En La Habana, hace 55 años, alertó sobre la complejidad de la
Revolución y la conducta de revolucionarios; la unidad martiana y el
peso de la opinión pública
El 4 de Enero de 1959 en Camagüey, el compañero Fidel nos dejó la indicación de asumir los ulteriores cambios de la sociedad como el inicio de la coronación de la lucha comenzada el 10 de Octubre de 1868, cuya evidencia tenía que transitar por convertir en sinónimo los conceptos de libertad, de Patria y de no explotación. Sin lugar a dudas, nuestro pueblo ha trabajado en ese sentido.
No obstante, a su entrada a La Habana al frente de la Caravana de la libertad cuatro días después, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana pronunció un discursoque en este minuto merece ser repasado, al menos las partes que continúan:
Apenas iniciada su disertación, precisó:
Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil.
Decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario. Engañar al pueblo, despertarle engañosas ilusiones, siempre traería las peores consecuencias, y estimo que al pueblo hay que alertarlo contra el exceso de optimismo
Luego de argumentar el razonamiento anterior, puntualizó:
La Revolución tiene ya enfrente un ejército de zafarrancho de combate. ¿Quiénes pueden ser hoy o en lo adelante los enemigos de la Revolución? ¿Quiénes pueden ser ante este pueblo victorioso, en lo adelante, los enemigos de la Revolución? Los peores enemigos que en lo adelante pueda tener la Revolución Cubana somos los propios revolucionarios
Tras fundamentar el porqué de tal sentencia, devela que es acompañado de la concepción de unidad de José Martí, al exponer:
Creo que todos debimos estar desde el primer momento en una sola organización revolucionaria: la nuestra o la de otro, el 26, el 27 o el 50, en la que fuese, porque, si al fin y al cabo éramos los mismos los que luchábamos en la Sierra Maestra que los que luchábamos en el Escambray, o en Pinar del Río, y hombres jóvenes, y hombres con los mismos ideales, ¿por qué tenía que haber media docena de organizaciones revolucionarias?
Además, entre otras ideas valiosas, resalta dos íntimamente ligadas, a saber:
Es necesario hablar así, para que no surja la demagogia y el confusionismo y el divisionismo y que el primero que asome las orejas de la ambición, el pueblo lo conozca […]. Porque la opinión pública tiene una fuerza extraordinaria y tiene una influencia extraordinaria, sobre todo cuando no hay dictadura. En la época de dictadura la opinión pública no es nada, pero en la época de la libertad la opinión pública lo es todo, y los fusiles se tienen que doblegar y arrodillar ante la opinión pública. ¿Voy bien, Camilo?
[…].
El Presidente de la República me ha encomendado la más espinosa de todas las tareas, la tarea de reorganizar los institutos armados de la República y me ha asignado el cargo de Comandante en Jefe de todas las fuerzas de aire, mar y tierra de la nación. No, no me lo merezco, porque eso es un sacrificio para mí, y en definitiva para mí eso no es ni motivo de orgullo, ni motivo de vanidad, y lo que es para mí es un sacrificio. Pero yo quiero que el pueblo me diga si cree que debo asumir esa función ( y consta en el registro del discurso que hubo aplausos prolongados y exclamaciones de “¡Sí!”.)
Por mi parte, al meditar acerca de estos aspectos que asumo como consejos del Líder de la Revolución Cubana para nuestro quehacer en la actualidad, me permito proponer que reflexionemos a partir de las interrogantes que continúan:
¿Acaso ha dejado de ser compleja la realidad socio-económica e ideo-política en la Isla? ¿Será un asunto del pasado el compromiso de todo revolucionario con la verdad: decirla, sencillamente? ¿Dejó de ser recomendable alertar contra el exceso de optimismo y evidenciar el necesario balance positivo-negativo?
¿Cuánta razón encierra la sentencia “Los peores enemigos que en lo adelante pueda tener la Revolución Cubana somos los propios revolucionarios”? ¿Nos podremos dar el lujo de jugar al multipartidismo, a contrapelo de la presencia/liderazgo de “una sola organización revolucionaria” con la impronta martiana? ¿En qué lugar hemos de situar la alianza de facto entre Washington, la “disidencia” y la “izquierda” del patio?
¿Cómo rechazar las lecciones de consultar en su momento a Camilo Cienfuegos, ese paradigma de lealtad/fotografía del pueblo? ¿Dejó de ser pertinente tener en cuenta que “la opinión pública lo es todo”, más cuando existe la manera de comprobar su percepción con poco margen al error? ¿Por qué dejar de someter la actuación/pulcritud/entrega/eficiencia de los Cuadros de la Revolución al escrutinio/rendición de cuentas a las masas, en todas las instancias de dirección —todavía más, porque la Política al respecto es clave en la continuidad del Socialismo?
Por tanto, en la perspectiva de los próximos 55 años de Revolución en la Mayor de las Antillas, ni remotamente debe caer en saco roto los sabios consejos expresado por Fidel Castro en el citado discurso tras su arribo a La Habana el 8 de Enero de 1959, de acuerdo con la exigencia de cada momento histórico-concreto.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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