POR MUCHO QUE LA LIMPIEN, SIEMPRE DESPRENDERÁ MIERDA, SANGRE Y TERROR
Sólo un visionario nato (o un Rappel con título universitario), cuando no un filósofo que quiere justificar sus delirios acusando a otros pensadores de difundir afirmaciones de carácter aún más fantasmagórico que las propias, es capaz de inventarse el término CONSPIRANOICO/A.
Con el ingeniosísimo
palabro, tratan de descalificar a quienes llevan décadas demostrando
con luz, taquígrafos, internet, correos electrónicos, otros documentos y
entrevistas, que la llamada Agencia Central de Inteligencia (CIA, por
sus siglas en inglés) mantiene entre sus militantes a miles de personas
que no residen en los EE.UU., de los que una parte realiza trabajos a
nivel ministerial en diferentes naciones del globo, mientras que el
resto colabora activamente en todas las involuciones violentas (que el
perrodismo llama “revueltas populares“) que se producen en el mundo, cuando no formando parte de las bandas terroristas (que en ese mismo ámbito se denominan “rebeldes“).
Todos esos mercenarios/as del imperio estadounidense forman una red de espionaje multipolar, cuyos tentáculos se extiende desde China a Chile, desde España a Australia, desde Sudáfrica a Finlandia o desde Japón a La India.
Han bastado dos repasos a los correos y documentos revelados por Edward Snowden y anteriormente los aportados (vía Bradley Manning) por el australiano Julian Assange, para dejar, una vez más, con el trasero al aire a aquellos que negaban tales entramados.
Esos “otanistas que quieren parecen antiotanistas”, entre los que se incluyen perrodistas aparentemente racionales como Olga Rodríguez, Ignacio Ramonet, Alberto Pradila o Iñaki Soto, monaguillos de la iglesia de San León Trotski y San Tiago Alba, han mostrado en sus artículos sobre los conflictos libio, sirio o ucraniano una miseria informativa e ideológica paralela a su enorme fe en las primaveras muertas.
DICK CHENEY ANUNCIA UN NUEVO ATENTADO CONTRA EE.UU. ME PREGUNTO ¿QUIÉN ESTARÁ DETRÁS?
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