Pedro A. García Bilbao
[Sociología Crítica. 21 de mayo de 2014]
En ocasiones hay que
arriesgarse, este artículo forma parte de un estudio más amplio en
proceso. Ante la evolución continua de los hechos (es lo que tiene la
realidad, que sigue su propia dinámica) optamos por publicar esta
reflexión: es también un modesto homenaje a los que han caído en Odessa,
Slavianks, Kromatorsk en defensa de la libertad, dando la cara ante el
fascismo.
Poroshenko es el
candidato mejor situado en Kiev ante las elecciones farsa del día 25:
las encuestas así lo afirman según nos informa la prensa europea,
decidida a que la realidad no altere las previsiones. Este oligarca está
siendo apoyado por los occidentales como mejor opción frente a los
descartables actuales dirigentes—impresentables cada día más ante la
opinión pública internacional, además de incapaces de aplastar la
rebelión del Sur-Este (Yugo-Vostok)— y a la incontrolable y
desprestigiada Timochenko, por otra parte patológicamente antirrusa. ¿se
confirmará tal elección? Lo sabremos en breve. Lo que sí está
confirmado es que las elecciones no van a ser otra cosa que un engaño,
habida cuenta de las nulas condiciones democráticas en un estado que no
controla buena parte de su población y territorio.
Petró Poroshenko —al
que se nos vende como una especie de simpático emprendedor chocolatero—
cuenta además con importantes empresas e intereses en la Federación
Rusa y se especula con que Moscú podría ver su elección como la
oportunidad que se precisa para una solución pacífica. Poroshenko sería,
de ganar en las elecciones, reconocido de inmediato por unos y otros —
occidentales y rusos— según temen apreciables fuentes de la zona. Su
cometido sería lograr una tarea muy difícil, ofrecer diálogo al
sur-este, cediendo en alguna forma de federalización a cambio de aislar y
separar del poder a los «extremistas» de izquierda que desean un estado
liberado de oligarcas; la jugada consistiría en sumar a Putin a la
tarea de volver a controlar el sur-este, cediendo en algunas cuestiones
(neutralidad, federalismo, idioma).
La iniciativa podría
iniciarse si gana, pero en modo alguno es seguro que pueda triunfar o ir
adelante fácilmente. Su frente interno es inestable: la extrema derecha
y sus milicias son su principal apoyo en la calle y para estos
cualquier acuerdo es visto como traición; Y.Timochenko se opone
totalmente a este acuerdo que supondría su liquidación política y tal
vez no solo política, además ya ha amenazado con un nuevo «maidan»,
donde intentaría sumar fuerzas para derrocar al nuevo gobierno, algo de
improbable éxito, pero que representa un frente de desestabilización a
cualquier intento de Poroshenko por escoger otras vías y le obligaría a
prestar mucha atención a su frente interno. Por otra parte, para que la
operación «Poroshenko» salga se necesitaría la complicidad de Rusia. Un
reconocimiento de las elecciones y de un ganador supone legitimar al
gobierno de Kiev salido de Maidan, se ponga uno como se ponga y eso sólo
tiene una lectura pública si Moscú se suma al carnaval Poroshenko:
desautorización a la rebelión del Sur Este.
De optarse por esta vía
la única salida sería activar a los «prorrusos» que de verdad existan en
el movimiento rebelde; es decir, que Moscú aparezca públicamente
rompiendo la unidad de los resistentes. ¿Puede asumir esta acción el
presidente Putin? Existiría aquí una contradicción esta vez en el frente
ruso muy notable y difícil de superar. Sin la salida de escena de la
extrema derecha nazi, para Moscú un acuerdo con Poroshenko sería letal
de necesidad pues en sas condicoones llevar la división al Donetsk
resultaría criminal. Está emergiendo con una rapidez inaudita un nuevo
fenómeno, que estaba ahí, pero que ahora se hace patente. El factor
lucha de clases.
El día 22 de mayo el
Partido de la Nueva Rusia celebrará su congreso fundacional. Tres días
antes, Akhmetov, oligarca dueño de una colosal fortuna y propietario de
minas y empresas en el Donbass, movió ficha y abandonando sus intentos
de permanecer por encima de la política, declaró su oposición a la nueva
República Popular de Donetsk e intentó sacar a sus obreros y empleados a
la calle contra la «chusma» separatista. La acción ha sido jaleada en
España por la prensa, ahí esta la explícita crónica de El País y la
reveladora posición de Público —propiedad de otro oligarca, esta vez
local, a sueldo del poder.
De la miseria moral de
la prensa española nos da cuenta de que la acción de un capitalista de
turbio origen, Akhmetov, coaccionando a miles de trabajadores, en una
versión con esteroides de la acción de El pocero contra la alcaldía de
Seseña— intentando combatir la rebelión antifascista, ha sido calificada
de intento de devolver la tranquilidad y frenar a los desharrapados
forajidos «prorrusos».
La acción se llevó a
cabo en Mariupol. fundamentalmente, donde hay menos presencia de las
Milicias Populares, y se puede afirmar que ha sido un notorio fracaso
que ha permitido, por el contrario, clarificar mucho la situación. La
respuesta de la República Popular del Donetsh ha sido advertir
públicamente que las propiedades y empresas de los traidores al nuevo
poder popular serán confiscadas y nacionalizadas1.
Confiscar y nacionalizar las posesiones de Akhmatov supondría, dada su
concentración de poder económico personal, que la nueva República
Popular tendría un régimen de economía mixta. Los dirigentes de la
República han sido extremadamente claros y han mostrado su voluntad de
no admitir pulsos de este tipo y de defender el carácter social de la
nueva República Popular. «Akhmatov en estado de pánico», tituló Novorossia, portavoz de la RPD, al día siguiente.
Tras el día 22 se sabrá
la orientación ideológica del nuevo Partido de la Nueva Rusia que está
intentado crearse en la naciente RP del Donetsk. Los hechos, que no las
palabras, hablan ya de una clara orientación revolucionaria, pues tal
adjetivo es lícito cuando tenemos ante nosotros la quiebra de poderes
oligárquicos a manos de milicias populares armadas y que han ocupado los
resortes del poder hasta donde sus armas les han llevado. ¿Cómo van a
reaccionar los actores geoestrategicos implicados en Ucrania ante esta
deriva insospechada?
Una actuación inteligente por parte de Moscú sería favorecer —bastaría con no combatirla— esta deriva roja en
el Donbass, cuyo modelo o límite de este postrero «asalto a los cielos»
podría ser el de Bielorrusia, pero un mínimo análisis dialéctico
mostraría que su propio interés de clase le pude llevar a actuaciones
contrarias; para que Moscú no actue en contra del movimiento
antioligarquico en el Yugo-Vostok se necesitaría algo más inteligencia
politica, sino una sensibilidad de clase absolutamente improbable.
¿Habrán aprendido la lección en el Kremlin? ¿Hasta el final, queremos
decir?¿No se dan cuenta de que la lógica implacable de la lucha de
clases es la de un proceso social objetivo y no fruto de opniones, y que
en ella, en el plano internacional, Rusia está condenada por el
capitalismo anglosajón a ser aniquilada? En esta lucha geoestratégica
sofocar la llama roja del Donbass podría ser, no ya un crimen, sino algo
más que un simple error, podría ser el último error. Confiemos en que
no les sacrifiquen, no porque sean de izquierda en Moscú, que sabemos
que no lo son, sino simplemente por que no sean estúpidos del todo.
En cualquier caso no
debe olvidarse que Moscú está jugando una compleja batalla y las reglas
de enfrentamiento en el campo diplomático son muy particulares; no se
debe juzgar a Moscú de forma precipitada: hay muchas claves que
desconocemos. No se trata solamente de comprobar si reconocen a
Poroshenko, si no si hacen movimientos hostiles a la República Popular
de Donetsk; eso sí sería significativo.
El hecho es que el juego
geoestratégico librado es muy duro, pero para los vencedores de la
Guerra Fría, ver banderas rojas en tierra rusa —aunque sean las del 9 de
mayo— es más de lo que podrían soportar y no deben descartarse acciones
«conjuntas» para aplastar cualquier brote de resistencia
antioligarquico.
Hay muchas preguntas que
deben plantearse. Se ha visto que el ejército y las fuerzas de
seguridad de Ucrania son incapaces de sofocar la rebelión en el
Sur-Este; que los intentos de movilizar reservistas están fracasando,
los de llevar a la línea de frente a unidades regulares y obligarles a
disparar provocaba que los efectivos se pasaban al otro lado y que usar
armamento pesado no era posible porque una escalada en tal sentido
forzaría una respuesta rusa. Pues bien, si el ejército de Ucrania no se
puede utilizar contra su pueblo, como se está viendo, ¿no podría
resultar una solución una acción militar que rescatase el orden
constitucional en Kiev? ¿No hay fuerzas patrióticas y profesionales
capaces de derribar a la Junta Golpista? ¿No hay «prorrusos» en el
ejército, si hemos de usar la terminología occidental? Se ve aquí la
naturaleza del estado Ucraniano premaidan, un estado corrupto
e incapaz que necesitaba un ejército corrupto e incapaz, al que le
bastaba el desánimo, la atomización social, el descrédito de partidos y
sindicatos y la precariedad y el miedo para tener sometida a la
población, aplastada por oligarcas —capitalistas de nuevo cuño salidos
del robo de la propiedad pública—.
Nuestra hipótesis es que
todos los servicios de información infiltrados en las Fuerzas Armadas
de Ucrania desaconsejan cualquier intento de golpe militar contra la
Junta de Kiev; de entrada, no hay actores políticos en Kiev que podrían
encabezarlo, están todos los pro-occidentales implicados en el golpe
nazi-maidanista y una acción patriótica y nacional que buscara la unidad
nacional, un gobierno de concentración y elecciones en todo el
territorio exigiría dos elementos: desarmar y juzgar a los nazis y sus
cómplices y ver llegar a Kiev a los federalistas del Sur-Este de
Ucrania.
De producirse una salida
de este tipo, se producirá un corrimiento del ejército por su base en
apoyo de un gobierno popular que no tardaría en seguir el ejemplo de
Donetsk. Es por ello que a ningún actor geoestratégico le interesa mover
ficha en el ejército, Debe pensarse que con un regimento mecanizado
dispuesto a actuar en Kiev, se acabaría esta situación —que no quieran
disparar a las abuelitas en Slavianks no significa que no lo hicieran
contra los nazis si se les ordena— . No hay tal regimiento, y si lo hay
no interesa moverlo porque algunos temen un «corrimiento al rojo». No
hay que olvidar que la Revolución Rusa —la de Febrero—, empezó cuando un
cosaco se negó a matar una niña, desde entonces se enseña a los cosacos
de todos los ejércitos a matar niñas sin pensar y que en Ucrania el
ejército se esté negando a matarlas les hace sospechosos y de poco fiar.
El juego se ha
complicado notablemente tras la entrada en escena de las Repúblicas
Populares y sus Milicias en el Sur-Este; esto no es un movimiento
antiucraniano, es un movimiento antifascista, federalista y que tiene un
componente antioligárquico innegable; lo que lo está convirtiendo en
algo imparable y que crece día a día es quepara los rusos y eslavos de la antigua URSS el antifascismo es una seña de identidad irrenunciable.
En cualquier caso, el
juego está abierto. Sólo se logrará aplastar a la nueva República
Popular con la complicidad de Moscú, elijan a Poroshenko o no en Kiev.
El antifascismo ha surgido efectivamente como la principal y más
universal seña de identidad de los rusos y eslavos, al tiempo que el
aprecio y el orgullo por la URSS demuestran estar anidados en millones
de personas, que si bien son críticos con los partidos y actuaciones que
la arruinaron, ven con nostalgia las ilusiones y esperanzas de aquel
periodo; se ve con claridad la fractura entre el sentimiento de la gente
y la responsabilidad histórica de los dirigentes que fracasaron. No fue
el pueblo soviético el que fracasó, fueron sus dirigentes.
En Ucrania, uno de los
pueblos más golpeados y empobrecidos en estos 23 años desde la
destrucción de la URSS, la costura de la historia se ha roto y una parte
importante de la población se ha levantado al ver a la bestia nazi
avanzando de nuevo; al hacerlo, las estructuras corruptas de partidos y
estados quebraron de inmediato, pero han surgido líderes, estructuras de
resistencia y organización surgidas desde abajo, de la lucha y de la
memoria histórica. El Yugo-Vostok está dando una lección de dignidad y
esperanza a todos los que creían la historia había acabado. El
antifascismo sigue siendo un valor universal que en toda Europa lleva a
millones de personas a ver a los ucranianos antifascistas como sus
hermanos, pues es algo que trasciende las fronteras nacionales y
lingüísticas; no saldrá en las noticias y la prensa, pero los
combatientes del Donbass no están sólos, hay millones de miradas puestas
en ellos. Esta crisis está permitiendo ver el verdadero rostro del
capitalismo, que no duda en acudir al fascismo cuando lo precisa, y el
fondo de desprecio y odio hacia los eslavos en una parte del mundo
occidental; el poder quiere insultarles llamándoles prorrusos, pero lo
único que está consiguiendo es que cada día más ruso y antifascista se
vuelvan sinónimos. El fracaso del EuroMaidan ha mostrado a toda Europa
algo que afirmó hace mucho el alemán antifascista de Bertold Brecht: «la
perra que parió a la Bestia [el fascismo], sigue viva».
Si tenemos en cuenta que
el ala radical del bloque anglosajón y sus aliados lo que desean es la
destrucción física de la Federación Rusa, trocear su territorio y
saquear sus recursos naturales, lo que podemos afirmar es que Moscú no
debe ni retroceder, ni dejar abandonados a sus hermanos en Ucrania,
rojos o no, hacerlo sería suicida. Lo siento por Fukuyama, no deja de
haber una cierta justicia poética que sean los mineros del Donbass los
que están demostrando al mundo que la lucha continua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario