SARE ANTIFAXISTA
Tras semanas de protestas, disturbios e incluso la creación de un estado de excepción por parte de la Policía alemana en el centro de Hamburgo, (“Gefahrengebiet” o zona de peligro), la lucha de los ciudadanos de Hamburgo por mantener abierto el centro social y cultural de izquierdas Rote Flora parece haber tenido éxito.
Centro Social Rote FloraEl distrito de Altona en Hamburgo ha decidido cambiar el planeamiento urbanístico previsto, llamado “Sternschanze 7”, que afecta al edificio en el que se encuentra el polémico centro cultural Rote Flora de la izquierda alternativa.
Con la publicación el pasado viernes de la modificación del plan de ordenamiento urbano en el boletín oficial de Hamburgo y en las ordenanzas municipales, será bastante difícil para el propietario del inmueble conseguir una autorización para la intervención en el edificio, tanto para la demolición como para la rehabilitación de este, ya que existen incompatibilidades entre el contrato de compra (que impide la intervención en el edificio) y el planeamiento urbanístico (que exigiría su alteración).
El Rote Flora, antiguo teatro edificado en 1888, persiste como centro ocupado autogestionado durante más de veinte años, habiendo servido el centenario edificio desde 1989 como salón de baile, cine, cafetería, espacio para exposiciones artísticas, congresos y actividades políticas y culturales, prestando un servicio social al barrio en el que se encuentra, el Schanzenviertel.
Fue en 2001 cuando el actual propietario, Klausmartin Kretschmer, adquirió el inmueble asegurando que no tenía interés económico alguno en él, aunque el Ayuntamiento se aseguró el derecho a recomprar el edificio durante una década, hasta 2011.
Victoria vecinal en Hamburgo: el Rote Flora continuará existiendo como centro culturalSin embargo, Kretschmer reclamó el desalojo del edificio y exigió la salida de sus ocupantes con plazo máximo hasta el 20 de diciembre pasado. No dispuestos a abandonar el centro social, los activistas llevaron a cabo el día 21 de diciembre una manifestación comunicada y legal en contra del desalojo del edificio, lo que no fue impedimento para el despliegue de 3.000 agentes de policía con el fin de reprimir la protesta.
Miles de personas participaron en la protesta, que fue duramente reprimida por la Policía desde el mismo inicio de la marcha, usando cañones de agua, gas pimienta y porras contra los activistas que, lejos de dispersarse, resistieron durante horas cercados por los agentes, con duras cargas policiales que fueron respondidas por los manifestantes con el lanzamiento de objetos. Los enfrentamientos se saldaron con centenares de personas heridas y decenas de detenidos.
Esa fue la chispa que encendó la mecha de la desobediencia civil que ha mantenido en jaque a las autoridades de Hamburgo con protestas diarias durante semanas. La imposibilidad de la Policía para controlar el descontento social hizo que esta tomara la decisión de establecer un perímetro de control policial llamado “Gefahrenzone” (zona de peligro) el 3 de enero, convirtiendo en un estado policial una amplia extensión del centro de Hamburgo, donde viven 100.000 personas.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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