27 de Abril de 2014 09:23
Comencemos por la pregunta: se atreverán? Las políticas públicas de
este lento exterminio, tiene una fuerte base en los desahucios. Se llega
a este límite. Lo traspasarán? Inocencia escribió una carta al ministro
de justicia. Debe comprar el piso por 3 millones de euros para evitar
el desalojo...
También le han puesto una multa de
180 mil por estar ocupando el piso. Probablemente Inocencia pueda
salvarse del desalojo gracias a la repercusión mediática que tendrá su
caso. Lo importante es que logre además de permanecer en su casa, hacer
visibles las miles y miles de Inocencias, de todas las edades, que hoy
en día son desahuciadas y quedan en la calle.
Esta es la carta de Inocencia:

esta la noticia de la periodista Ana I. Gracia:
Inocencia Zofío nació
el 1 de mayo de 1910. “A las cuatro de la tarde”, añade la protagonista.
Desde el año 1942 vive de alquiler en el cuarto piso del número 9 de la
calle Bailén, frente al Palacio Real. “Pago cinco mil pesetas”. 51 euros más luz y agua, para ser exactos, por un piso de 170 metros cuadrados desde el que se disfruta de unas vistas privilegiadas.
El propietario de este edificio en el que viven cinco familias con una
media de edad de 80 años murió hace ocho años y no dejó herederos. El
inmueble ahora pertenece al ministerio de Hacienda y no hay tregua: o lo compran entre todos por 3 millones de euros o lo abandonan antes del 11 de mayo.
El matrimonio formado por Miguel Sanclemente, aparejador del Palacio Real que murió hace once años, e Inocencia, vive en este barrio de Madrid
desde los años 40. Él trabajó toda su vida cruzando la calle, en el
Palacio Real. Era aparejador. Ella, una mujer que con casi 104 años lee
el periódico todos los días y se pinta las uñas de rojo pasión, fue
taquimecanógrafa en una editorial.
Inocencia posee una mente privilegiada
para su edad. Si se lo pides, todavía se atreve a garabatear en un
cuaderno una frase en signos taquigráficos sin que le cueste mucho
esfuerzo. Las líneas curvas y cerradas le salen solas. “¿Qué quieres que
te ponga?”, pregunta, sin perder ni un segundo la sonrisa. Sabe de
memoria las escaleras que sube a diario hasta el cuarto piso del que
ahora la quieren echar. “Cien escalones y no, no me canso”. Pero parece que su mente se cierra cuando se le habla del futuro, del qué pasará después del 11 de mayo. “Ah, yo me quedo aquí. ¿Dónde voy a ir? He vivido aquí siempre”.
La agonía para esta anciana comenzó hace
cinco años, cuando recibió la primera notificación de que el edificio
pertenecía al Estado y que tenían que abandonarlo porque tenían que
reformarlo. Inocencia vive con una de sus hijas, Beatriz, la verdadera
protagonista de este calvario. “No pudimos comprar el edificio
por la millonaria oferta que nos hicieron, y como no tenemos posibilidad
económica ni técnica, han decidido desahuciarnos”.
Beatriz e Inocencia viven con una doble pensión que recibe la anciana: entre viudedad y orfandad, los ingresos de la familia ascienden a los 1.200 euros. Otra de las hijas, María Jesús,
lleva días buceando por Internet para encontrar el nuevo hogar donde su
madre pasará lo que le queda de vida. “Es que como la saquemos de aquí
la matamos”, cuenta, con la voz muy baja, para que no la oiga su madre. Una vivienda similar en el barrio supera los 1.500 euros al mes de alquiler, “así que la tendremos que cambiar de zona”, se resigna mientras recuerda cómo ella y sus hermanos más, Miguel Ángel, Beatriz, Cristina y Mercedes nacieron entre esas paredes.
La propia Inocencia mandó antes de ayer una carta escrita de su puño y letra a Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia, en la que le comunica que “no me voy a ir.
Yo no tengo fuerzas para ello, y si usted no puede hacer nada para
evitarlo, esperaré a mirar a los ojos de los guardias que me envíe para
que ejecuten una sentencia que, no sé si técnicamente será correcta,
pero humanamente les llena de infamia”.
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