Mientras Ucrania avanza hacia lo que considera ser su sueño europeo,
dentro de la UE cada vez son más los países que ven sus esperanzas
frustradas. Hungría es uno de ellos, donde un 72% de la población afirma
haber vivido mejor bajo el socialismo.
La Unión Europea, símbolo de apoyo y de fuerza económica, un grupo
exclusivo de Estados con unos niveles de vida exigentes, pero que en
ocasiones se acaban ahogando. “Tengo 72 años y sigo trabajando porque
ahora no podría vivir de mi pensión. No podría mantener la calidad de
vida que tenía hace 50 años”, comenta un residente en Budapest, capital
de Hungría. “Las facturas han subido más rápido que las pensiones. Hace
20 años uno podía jubilarse a los 55 y vivir tranquilamente. Ahora es
imposible. Sigo trabajando”, explica otra lugareña.
La encuesta realizada por Pew Research, un centro de investigaciones que
analiza la opinión pública, evidenció en 2010 que un 72% de los
húngaros encuestados estaban seguros de que la situación actual de la
mayoría de la población del país era peor que bajo el comunismo. Aún
más: un 94% calificó la economía del país en general como “mala”. Desde
entonces, la situación no parece haber cambiado mucho.
“Los últimos diez años se han desperdiciado. El nivel de vida de los
húngaros es inferior al de hace una década. El consumo familiar es
inferior al de entonces y la inversión, también. Por eso, esta visión de
la población responde a la realidad”, comenta András Vértes, presidente
del Centro de Investigaciones Económicas GKI.
Sin embargo, en esta visión existe una brecha generacional. Quienes no
conocieron los tiempos comunistas, están satisfechos con la nueva etapa
que les ha tocado vivir. “Estoy contenta con el nivel de vida actual.
Creo que es mucho más fácil salir del país y viajar. Creo que el ingreso
a la Unión Europea fue un paso acertado para Hungría”, comenta una
joven residente en Budapest. “La capital ha mejorado, por ejemplo, ahora
tenemos nuevas infraestructuras gracias a los fondos europeos”, destaca
otra lugareña.
Según la cifra oficial, casi el 30% del total de las inversiones en el
país excomunista proviene de socios de la Unión Europea. “No sería
honesto si dijera que no tenemos influencia de Bruselas en nuestras
políticas, (…) pero es importante mantener el mayor margen de maniobra,
tanta libertad como sea posible, soberanía nacional y la capacidad del
Gobierno de velar por los intereses del país (…). Estamos intentando
mirar hacia el este para establecer relaciones comerciales con países de
Asia Central, con ex repúblicas soviéticas y también con otros países
de oriente. Pero eso lleva tiempo”, puntualiza Gábor Orbán, secretario
de Estado del Ministerio de Economía de Hungría.
A pesar de que Hungría reconoce los compromisos que conlleva ser parte
del club europeo, todavía está fuera de la eurozona: los precios siguen
estando en florines. El Gobierno no contempla la adopción del euro ni a
corto ni a medio plazo.
RT
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