosas
nunca son blanco o negro, tal como pretende la maniquea visión de
algunas voces con salarios superiores a los 15.000 euros al mes (base y
dietas en el Parlamento europeo), a quienes se supone mayor capacidad de
discernimiento, más resistencia a los grupos de cabildeo 'no
gubernamentales', y menor prejuicio hacia países o culturas no
homologables.
"A Gadafi, ni agua"
Tal era la expresión que
se decía entonces en los contornos de la izquierda. "¿Intervenir
tiene riesgos? Por supuesto. Pero no hacerlo también. ¿El Consejo de
Transición (rebeldes) no es garantía de nada? También es cierto, pero
presumo que una victoria de Gadafi tendrá consecuencias nefastas a
corto, medio y largo plazo. Por eso soy de los que piensan que, ante
todo, Gadafi no puede ganar", proseguía Romeva.
El resultado final de
todo aquello ya se vio entonces, aunque sólo lo vieran unos pocos. Pero
es hoy que conviene traerlo a colación, cuando muchos han querido
olvidar, interesadamente, las enormes responsabilidades que sus actos
políticos trajeron.
Conviene señalar el
cómplice papel de quienes se presentaron como dudosos moralistas ante la
sociedad, utilizando los medios a su alcance, pero que hoy esconden el
papel protagónico que tuvieron en aquel desbarajuste y en la anarquía
actual, tras su petición de armar a oposiciones 'democráticas' y de
golpear 'lo justo' al señalado. Precisamente hoy, que vemos cómo miles
de personas, huyendo de la penuria y de la guerra, naufragan en manos de
mafias migratorias que tienen su base en Libia, convertida en el
perfecto territorio sin ley.
Hay que pedir, aunque
sea tarde y mal, que se proclame una nota de arrepentimiento por el
hecho de haber presionado, desde las instituciones, en pos de conseguir
un giro de 360 grados en el país libio, que de país desarrollado y
ordenado, a inicios de 2011, pasó a constituir un problema regional de
gran magnitud e imposible gobernanza, con las infraestructuras derruidas
y las principales necesidades de los autóctonos desatendidas.
Eloy Pardo
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