Desde
mayo de 2014, la Casa Blanca ha venido posponiendo la publicación de su
estrategia de seguridad nacional. En realidad, el presidente Obama se da
cuenta de que su equipo –aunque logra lidiar con los acontecimientos
mejor que el anterior– es incapaz de presentar un análisis coherente de
la situación mundial y de definir su doctrina. En todo caso, la
previsible pérdida de la mayoría demócrata en ambas cámaras del Congreso
debería obligarlo a buscar nuevos colaboradores.

- El presidente Obama con el jefe de su equipo de trabajo McDonough
Los electores estadounidenses votarán el 4 de
noviembre una renovación en la composición del Congreso. Es evidente que
el Partido Demócrata saldrá derrotado. Se prevé que los republicanos
lograrán incrementar su mayoría en la Cámara de Representantes y obtener
en el Senado la mayoría que ahora ostentan los demócratas, lo cual
reducirá el margen de maniobra del presidente Barack Obama.
Ese cambio no ayudará a esclarecer el comportamiento de Washington en
materia de relaciones internacionales. Las relaciones de la
administración Obama con su socio israelí están atravesando una grave
crisis de confianza en momentos en que Washington se prepara para la
conclusión de un acuerdo con la República Islámica de Irán. Existe
además una grave división en el seno de la administración Obama sobre
los principales temas del momento: la crisis con la Federación Rusa
resultante de la cuestión ucraniana, la guerra contra el Emirato
Islámico (o Daesh) y la manera de abordar la posible epidemia de ébola
en el mundo occidental.
Durante la formación de su segunda administración, Barack Obama
excluyó a todos aquellos que –aunque defendían públicamente su política–
en realidad la saboteaban con sus actos. Y sustituyó a aquellos rivales
por individuos fieles, que obedecieron sus orientaciones dando muestras
de lealtad pero que al parecer carecen de imaginación y creatividad.
En todo caso, el resultado es que hasta este momento, y
contrariamente a sus obligaciones, la Casa Blanca todavía no ha
redactado y dado a conocer su doctrina de seguridad nacional, doctrina
que debería haber presentado al Congreso en el pasado mes de mayo.
A la hora de tomar sus decisiones, el presidente parece apoyarse en
un equipo cada vez más restringido: su consejera en materia de seguridad
nacional Susan Rice y el jefe de su equipo de trabajo cuando se trata
de cuestiones diplomáticas y el jefe del Estado Mayor Conjunto, general
Martin Dempsey, en lo tocante a los temas militares. Aunque mantiene una
relación de confianza con sus secretarios de Estado y de Defensa,
John Kerry y Chuck Hagel, el presidente Obama parece verlos sólo como
simples ejecutores.
Los principios de la Casa Blanca
Este reducido equipo actúa siguiendo varios principios.

En
primer lugar, sus miembros estiman que Washington debe tener más
cuidado al escoger sus socios. En el pasado, recibían el visto bueno
quienes defendían en sus países los intereses de las transnacionales y
se comprometían a votar en las instituciones internacionales como quería
Washington. Hoy no basta con eso. Ahora hay que demostrar ser capaz de
mantenerse en el puesto y de desempeñar por largo tiempo el papel
asignado.

En
segundo lugar, los miembros del actual equipo presidencial consideran
que no hay que desplegar los grandes medios para resolver detalles.
Por ejemplo, en materia de contraterrorismo lo que hay que hacer es
concentrarse en evitar acciones masivas en vez de perder tiempo en la
búsqueda de hipotéticos «
lobos solitarios».

Y,
finalmente, aunque este equipo persiste en mantener el respaldo
estadounidense a la colonia judía de Palestina, ya no considera
confiable a la administración israelí y prefiere tratar directamente con
sus Fuerzas de Defensa [
1] .
Las posiciones de la Casa Blanca
En cuanto a los temas “calientes”, esos principios llevan la Casa Blanca a priorizar las siguientes posiciones:

Hay
que reconocer que Ucrania es un Estado fallido y que sus dirigentes son
incapaces y corruptos. El presidente Petro Porochenko elogió
públicamente a conocidos colaboradores de la ocupación nazi y su primer
ministro, Arseny Yatseniuk, fue atrapado en el aeropuerto cuando trataba
de huir con dinero robado gracias al puesto que ocupa. Así que no son
socios en los que Estados Unidos pueda confiar tanto como para desafiar a
Rusia. Por lo tanto, para conservar una carta en la manga hay que dejar
que siga agravándose la situación en la región de Donbass… pero también
hay que renunciar a la idea de empujar Moscú a la guerra.

Luego
de 3 años de guerra, la Coalición Nacional Siria sólo cuenta con el
apoyo de una reducidísima minoría de sirios. Así que no está
en condiciones de gobernar y tarde o temprano habrá que restablecer
relaciones normales con el presidente sirio Bachar al-Assad.
La prioridad, en este momento, es crear un entorno regional que obligue a
Siria e Irak a no perturbar el Orden Mundial cuando cesen las
hostilidades. Por lo tanto hay que destruir las instalaciones chinas
en Irak –Pekín se había convertido en el cliente más importante del
petróleo iraquí– y garantizar que el Ejército Árabe Sirio se mantenga
por lo menos durante una década tan ocupado con los problemas internos
que no pueda estar en condiciones de enfrentarse a Israel. Y también
habrá que buscar la manera de conservar el control sobre los yihadistas,
que parecen demasiado envalentonados con la victoria que se les regaló
en bandeja de plata.

Para
terminar, el ébola no representa de ninguna manera una amenaza para
Occidente. No pasa de ser un pretexto para justificar el despliegue de
las tropas del AfriCom [
2]
en África occidental. Pero ahora habrá que hacer frente a la histeria
que se ha apoderado del público estadounidense. El Centro para el
Control de Enfermedades (CDC) basado en Atlanta (Georgia) ha demostrado
su ineficacia y tendrá que sufrir las consecuencias.
El problema es que esas posiciones son simples reacciones antes los
acontecimientos en vez de anticiparse a ellos. Permiten manejar la
situación pero no constituyen una política. Así que el presidente Obama
está en busca de nuevos colaboradores que le propongan nuevas formas de
ver el mundo.
La Casa Blanca y el Estado Profundo
Queda por ver si cuando la Casa Blanca llegue a trazar una estrategia
podrá insertarla o no en el margen de maniobra que le deja la
estructura del Estado Profundo. Por el momento, el presidente Obama
ha tenido que echarse atrás en los dos objetivos que se había trazado
durante su campaña electoral: la tortura y el tema nuclear.

Seis
años después, todavía no se sabe qué es lo que impide el cierre del
campo de prisioneros de Guantánamo ni qué impide la publicación del
informe senatorial sobre el uso de la tortura bajo la administración
Bush. Parece, por lo pronto, que ese informe contiene elementos que
podrían provocar la apertura de investigaciones sobre otras cuestiones.
Denis R. McDonough, el ya mencionado jefe del equipo de trabajo de la
Casa Blanca, viajó a California para discutir el asunto con la senadora
Dianne Feinstein y tratar de llegar a una solución.

Lo
más importante es que Barack Obama se ha visto obligado a reactivar la
carrera armamentista, a pesar de que había prometido a sus electores un
mundo sin armas atómicas. Pero el Estado Profundo no está dispuesto a
renunciar a la superioridad que ya tenía. Y el Premio Nobel de la Paz
ha decido modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario