20 de julio de 2014
No se trata de la primera vez que un avión comercial es derribado por el ejército norteamericano. El derribo del avión de Malaysian Airlines en Ucrania, en el marco de la guerra de limpieza étnica llevada a cabo por el ejército ucraniano al servicio del gobierno fascista de Kiev, tiene un antecedente que, como los culpables fueron los "buenos de las películas", el ejército yankee, los medios de comunicación han enterrado en el silencio mediático.
Hay datos sobrados para afirmar que el avión malayo ha sido derribado por unidades de Kiev (aviones o misiles a/a de alta cota). Los comentarios del controlador aéreo español que trabaja en el espacio aéreo ucraniano y que, hace tiempo, fue amenazado por los fascistas ucranianos por contar las cosas como son, son claros [Ver intercambio de twets] : la altura de vuelo, la inexistencia de baterías capaces de interceptar en territorio de Novorossia, los cazas ucranianos que acompañaron al avión, la declaración horas atrás del presidente de Novorossia pidiendo un cese del fuego y la inmediata reacción de Kiev pidiendo una escalada en la intervención de USA. El avión volaba, por otra parte desviado hacia la zona de guerra, alejado de la trayectoria de su ruta habitual. [Ver ruta habitual] Debe añadirse a la ecuación que para derribar algo a 10.000 ms. no se precisa un sistema S.300, que algo bastante más poderoso. Novorossia afirma de forma tajante que no dispone de baterías antiaéreas capaces de actuar a esa altura. Se debe recordar que hace unos días se derribo un Antonov 25 de las Fuerzas Aéreas de Ucrania a 6.500 ms, lo que llevó a Kiev a suspender los vuelos militares de observación o transporte por la zona de guerra: debería haberlo hecho extensivo a la aviación civil, en vez de desviar conscientemente al avión de Malaysian Airlines hacia la zona en conflicto y a baja altura.
No debe olvidarse una pregunta clave. ¿A quién conviene una acción de este tipo? A Novorossia no, desde luego y a Rusia mucho menos.
En 1988, sobre las aguas del Golfo Pérsico, el 3 de julio, un Airbus A300 de la compañia Iran Air despegó del aeropuerto Bandar Abbas con destino a Dubai. El avión estaba todavía en fase de despegue cuando un crucero norteamericano lo destruyó con un misil. Las autoridades norteamericanas explicaron diciendo que intentaron comunicarse con el avión de pasajeros a través de una frecuencia militar y este no les respondió (algo curioso cuando el vuelo Iran Air 655 no tenía acceso a frecuencias militares. EE.UU. jamás pidió excusas ni tuvo condena alguna por aquel asesinato en masa de civiles; al contrario, los oficiales del USS Viscennes, como se llamaba el destructor protagonista de la matanza, fueron premiados por sus servicios extraordinarios. De los 290 pasajeros que se encontraban a bordo, 66 eran niños (ver video al final de la entrada).
Volviendo al nuevo derribo de un avión comercial, en este caso Kiev no se puede permitir la paz, pues sus compromisos con la Shell Oil a la que ya ha vendido de hecho el territorio de Donetsk le impiden aceptar cualquier acuerdo que no pase por la rendición incondicional de los republicanos de Novorossia. Sin embargo, los planes se le están poniendo muy mal, ante la dura defensa de los antifascistas del este.
Entonces, ¿Cui prodest? ¿Quién es el beneficiado del crimen? Un simple razonamiento policial aplicado al asesinato en masa sobre el cielo de Ucrania nos llevará hacia el principal sospechoso, el ejército ucraniano, quizás apoyado por sus principales aliados y sostenedores, que ya en otras ocasiones no han dudado en perpetrar matanzas contra civiles, y no solo en ataques contra aviones comerciales, para conseguir sus objetivos.
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