Martes, 25 de Marzo de 2014
Creo que hay que situar las Marchas en su justo término para no
entusiasmarse demasiado o, por el contrario, pensar que no han servido
para nada.
En este sentido me parece importante
hacer una reflexión parecida a la que se puede hacer sobre el 15M,
salvando las distancias. Quién viese el 15M como una posibilidad real de
cambiar las cosas de inmediato, además de confundirse, corrió el
peligro de desanimarse e irse a casa. Por el contrario, el 15M fue un
importantísimo paso adelante. y supuso que bastante gente se animase a
participar en la lucha social y política. Si lo vemos desde esta segunda
perspectiva no podemos decir que el 15M fue un fracaso, repito, quien
lo viese como una posibilidad inminente de cambiar las cosas de modo
radical si pudo salir muy decepcionado.
La movilización de ayer, y más que nada,
el proceso preparatorio, ha supuesto experiencias muy importantes para
gran cantidad de militantes y ha establecido estructuras organizativas
que en algunos lugares pueden tener continuidad, sobre esto soy más
escéptico, pero creo que algo perdurará. Además hemos sacado varias
lecciones, para mí algunas de ellas son las siguientes: las
movilizaciones hay que organizarlas con tiempo y seriedad, si se hace
así salen tan bien como la de ayer, además es posible buscar acuerdos y
encuentros entre organizaciones que pudieran parecer bastante
enfrentadas. Me parece que está claro que vale mucho más una Marcha de
la Dignidad22M que cien “asalta el Congreso” o cosas parecidas
convocadas sin medir cuales son tus propias fuerzas. Los fracasos o las
convocatorias que pinchan no hacen otra cosa que fortalecer al enemigo.
Pienso que es también muy importante que
se haya demostrado que somos capaces de convocar masivamente sin contar
con los sindicatos llamados mayoritarios, CCOO y UGT, que para mí no
son más que rémoras del pasado y mastodontes que deambulan buscando su
cementerio de elefantes particular. Tampoco se ha contado con la
“impagable ayuda” del PSOE, ni de sus montajes como la famosa y muy
“activa” Cumbre Social. Que un germen de organización popular “desde
abajo” sea capaz de hacer algo tan impresionante se manifiesta como un
síntoma de que el avance organizativo, en serio y para cambiar las
cosas, está dando pasos en sentido positivo. Sólo avanzando en este
sentido seremos capaces de cambiar las cosas de modo real. También
pienso que nos tienen más miedo que el que realmente nos deberían tener,
eso es bueno, ya que el poder vislumbra que no está tan seguro, que "el
miedo puede cambiar de bando" y que todo ya no va a ser tan sencillo.
En estos días vamos a tener, al calor de
la muerte de Suárez, una amplia campaña que va a volver a ensalzar lo
buena que fue la Transición y lo terrible que es que alguien despierte a
las Dos Españas, o lo malísimo que es que se pretenda cambiar las cosas
desde la calle. Con el golpe de Tejero intentaron, en su tiempo, tanto
legitimar el Régimen como meter el miedo en el cuerpo de la gente que
quería ir más allá, no sé que harán ahora, pero todo dependerá de la
correlación de fuerzas que seamos capaces de construir. De momento,
aseguro que la campaña se va a centrar en cantar las bondades de la
democracia que hemos construido “entre todos” y que, por supuesto, se
debe limitar al bonito ejercicio de ir a votar cada cuatro años, y
después aguantarnos con lo que los gobernantes de turno quieran imponer.
Las Marchas no son el fin, ni tampoco el
principio, son una etapa, importante, de un proceso del que somos
responsables de que siga adelante. No tenemos que caer en el desánimo
sino seguir como hasta ahora, organizados y teniendo las cosas claras.
Contra lo que luchamos es poderoso, no se puede derribar con unas
marchas o con un movimiento, ni siquiera votando. El Sistema está en
nosotros mismos y en nuestra forma de vida cotidiana, por lo tanto
derribarlo es muy difícil y exige paciencia, organización y voluntad. La
mejor lección de las Marchas es que las cosas se pueden hacer bien, que
las podemos hacer bien desde abajo. No necesitamos "ni dioses ni reyes
ni tribunos", nosotros mismos somos nuestros salvadores, los únicos que
podemos cambiar el mundo de base.
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