28 de febrero de 2015
Pavel Dremov es un
comandante popular, su nombre ha aparecido en la última lista de
sancionados de la UE sobre la guerra civil en Ucrania. Las personas de
esta lista tienen una cosa en común: no están del lado del gobierno de
Kiev.
Pavel Dremov, un
cosaco que se levanto en armas contra la operación de castigo lanzada
por Kiev, que lucha por una república socialista cosaca y que se
mantiene militar y políticamente al margen de las autoproclamadas
repúblicas populares de Lugansk y Donetsk, no se verá afectado por las
sanciones: no tiene dinero en Europa ni ganas de viajar, Europa ha
dejado de ser referente democrático y cultural para todas las rusias. A Pavel le han amenazo inluso con un“¡Putin te matará!” Que más da... ya lo están matando a él y a su pueblo la artillería ucraniana, en la guerra y en la tregua”.
La codicia de la
Unión Europea impide señalar a los de su bando, porque eso es: son
bandas. Al frente de ellas está Kolomoisky; quien abiertamente ofrece
recompensas por la captura de sus rivales; controla un imperio
mediático; dueño del grupo Privatbank, con sucursales bancarias en España;
principal sospechoso de organizar la masacre de Odesa, de poseer y
utilizar ejércitos privados y prófugo de la justicia rusa. Liashko
tampoco se queda corto, acusado por Amnistía Internacional de secuestro, organización de banda armada, coacción...
La lista de la UE
no afecta a otros oligarcas implicados en la guerra ni a sus
representates, veteranos de la guerra de Chechenia, como Dimitri Yarosh y
Oleg Tiagnibok, abiertamente fascistas y cuyos grupos armados,
integrados en los ministerios de interior y defensa de Ucrania, castiga a
la población rusofona del este de Ucrania,
considerada
inferior. Es la guerra del siglo XXI, generar un fanatismo religioso o
ultranacionalista, como el que desplegaron los talibanes en Afganistán,
Isis en Siria o el Pravy Sector en Ucrania, con el fin de provocar éxodos de población.
Las cartas ocultas
de la UE son mucho más comprometedoras que las estúpidas sanciones.
Tendría que rendir cuentas Catherin Asthon, cuya conversación con Urmas Paet revela
que los francotiradores que provocaron la caída de Yanukovich
trabajaban para la oposición, como en Venezuela en 2002, un “golpe de
manual”, donde “los medios de comunicación (quiero decir, la mentira) juegan un papel fundamental”.
Esos medios de
comunicación no muestran las bombas de racimo que el ejército ucraniano
lanza sobre ciudades; las bombas de clavos prohibidas en 1983; las milicias populares evacuando civiles en
blindados bajo fuego ucraniano; el bombardeo sistemático de
infraestructuras y caravanas de refugiados; el asesinato de periodistas
rusos; la reclusión de poblaciones enteras en sótanos durante semanas,
bajo la amenaza de francotiradores fascistas... por que eso es el
fascismo, además del folclore de la esvástica: la perpetuación o
imposición de un régimen reaccionario por la fuerza, llamase Ucrania o
Unión Europea... habría que preguntarle a Assange.
Y allí entra en
acción Mariano popular superatlantista (como Josemari) con la detención
de los héroes españoles que fueron a interponerse entre las bombas y el
pueblo del Donbass con riesgo para sus vidas... ¿qué diría Hemingüey?...
atentado contra los intereses de España ¿qué dirán los labradores que
ya no envían melocotones a Rusia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario