Lunes, 17 de Marzo de 2014 09:10
Los medios: instrumento bélico para el ablandamiento de las posiciones enemigas en países incómodos.
Durante el siglo XX, los jefes militares comenzaban las hostilidades
bélicas mediante bombardeos aéreos, para el ablandamiento de las
posiciones enemigas. Hoy, son los grandes medios de comunicación los
encargados de facilitar las intervenciones mediante el ablandamiento
previo de la opinión pública
Cubainformación TV – Basado en un texto de Ernesto Gómez Abascal – Blog “La pupila insomne”.-
Durante el siglo XX, los jefes militares comenzaban las hostilidades
bélicas mediante bombardeos aéreos, para el ablandamiento de las
posiciones enemigas. Hoy, son los grandes medios de comunicación los
encargados de facilitar las intervenciones mediante el ablandamiento
previo de la opinión pública internacional.
Para la invasión de Iraq en 2003, medios
poderosos como CNN o The New York Times –por no mencionar los alineados
con el Gobierno Republicano-, convencieron al mundo de la existencia de
armas de destrucción masiva y de los supuestos vínculos de Sadam
Hussein con Al Qaeda.
Cuba
tiene una larga experiencia en el enfrentamiento de estas guerras
mediáticas creadas en EEUU. A finales del siglo XIX, cuando los
independentistas cubanos iban a
alcanzar la victoria sobre España, los diarios norteamericanos
-especialmente The New York Journal y The New York World- lanzaron una
campaña de mentiras contra las tropas españolas para justificar la
intervención de EEUU en el conflicto. Conclusión: EEUU hizo de la
independencia de Cuba un mero formalismo, al convertir a la Isla en una especie de protectorado neocolonial.
Al triunfo de la Revolución, tras el
fusilamiento de los torturadores del régimen de Batista, desde EEUU se
lanzó una feroz campaña para acusar al nuevo Gobierno cubano de ser un régimen violador de los derechos humanos. La prensa cubana,
en aquel momento aún en manos de la oligarquía, se sumó a esta campaña,
en una línea idéntica a la de la actual prensa privada de Venezuela.
La lucha fue tremenda entonces entre prensa y Gobierno cubanos,
y finalmente los dueños de periódicos, revistas, radios y televisiones,
cerraron sus empresas y se marcharon a Miami, apostando –como toda la
burguesía cubana- a una invasión de EEUU. Pero pasaron los meses y los años, y nada ocurrió.
Hoy, en Venezuela, como en Cuba
al comienzo de la Revolución, la guerra mediática se hace también desde
dentro, donde los empresarios privados y la derecha tienen el control
del 80 % de la prensa. Por eso, muchos se preguntan hasta cuándo van a
tener espacio estos destacamentos de avanzada de una guerra no solo
mediática, sino también real, que ha causado tanta destrucción y muerte.
Texto original
La guerra a través de los medios de información
Ernesto Gómez Abascal – Blog “La pupila insomne”.-
La utilización de las campañas de prensa para lograr objetivos
políticos, económicos o de cualquier otro tipo, no es nada nuevo, pero
con la llegada y la introducción masiva de modernas tecnologías de
comunicación, la utilización de la desinformación como arma de guerra,
ha pasado a ocupar un lugar preeminente.
Durante el pasado siglo XX, los jefes
militares, por lo general planificaban el inicio de las hostilidades
mediante un ablandamiento de las posiciones enemigas utilizando masivos
bombardeos aéreos o de la artillería. Hoy, los dirigentes políticos, en
especial los de las grandes potencias, cuentan para ello con
instituciones especializadas en guerras mediáticas. Ellas son las
responsables de llevar al campo que se proponen atacar, ocupar y
dominar, las ideas que supuestamente crearán las premisas para su
derrota y para tratar de convencer a la opinión pública internacional de
que la criminal e ilegal acción que emprenderán, persigue defender la
libertad, la democracia y los derechos humanos.
Estaba como embajador en Iraq
en el 2003 cuando lanzaron su genocida guerra contra esa nación árabe y
pude comprobar cómo los grandes medios de prensa occidentales se
plegaron a la campaña de mentiras que utilizaron previo a la invasión:
el peligro de armas de destrucción masiva, los vínculos con terroristas
de Al Qaeda,
etc. Fueron informaciones de primera plana de las grandes cadenas de
televisión, incluso de periódicos que se consideraban por algunos como
serios y objetivos, como fue el caso del New York Times, que tiempo
después tratando de limpiar su imagen publicaría una autocrítica. La
campaña de terror, lanzada a través de los medios, concebida con el
nombre de “Conmoción y Pavor”, perseguía hacer deponer las armas al
pueblo iraquí y rendirse antes de defender su tierra.
- posee una larga experiencia en el enfrentamiento de estas guerras mediáticas debido al viejo anhelo estadounidense de impedir su independencia y apoderarse de nuestro territorio, tan cercano a sus costas y al cual concedían (y conceden) un valor estratégico. A finales del siglo XIX, cuando después de casi treinta años de lucha, los patriotas cubanos tenían al borde de la derrota al colonialismo español, el gobierno de Washington intervino militarmente para impedirlo. Al menos dos años antes del desembarco de sus tropas y de declararle la guerra a España, la prensa yanqui, especialmente los periódicos New York Journal y New York World, lanzaron una furibunda campaña dirigida a crear condiciones para el inicio del conflicto, el cual sería calificado por Vladmir Ilich Lenin, como la primera guerra imperialista.
Cuando la revolución dirigida por Fidel Castro derrotó a la dictadura pro imperialista de Fulgencio Batista
y llegó al poder el 1ro. de enero de 1959, no perdieron mucho tiempo
antes de lanzar una feroz campaña para desprestigiarla y utilizaron
todos sus poderosos medios para acusarla de dictadura represiva
violadora de los derechos humanos y tratar de impedir se hiciera
justicia con los asesinos del pueblo, y los torturadores del régimen
derrocado. La Revolución lanzó una primera contraofensiva llamada
“Operación Verdad”, invitando al país a cientos de periodistas y
representantes de medios de prensa de todas partes del mundo,
especialmente de EEUU,
para que presenciaran los juicios e informaran objetivamente sobre lo
que ocurría en el país. Sin embargo, sus propósitos difamatorios
persistieron, para dejar al descubierto que su verdadero objetivo era
desprestigiar la Revolución, que aun en esos meses iniciales de 1959,
solo proclamaba su vocación independentista y justiciera y no había
adoptado medidas que afectaran los intereses económicos de Washington.
La prensa cubana,
que en ese entonces casi toda respondía a intereses reaccionarios y
estadounidenses, rápidamente se sumó a la campaña de difamación
orientada desde EEUU, publicando evidentes mentiras y falsedades, en
algo muy parecido a lo que ocurre actualmente en Venezuela
y otros países latinoamericanos que han emprendido un camino
independiente y progresista. El gobierno revolucionario entonces,
aprobó una ley mediante la cual otorgaba el derecho a los periodistas y
trabajadores de la prensa, a publicar una nota debajo de la información
falsa o tergiversada, que se llamó “coletilla”, donde aclaraban no
estar de acuerdo con lo publicado por no responder a la verdad y por
considerarla dirigida a confundir y perjudicar los intereses del pueblo.
La lucha entablada fue de tal
intensidad, que los dueños de los periódicos, revistas, publicaciones,
radios y televisión, no pudieron resistir la confrontación, cerraron
estos medios, que después se continuarían publicando, pero ya en manos
de los obreros, y se fueron casi todos a Miami con la esperanza de que el gobierno estadounidense invadiera militarmente a Cuba
y por esa vía volver a instaurar el régimen corrupto anterior. Eso
ocurrió hace más de 50 años y casi todos han muerto en la espera de
volver a Cuba para instaurar de nuevo el poder mediático corrupto subordinado a los intereses imperiales.
Por supuesto que los gobiernos
estadounidenses no se conformaron con esta situación y crearon varias
emisoras de radio para transmitir, desde la Florida y otros lugares del
Caribe, sus mentiras contra Cuba, y más adelante inventaron la mal llamada Televisión Martí,
en la que han malgastado en estos últimos años, cientos de millones de
dólares de los contribuyentes estadounidenses. Esta situación ha sido
más contradictoria, si se tiene en cuenta, que las transmisiones de su
famoso canal de televisión no pueden ser captadas en la Isla debido a la
interferencia técnica que aquí se le hace y al poco interés en ella de
nuestro pueblo.
La Revolución Cubana,
mediante la cual los intereses populares alcanzaron por primera vez el
poder, tuvo que enfrentarse a una batalla donde el enemigo imperialista
utilizó todos los medios para tratar de destruirla, no solo la guerra
mediática, que lejos de concluir tratan de perfeccionar con todos sus
adelantos técnicos y científicos, Internet y redes de todo tipo
incluidos. Ahora se habla incluso de la utilización de “drones mediáticos”.
A Cuba
la han acusado y la acusan diariamente a través de cualquier vocero,
internauta o blogueros, de antidemocrática, de represora de la libertad
de prensa, violadora de derechos humanos, etc. Seguimos defendiéndonos
como es natural y tratamos de vencer siempre apoyándonos en la verdad y
la justicia, que son principios inviolables en nuestra Revolución. Pero
tampoco nos acomplejamos y por ello, en todo lo que esté a nuestro
alcance, no le abrimos espacio al hipócrita enemigo imperialista,
principal represor, y violador de los derechos de los pueblos, así como
a sus agentes, para evitar que envenenen y confundan con sus campañas a
través de la utilización de sus poderosos medios, equivalentes a “armas
de destrucción masiva”, verdadero armamento de guerra. Recientemente
hemos visto como utilizan sin ningún pudor, fotos falsas, escenarios
fabricados o que responden a sucesos ocurridos en otros momentos y
países, así como todo tipo de engaños y subterfugios contra la
Revolución Bolivariana. En este hermano país, la oposición
proimperialista dispone aún del 80% de los medios.
La Revolución en el poder, si se decide a
defender los verdaderos derechos del pueblo y enfrentar al poderoso
enemigo imperialista, debe liquidar sin temor a sus destacamentos de
avanzada, sus poderosos medios masivos de desinformación, que provocan
tanto o más daños que su sofisticado armamento. De cualquier forma la
van a acusar de antidemocrática, violadora de los derechos humanos y de
l
Bien lo decía el Che: “Al imperialismo no le podemos dar ni un tantico así”.
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