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domingo, 9 de marzo de 2014

LENIN SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS MUJERES




“De nuestra concepción ideológica se desprenden como consecuencia medidas de organización. ¡Nada de oganizaciones especiales de mujeres comunistas! La comunista es tan militante del partido como lo es el comunista, con las mismas obligaciones y derechos. En esto no puede haber ninguna divergencia. Sin embargo, no debemos cerrar los ojos ante los hechos.  El partido debe contar con organismos –grupos de trabajo, comisiones, comités, secciones o como se decida denominarlos – cuya tarea especial consista en despertar a las amplias masas femeninas, vincularlas con el partido y mantenerlas bajo la influencia de éste. Para ello, naturalmente , es necesario que desarrollemos plenamente una labor sistemática entre esas masas femeninas. Debemos educar a las mujeres que hayamos conseguido sacar de la pasividad, debemos reclutarlas y formarlas para la lucha proletaria de clase bajo la dirección del Partido Comunista. No sólo me refiero a las proletarias que trabajan en la fábrica o se afanan en el hogar sino también a las campesinas, a las mujeres de las distintas capas de la pequeño burguesía. Ellas también son víctimas del capitalismo y desde la guerra lo son más que nunca. Psicológia apolítica, no social, atrasada, de estas masas femeninas; estrechez del campo de su actividad , todo su modo de vida: tales son los hechos. No prestar atención a esto sería inconcebible, completamente inconcebible. Necesitamos nuestros propios organismos para trabajar entre ellas, necesitamos de métodos especiales de agitación y formas especiales de organización. No se trata de una defensa burguesa de los “derechos de la mujer”, sino de los intereses prácticos de la revolución.”

Le dije a Lenin que sus razonamientos constituían para mí un apoyo valioso. Muchos buenos camaradas  se oponían resueltamente a que el partido crease organismos especiales para una labor metódica entre las ampias masas femeninas. Llamaban a esto retorno a las tradiciones socialdemócratas, a la célebre “emancipación de la mujer”. trataban de demostrar que los partidos comunistas, al reconocer por principio y plenamente la igualdad de derechos de la mujer, deben desarrollar su labor entre las masas trabajadoras sin diferencias de ninguna especie. La manera de trabajar entre las mujeres debe ser la misma que entre los hombres. Todo intento de tener en cuenta en la agitación o en la organización las circunstancias consideradas por Lenin es considerada por los defensores de la opinión opuesta como oportunismo, como traición y renuncia a los principios.

“Esto ni es nuevo ni sirve en modo alguno como prueba –replicó Lenin-. No se deje usted desorientar. ¿Por qué en ninguna parte, ni siquiera en la Rusia soviética, militan en el partido tantas mujeres como hombres? ¿Por qué el número de obreras organizadas en los sindicatos es tan reducido? Estos hechos obligan a reflexionar. La negación de la necesidad de organismos especiales para nuestro trabajo entre las amplias masas femeninas es una de las manifestaciones de una posición muy de principios y muy radical de nuestros “queridos amigos” del Partido Obrero Comunista. Según ellos debe existir una única forma de organización : la unión obrera. Ya los sé. Muchas cabezas de mentalidad revolucionaria, pero embrolladoras, se remiten a los principios cuando no ven la realidad, ees decir, cuando la inteligencia se niega a apreciar los hechos concretos a los que debe prestar atención. ¿Cómo hacen frente estos sostenedores de la “pureza de principios” a las necesidades que nos impone el desarrollo histórico en nuestra política revolucionaria? Todos estos razonamientos se vienen abajo ante una necesidad inexorable: sin millones de mujeres no podemos realizar la dictadura proletaria, sin ellas no podemos llevar a cabo la construcción comunista. Debemos encontrar el camino que nos conduzca hasta ellas, debemos estudiar mucho, probar muchos métodos para encontrarlo. Por eso es totalmente justo que presentemos reivindicaciones a favor de la mujer…

Las mujeres deben saber que la dictadura proletaria significa para ellas la plena igualdad de derechos con el hombre tanto ante la ley como en la práctica, en la familia, en el Estado y en la sociedad, así como también el derrocamiento del poder de la burguesía.”

“¡La Rusia soviética está demostrando esto -exclamé- y nos servirá de gran ejemplo!”

Lenin prosiguió:

“La Rusia soviética plantea nuestras reivindicaciones para la mujer bajo un aspecto nuevo. Bajo la dictadura del proletariado esas reivindicaciones ya no son objeto de la lucha entre el proletariado y la burguesía, sino que son ladrillos para la edificación de la sociedad comunista. Esto muestra a las mujeres que están más allá de nuestras fronteras, la importancia decisiva de la conquista del poder por el proletariado.

La diferencia entre su situación aquí y allá debe ser establecida con precisión, para que ustedes puedan contar con las masas femeninas en la lucha de clase revolucionaria del proletariado. Saber movilizarlas con una clara comprensión de los principios y sobre una firme base organizativa, es cuestión de la que dependen la vida y la victoria del Partido Comunista…”

A mi pregunta sobre las condiciones existentes en la Rusia soviética, Lenin contestó:

“El gobierno de la dictadura del proletariado, en alianza, naturalmente, con el Partido Comunista y los sindicatos hace todos los esfuerzos necesarios para superar las concepciones atrasadas de los hombres y las mujeres y acabar así con la base de la vieja psicología no comunista. Es innecesario decir que se ha efectuado la plena igualdad del hombre y la mujer en la legislación. En todas las esferas se observa un deseo sincero de llevar a la práctica esta igualdad. Estamos incorporando a las mujeres al trabajo a la economía soviética, en los organismos administrativos, en los legislativos y en la labor de gobierno. Les estamos abriendo las puertas de todos los cursos y centros docentes, para elevar su preparación profesional y social. Estamos creando diversos establecimientos públicos: cocinas y comedores, lavaderos y talleres de reparación, casas-cuna, jardines de infantes, orfanatos y todo tipo de establecimientos educativos. En una palabra, estamos aplicando verdaderamente la reivindicación de nuestro programa de transimitir las funciones económicas y educativas de la vida doméstica individual a la sociedad. De este modo la mujer es liberada de la vieja esclavitud doméstica y de toda dependencia del marido. Se le brinda la plena posibilidad de actuar en la sociedad en acuerdo con las aptitudes e inclinaciones. En cuanto a los niños,se les ofrecen las condiciones más favorables para su desarrollo que las que pudieran tener en la casa. En nuestro país existe la legislación más vanzada del mundo en lo que atañe a la protección del trabajo femenino. Delegados de los oreros organizados la llevan a la práctica. Estamos organizando casas de maternidad, casas para la madre y el niño, consultorios para las madres, organizamos cursillos para aprender a cuidar a los niños de pecho y de corta edad, exposiciones sobre la protección de la maternidad y de la infancia, etc. Hacemos los mayores esfuerzos para satisfacer las necesidades de las mujeres cuya situación material no está asegurada y de las trabajadoras afectadas por el paro forzoso.”

“Sabemos muy bien que todo esto es todavía poco en comparación con las necesidades de las masas femeninas trabajadoras, que esto es aún completamente insuficiente pata su efectiva emancipación. Pero esto representa un paso gigantesco hacia delante con respecto a lo que existía en la Rusia zarista, capitalista. Esto es inclusive, mucho en comparación con lo que se hace allí donde el capitalismo ejerce su dominio absoluto. Este es un buen comienzo. El rumbo es acertado y lo seguiremos de manera consecuente, con toda nuestra energía. Ustedes, en el extranjero, pueden estar seguros de ello. Cada día de existencia del estado soviético nos hace ver con más claridad que no avanzaremos  sin el concurso de millones de mujeres. Figúrese lo que esto significa en un país donde el el 80% de la población, por lo menos, son campesinos. 

La pequeña hacienda campesina significa la economía doméstica individual y el sometimiento de la mujer a ella. En este sentido, la situación será para ustedes mucho mejor, las cosas es serán más fáciles que a nosotros, a condición de que las masas proletarias de sus países tomen conciencia de su madurez histórica objetiva para la conquista del poder, para la revolución. No desesperemos. Nuestras fuerzas crecen junto con las dificultades. La necesidad práctica hará que encontremos nuevos caminos en lo que se refiere a la liberación de las masas femeninas. Unida al estado soviético, la solidaridad fraternal llevará a cabo grandes empresas. Naturalmente, nos referimos a la solidaridad fraternal en el sentido comunista, y no en el sentido burgués en la que lo predican los reformistas, cuyo entusiasmo revolucionario se ha evaporado como vinagre barato.

 Junto con la solidaridad fraternal debe manifestarse la iniciativa personal que se transforma en actividad colectiva y se funde con ella. Bajo la dictadura del proletariado, la liberación de la mujer mediante la realización del comunismo tendrá lugar también en el campo. En este sentido, cifro todas mis esperanzas en la electrificación de nuestras industria y de nuestra agricultura. ¡Ésta es una obra grandiosa! Las dificultades que ofrece son grandes, gigantescas. Para superarlas es necesario desplegar y educar a las poderosas fuerzas de las masas. Millones de mujeres deben participar en esto….”

Extraído de la obra de Clara Zetkin “Recuerdos sobre Lenin”

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