Por Willi Gerns – Traducido por Alexandre García
Reflexiones para un análisis marxista de la política rusai
Teniendo
como telón de fondo los acontecimientos actuales en Ucrania, en este
momento estamos asistiendo en los países imperialistas a una campaña de
odio antirruso casi sin precedentes. En Alemania, recuerda terriblemente
a los años de la dictadura nazi y de la Segunda Guerra Mundial, al
igual que los años de apogeo de la Guerra Fría (en la época bajo la
forma de antisovietismo). Las ondas sonoras de esta campaña encuentran
allí un cierto eco en los elementos de izquierda. Por otro lado, en
encuentran aquí y allá reacciones a esta corriente, un apoyo
incondicional a la política rusa que no tiene en cuenta las relaciones
entre clases. Ninguno de estos dos análisis puede ser comunista.
Relaciones de propiedad y poder en Rusia
Como
marxistas, cuando juzgamos la política de un Estado, partimos de la
cuestión de saber cuál es el orden social, cuáles son las relaciones de
propiedad y de poder que reinan en este país, cuáles son los intereses
de clase que determinan esta política. Nos esforzamos igualmente,
mediante un “análisis concreto de una situación concreta”ii (Lenin), en averiguar el papel actual de este país en el contexto político mundial.
Cuando
aplicamos estos principios a la Rusia de hoy, se tienen que hacer las
constataciones siguientes. Rusia es un país capitalista en el que la
mayor parte de los medios de producción han pasado a manos de detentores
de capitales privados, después de una contrarrevolución antisocialista.
Lo que predomina en este sector, es la propiedad robada por el clan de
los oligarcas. En paralelo, pese a estas privatizaciones extendidas, aún
se encuentra un gran sector de propiedad estatal o de propiedad mixta
de medios de producción y medios financieros. Cuando se trata de
empresas estratégicas en estos sectores, por lo general el Estado aún
dispone de una mayoría de control.
El
poder político es ejercido por una élite dominante, en la que el poder
de la burocracia superior del Estado se alía cada vez más al poder
económico de algunos clanes de oligarcas. Haciendo alusión al poder
supremo en la Unión Soviética, los autores de un estudio publicado en
2012 en la rediii
sobre el mecanismo del poder en el régimen de Putin designan su
escalafón superior como el “Politburó 2.0”. Esta cuasi-institución del
poder colectivo, según los autores – los politólogos rusos Evgeni
Mitchenko (presidente del holding Mitchenko Consulting) y Cyrille Petrow
(dirigente de la sección de análisis del Instituto Internacional de
Evaluación Política) – se habría formado durante los años 2000 después
de la redistribución de los recursos de los pequeños clanes de
oligarcas, de la destrucción de los imperios mediáticos y la liquidación
de una gran parte de los jefes regionales.
El
presidente Putin apareció con un papel de árbitro y moderador. El jefe
del Estado ejercía igualmente un control directo sobre los contratos
gasíferos a largo plazo, la dirección del sector energético y los bancos
estratégicos. Son los miembros de este escalafón superior del poder,
así como sus posiciones políticas y económicas y sus socios más
cercanos, los que son designados “candidatos al Politburó 2.0”.
La
referencia al Buró político del Comité central de PCUS es exagerada.
Por entonces se trataba de la cima de un sistema de poder basado en otra
base económica del todo diferente, incluso opuesta. No obstante, la
descripción por parte de este estudio de la unión, como núcleo del
sistema, entre el poder político del Estado y la potencia económica de
algunos clanes de oligarcas particularmente cercanos al Kremlin es del
todo pertinente. Se puede hablar – pese a todas las particularidades –
de una variante de capitalismo monopolista de Estado en Rusia
Rusia, ¿un país imperialista?
El
marxismo-leninismo considera el capitalismo monopolista de Estado como
una variante de desarrollo de la fase imperialista del capitalismo. Es
por ello que quisiéramos abordar brevemente la cuestión de saber en qué
medida las características esenciales del imperialismo que Lenin
describió en su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo se aplican al capitalismo ruso de hoy.
En
lo que respecta a la política de Rusia, es necesario hacer una
distinción entre la política interior y exterior, al igual que entre dos
niveles en la política exterior.
La
política interior está determinada por las ganancias y los intereses de
poder de la clase dominante descrita más arriba. Está orientada, por un
lado, hacia la creación de condiciones favorables a la explotación más
eficaz y provechosa posible de la clase obrera rusa, pero igualmente,
por otro lado, hacia el asentamiento de la fortaleza del régimen a la
vez mediante concesiones sociales y una política de mano dura.
Por
otra parte, el posicionamiento, ocasionalmente positivo, con respecto a
la herencia de la Unión Soviética sirve también para obtener la
adhesión de sectores importantes del pueblo ruso hacia el régimen de
Putin, sectores que están orgullosos de la superpotencia soviética como
apogeo de la historia rusa. Este orgullo se expresa incluso en cierta
medida en algunos sectores de la clase dominante, en particular en
aquellos que, como Putin, provienen del grupo de los silowiki,
los portadores de uniforme. No obstante, esto ya no tiene nada que ver
con una simpatía por el socialismo. Esto refleja hoy posiciones
nacionalistas rusas, una aspiración a una Rusia capitalista fuerte.
Dos aspectos en la política extranjera rusa
En
la política extranjera, el primer aspecto concierne lo que en Rusia se
llama el “extranjero próximo”. Esta expresión se refiere a las
relaciones con los Estados que han sucedido a la Unión Soviética, con la
excepción de los Estados bálticos.
El régimen de Putin persigue allí
una política a largo plazo de reintegración bajo dirección rusa. El
pivote de esta unión es la unión aduanera entre Rusia, Bielorrusia y
Kazajistán, que después debe ser transformada en comunidad económica
eurasiática y después en unión eurasiática. En este terreno, se
reconocen en las relaciones de Rusia con sus socios más débiles unas
prácticas que recuerdan métodos imperialistas. Está el ejemplo, entre
otros, de la repetida presión económica sobre Bielorrusia para forzar a
sus dirigentes a abandonar la propiedad estatal bielorrusa de la
multinacional rusa Gazprom y abrir el camino a la entrada de los
oligarcas rusos en la economía bielorrusa.
Los
Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea quieren a toda costa impedir
una reintegración de las antiguas repúblicas soviéticas. Rusia debe
estar limitada a sus propias fronteras y al mismo tiempo debe ser
cercada económica y militarmente mediante tratados de asociación entre
la UE y los Estados sucesores de la Unión Soviética y por la
continuación de la ampliación de la OTAN en el este. Este es el telón de
fondo de la actual crisis ucraniana.
El segundo aspecto de la política exterior rusa concierne la política mundial. A diferencia de Estados Unidos y de sus acólitos de la OTAN, no se debe esperar hoy ni en un futuro próximo por parte de Rusia ambiciones de dominación mundial. No existe además la correlación de fuerzas necesaria para tal dominación. La Rusia de Putin persigue más bien oponer a las ambiciones de dominación mundial del imperialismo estadounidense un orden mundial multipolar. En este objetivo, existe una gran concordancia entre la posición de Rusia y los intereses de China y de los demás países BRICS, al igual que con los de otros países. Esta posición se encuentra objetivamente en los intereses de la paz y el progreso social.
La
toma en consideración de las afirmaciones de Lenin sobre la existencia
de diferentes variantes de la política capitalista e imperialista, al
igual que el análisis concreto de la situación concreta antes y durante
la Segunda Guerra Mundial, permitieron que la Unión Soviética, pese a
todas las contradicciones con las potencias occidentales imperialistas,
reconocieran en la Alemania imperialista el peligro principal para la
Unión Soviética y la humanidad. Ello se convirtió en el fundamento de la
lucha de la Unión Soviética por su seguridad colectiva e hizo posible
en los hechos, pese a todas las dificultades, la creación de la
coalición antihitleriana, factor significativo de la victoria sobre la
Alemania nazi.
Estoy
convencido de que el análisis concreto de la situación histórica
concreta actual en el mundo debe conducirnos a: reconocer claramente que
en el ámbito de la política internacional, Rusia también es un país
capitalista, dominado por oligarcas y una burocracia estatal
estrechamente ligada con aquélla; hacer una distinción clara entre Rusia
y las grandes potencias imperialistas y a considerar como peligro
principal para la paz y el progreso social la política de dominación
mundial del imperialismo estadounidense y de sus acólitos imperialistas
de la OTAN y la UE.
Willi Gerns es colaborador de la revista Marxistische Blätter.
Fuente: Etudes Marxistes
i Artículo publicado por primera vez en Unsere Zeit, junio de 2014, p.12
ii Lenin, “El comunismo”, Obras, t. 31, p.
iii Ver www.mitchenko.ru/analitika. Este estudio fue discutido en detalle en el número de Unsere Zeit del 14 de septiembre de 2012.
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