21.07.2014
Dani Sierra, el pasado viernes en su habitación de Bellvitge. / MASSIMILIANO MINOCRI
Un joven barcelonés de 18 años se niega a que le trasladen de la
habitación que ocupa desde hace quince días en la planta de
traumatología del Hospital Bellvitge de la capital catalana como
protesta por los recortes que se está produciendo en este centro
sanitario. Sabe que en el momento en que salga de allí, la planta será
cerrada por las autoridades del hospital.
Dani Sierra, que sufrió un accidente cuando viajaba como
acompañante en una moto que le provocó heridas muy graves en el pie y la
rotura de fémur, tibia y peroné, ocupa él solo la habitación 1010 y
ahora es el único paciente del área de traumatología de la planta 10,
que el centro tenía previsto clausurar durante el verano, según adelanta
hoy El País.
Hace unos días, ha explicado Sierra a Efe, los responsables de la supervisión del hospital le comunicaron que era necesario trasladarlo a otra planta porque se iban a realizar una serie de obras, a lo que el joven se negó como medida de presión por la precaria situación en la que se encuentran algunas áreas hospitalarias, entre ellas la de urgencias.
"Me dijeron que me iban a cambiar de planta y yo les dije que no, que no me iba a mover, que ésta era la planta de traumatología. Dicen que son cierres temporales y luego las acaban cerrando de forma definitiva", comenta el combativo joven, residente en Vallirana y que acaba de terminar un grado de electromecánica.
Sierra denuncia que, antes de esta negativa, recibió presiones por parte de la supervisión de la planta y que incluso se le amenazó con que le iban a dejar sin comer, aunque en estos días ha sido atendido "sin problemas" en todo momento por el personal médico y de enfermería, reconoce.
Por su parte, una portavoz del área de Comunicación de Bellvitge ha precisado a Efe que el paciente, a pesar de su postura, será "atendido y no se va de allí", de la plata de traumatología, aunque no ha precisado si esta situación seguirá el resto del verano.
"Que esté tranquilo, que no padezca absolutamente por nada", ha señalado la misma fuente en referencia al joven, que ha eludido explicar por qué la planta décima de Bellvitge está prácticamente vacía de pacientes y la supuesta presión que recibió Sierra de la supervisión de la misma.
Durante unos días, Dani, que se encuentra a la espera de una intervención fijada para el próximo miércoles, tuvo compañero de habitación, "pero se lo llevaron engañado porque le dijeron que se iban a hacer reformas y a pintar las habitaciones".
De hecho, y aunque las obras han comenzado ya y pueden resultar molestas para un paciente, el joven insiste en quedarse.
Sierra no se considera un "héroe" por esta acción, pero cree que los ciudadanos han de actuar. "Desde que estoy aquí y paso por urgencias veo cada día a la misma gente que no tiene cama, mientras que en esta planta hay muchas vacías; es una situación que no podemos aceptar, los ciudadanos hemos de decir no", añade el joven, que se encuentra acompañado en todo momento por su familia.
Esta misma semana, representantes del área de sanidad del sindicato UGT denunciaban que la Generalitat tenía previsto cerrar un 30% de las camas del hospital de Bellvitge, y mostraban su preocupación ante la posibilidad de que la clausura de camas en verano se convertiera "en un cierre estructural".
También el diario El País recogía esta noticia, presentada por la periodista Jessica Mouzo Quintáns desde Barcelona.
Hace unos días, ha explicado Sierra a Efe, los responsables de la supervisión del hospital le comunicaron que era necesario trasladarlo a otra planta porque se iban a realizar una serie de obras, a lo que el joven se negó como medida de presión por la precaria situación en la que se encuentran algunas áreas hospitalarias, entre ellas la de urgencias.
"Me dijeron que me iban a cambiar de planta y yo les dije que no, que no me iba a mover, que ésta era la planta de traumatología. Dicen que son cierres temporales y luego las acaban cerrando de forma definitiva", comenta el combativo joven, residente en Vallirana y que acaba de terminar un grado de electromecánica.
Sierra denuncia que, antes de esta negativa, recibió presiones por parte de la supervisión de la planta y que incluso se le amenazó con que le iban a dejar sin comer, aunque en estos días ha sido atendido "sin problemas" en todo momento por el personal médico y de enfermería, reconoce.
Por su parte, una portavoz del área de Comunicación de Bellvitge ha precisado a Efe que el paciente, a pesar de su postura, será "atendido y no se va de allí", de la plata de traumatología, aunque no ha precisado si esta situación seguirá el resto del verano.
"Que esté tranquilo, que no padezca absolutamente por nada", ha señalado la misma fuente en referencia al joven, que ha eludido explicar por qué la planta décima de Bellvitge está prácticamente vacía de pacientes y la supuesta presión que recibió Sierra de la supervisión de la misma.
Durante unos días, Dani, que se encuentra a la espera de una intervención fijada para el próximo miércoles, tuvo compañero de habitación, "pero se lo llevaron engañado porque le dijeron que se iban a hacer reformas y a pintar las habitaciones".
De hecho, y aunque las obras han comenzado ya y pueden resultar molestas para un paciente, el joven insiste en quedarse.
Sierra no se considera un "héroe" por esta acción, pero cree que los ciudadanos han de actuar. "Desde que estoy aquí y paso por urgencias veo cada día a la misma gente que no tiene cama, mientras que en esta planta hay muchas vacías; es una situación que no podemos aceptar, los ciudadanos hemos de decir no", añade el joven, que se encuentra acompañado en todo momento por su familia.
Esta misma semana, representantes del área de sanidad del sindicato UGT denunciaban que la Generalitat tenía previsto cerrar un 30% de las camas del hospital de Bellvitge, y mostraban su preocupación ante la posibilidad de que la clausura de camas en verano se convertiera "en un cierre estructural".
También el diario El País recogía esta noticia, presentada por la periodista Jessica Mouzo Quintáns desde Barcelona.
El último resistente
Dani Sierra se niega a que lo cambien de habitación para evitar el cierre la planta 10 de Bellvitge
Al fondo de uno de los pasillos de la planta 10 del Hospital de Bellvitge,
un par de enfermeras se apresuran a ordenar unos papeles en el
mostrador de la unidad de traumatología. No hay mucho trabajo en el
servicio. Todas las habitaciones permanecen vacías, las puertas abiertas
de par en par y las camas mostrando el crudo somier. Solo un cuarto, el
1.010, tiene la puerta cerrada. Dentro de la estancia, parapetado en su
cama, con la pierna escayolada en alto y una videoconsola sobre la
mesa, Dani Sierra, de 18 años, se recupera del accidente de moto que
sufrió hace un par de semanas. El joven es el último paciente que queda
en la unidad 10.1, una de las áreas que el hospital pretendía cerrar
dentro de la planificación prevista para el verano. “Desde el viernes
pasado han venido a decirme que me tenía que ir, pero yo siempre he
dicho que no. Esta es mi planta, en la que tengo que estar, y no me
voy”, sentencia el joven.
En medio de una guerra abierta de trabajadores y usuarios contra la gerencia del Bellvitge y la dirección del departamento de Salud por el colapso de las urgencias y el cierre de camas en verano —el hospital prevé cerrar unas 200 plazas hasta septiembre—, el joven ha puesto una reclamación al centro por las “coacciones” que asegura haber recibido por parte de varias supervisoras de enfermería para abandonar la planta. “Me dijeron que me tenía que ir sí o sí porque las puertas iban a quedar cerradas. Me dijeron que no me traerían de comer ni sería atendido por los médicos si me quedaba”, explica. El hospital ha negado “categoricamente cualquier tipo de coacción por parte del personal” y ha asegurado que “no se dejará de atender a nadie”. Pero entre los usuarios hay desconfianza.
En los centros públicos, los pacientes pueden negarse a ser
trasladados a otra habitación si así lo consideran y el hospital no
puede obligarlos a cambiarse.
Dani Sierra asegura que, tras la reclamación, las coacciones continuaron. “Volvieron otra vez unas supervisoras a decirme que si mantenía la idea de quedarme, vendría alguien de dirección a sacarme, porque ellos sí tenían autoridad para hacerlo”, explica.
Por su parte, el centro ha insistido en que “no se amenaza a nadie” para que se cambie de cama y defiende que el traslado del joven es necesario porque el centro, que continuará adelante con el calendario previsto, prevé iniciar “obras de mejora” en la planta 10 de inmediato. De hecho, el viernes, ya habían comenzado. “Se harán las obras hasta donde se pueda. Al chico se preveía trasladarlo a otra cama de su propio servicio, el de traumatología, pero en otra planta. Si no se quiere ir, en esa habitación no se entrará”, explica un portavoz de Bellvitge.
A pesar de los martillazos que retumban en la habitación de al lado, Dani se niega a ceder: “Después de las amenazas del otro día de que me iban a dejar sin comer, ahora sí que no me muevo. Que se atrevan”, reta el joven, visiblemente enfadado. “Yo no me quiero ir, porque veo como está la sanidad en estos momentos y no quiero que vaya a más. Están cerrando plantas y una treintena de personas ahí abajo en urgencias esperan una cama, cuando aquí están todas vacías. No es justo”, denuncia. La semana pasada, las urgencias de Bellvitge volvieron a colapsarse durante varios días acumulando hasta 31 pacientes en los boxes pendientes de ingresar en planta. La saturación del servicio obligó al hospital a abrir una planta que suele permanecer cerrada todo el año.
A las puertas del piso 10, una decena de trabajadores y vecinos de l'Hospitalet de Llobregat hacen guardia como muestra de apoyo a la resistencia del joven. Tanto ellos como Dani temen que el centro “aproveche para trasladarlo a otra planta cuando lo bajen a hacerse una prueba”. El próximo miércoles, el joven volverá a ser intervenido de la fractura, pero asegura que exigirá un documento por escrito conforme volverá al cuarto 1010 cuando salga del quirófano. “De todas formas, tendré a gente esperando en la habitación y a las puertas del quirófano para asegurarse de que me vuelven a traer aquí. Yo no me voy hasta que me den el alta, y va para rato”, advierte el último resistente de la 10.1.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/07/19/catalunya/1405787228_498261.html
En medio de una guerra abierta de trabajadores y usuarios contra la gerencia del Bellvitge y la dirección del departamento de Salud por el colapso de las urgencias y el cierre de camas en verano —el hospital prevé cerrar unas 200 plazas hasta septiembre—, el joven ha puesto una reclamación al centro por las “coacciones” que asegura haber recibido por parte de varias supervisoras de enfermería para abandonar la planta. “Me dijeron que me tenía que ir sí o sí porque las puertas iban a quedar cerradas. Me dijeron que no me traerían de comer ni sería atendido por los médicos si me quedaba”, explica. El hospital ha negado “categoricamente cualquier tipo de coacción por parte del personal” y ha asegurado que “no se dejará de atender a nadie”. Pero entre los usuarios hay desconfianza.
“Están cerrando plantas mientras hay atasco en las urgencias de Bellvitge”
Dani Sierra asegura que, tras la reclamación, las coacciones continuaron. “Volvieron otra vez unas supervisoras a decirme que si mantenía la idea de quedarme, vendría alguien de dirección a sacarme, porque ellos sí tenían autoridad para hacerlo”, explica.
Por su parte, el centro ha insistido en que “no se amenaza a nadie” para que se cambie de cama y defiende que el traslado del joven es necesario porque el centro, que continuará adelante con el calendario previsto, prevé iniciar “obras de mejora” en la planta 10 de inmediato. De hecho, el viernes, ya habían comenzado. “Se harán las obras hasta donde se pueda. Al chico se preveía trasladarlo a otra cama de su propio servicio, el de traumatología, pero en otra planta. Si no se quiere ir, en esa habitación no se entrará”, explica un portavoz de Bellvitge.
A pesar de los martillazos que retumban en la habitación de al lado, Dani se niega a ceder: “Después de las amenazas del otro día de que me iban a dejar sin comer, ahora sí que no me muevo. Que se atrevan”, reta el joven, visiblemente enfadado. “Yo no me quiero ir, porque veo como está la sanidad en estos momentos y no quiero que vaya a más. Están cerrando plantas y una treintena de personas ahí abajo en urgencias esperan una cama, cuando aquí están todas vacías. No es justo”, denuncia. La semana pasada, las urgencias de Bellvitge volvieron a colapsarse durante varios días acumulando hasta 31 pacientes en los boxes pendientes de ingresar en planta. La saturación del servicio obligó al hospital a abrir una planta que suele permanecer cerrada todo el año.
A las puertas del piso 10, una decena de trabajadores y vecinos de l'Hospitalet de Llobregat hacen guardia como muestra de apoyo a la resistencia del joven. Tanto ellos como Dani temen que el centro “aproveche para trasladarlo a otra planta cuando lo bajen a hacerse una prueba”. El próximo miércoles, el joven volverá a ser intervenido de la fractura, pero asegura que exigirá un documento por escrito conforme volverá al cuarto 1010 cuando salga del quirófano. “De todas formas, tendré a gente esperando en la habitación y a las puertas del quirófano para asegurarse de que me vuelven a traer aquí. Yo no me voy hasta que me den el alta, y va para rato”, advierte el último resistente de la 10.1.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/07/19/catalunya/1405787228_498261.html
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