La emancipación del ser humano pasa por la destrucción del
capitalismo La mayoría vivimos en ciudades, diseñadas con las
necesidades del modelo de acumulación capitalista. Sin embargo, es
conveniente un sistema productivo a escala controlable, a la vez que un
sistema urbano más disperso
La emancipación del ser humano pasa por la destrucción del capitalismo
La mayoría de los humanos vivimos en ciudades, grandes o pequeñas. Pero las ciudades están diseñadas y transformadas de acuerdo con las necesidades del modelo de acumulación capitalista. Sin embargo, es conveniente un sistema productivo, agrario e industrial, a escala controlable, a la vez que un sistema urbano menos concentrado, más disperso. Un modelo de ciudades y de empresas que combine la posibilidad de recuperar el tiempo libre para actividades creativas o sociales, así como para controlar y tratar los deshechos, y restituir los fertilizantes. En otras palabras, es indispensable recomponer esa división marcada por lo urbano y lo rural, y así evitar la ruptura en el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, introducido por el sistema. [1]
Además, el modelo de acumulación capitalista exige siempre desigualdad y pobreza, [2] manifestadas en varios problemas sociales, tales como la frecuencia y el volumen de los desahucios, las tasas de paro crónico, la incidencia de la precariedad de los contratos y las condiciones laborales, las diversas reformas del sistema público de pensiones, los recortes o reducciones del gasto en los programas de salud, educación pública, y ayudas sociales, la desposesión de derechos pero también de bienes físicos y financieros, etc., los cuales conlleva a que las poblaciones contemplen alarmadas el futuro totalmente incierto que les aguarda dentro del capitalismo. Es tal la agresión de las políticas neoliberales al bienestar de las poblaciones que se entiende que los movimientos sociales concentren todas sus movilizaciones en contrarrestarlas en el inmediato plazo.
Es esta precariedad de vida e urgencia programática política la que introduce la carencia de una visión sistémica contra el capitalismo, carencia que nos lleva a pensar en modelos alternativos de sociedad, así como en procesos alternativos de cambio social para rellenar este vacío. [3] Es decir, y aún a pesar de la exigencia coyuntural de aportar respuestas inmediatas a tal ingente desposesión, las mismas personas y los mismos movimientos frecuentemente se hacen preguntas acerca de las posibles alternativas al capitalismo. Es decir, hay que abordar el vacío actual que se da entre la praxis y la teoría, entre las soluciones diarias a las disfunciones dentro del sistema, y expresadas en miles de mareas, y las alternativas que cada vez son más apremiantes contra el sistema, si la izquierda todavía aspira a mantener el objetivo de transformar el capitalismo.
Un esquema de transformación contra el capitalismo
Toda transformación social anticapitalista ha de contener una estructura de cambio: desde unos sujetos activos (individuales y colectivos), hasta unos procesos y unos instrumentos. Para que estas características que componen la estructura de la transformación sean coherentes entre si han de marcar bien claro cual es el o los puntos de llegada. Decía que hay muchas alternativas al capitalismo, aunque yo proponga la sociedad comunal como lugar de llegada. Sin embargo, a mi me parece que el municipalismo como proceso y la Renta Básica de las iguales y la Riqueza comunal podrían bien ser unos instrumentos pertinentes, especialmente en las primeras épocas de diseño e implantación de la alternativa al sistema. En este trabajo vamos a explicar la idoneidad del proceso municipalista, dejando para un segundo artículo la explicación de los instrumentos mencionados, así como la sociedad comunal como alternativa al capitalismo. [4]
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