“защитим город ленина” Proteje la ciudad de Lenin |
Poco tiempo después del inicio de la guerra, el 8 de septiembre de
1941, el Ejército alemán rodeaba la ciudad más importante de la Unión
Soviética después de Moscú. La Alemania nazi no quiso arriesgarse a
intentar asaltar la ciudad, el plan era matar de hambre y fríoa la población de Leningrado.
Más de tres millones de personas quedan bloqueadas, sin electricidad ni calefacción. El
frío invierno de Leningrado hizo estragos, como lo hizo el hambre. Las
pocas reservas de alimentos disponibles se repartieron de forma
racionada. Al día se comía una rebanada de pan y sí había suerte alguna
sopa hecha con huesos o vegetales. Los bombardeos alemanes contribuían a
hacer más infernal si cabe, la existencia en la ciudad.
El principal aliado de los habitantes de Leningrado será la congelación en invierno del Lago Ládoga. Por la superficie helada del lago, circulan los convoyes que introducen suministros en la ciudad. De una forma arriesgada y heroica, algunos atraviesan el lago para abastecer a los defensores de la ciudad. Tendrían que enfrentarse a los peligros de conducir sobre una superficie helada e inestable, y a los bombardeos rabiosos de los alemanes. Aquella ruta pasaría a la historia como El Camino de la Vida.
El invierno más difícil fue el primero, el de 1941-42, en el cual se producen la mayoría de pérdidas humanas. Al invierno siguiente, un contraataque soviético logra establecer un corredor que permite el abastecimiento de la ciudad. Ese mismo invierno, el Ejército Rojo causaría graves problemas para el Ejército alemán. En Krasny Bor, en las inmediaciones de Leningrado, fuerzas fascistas alemanas, españolas, lituanas y belgas pasarían enormes dificultades. Por último, el tercer invierno, fue el invierno de la victoria soviética.
En enero de 1944, las fuerzas soviéticas comandadas por Leonid Govorov y Kirill Meretskov iniciaban el ataque contra las líneas alemanas. La ciudad sería liberada completamente y victoriosa de su asedio a finales de enero de 1944, ayer hizo 70 años.
En aquellos días, la alegría era total. Familiares que se reencontraban y supervivientes que estaban seguros que morirían allí, celebraban seguir con vida. Por un momento se olvidaba la rabia y la pena. Hay que imaginar los primeros momentos en los que llegaban convoyes cargados de comida, el reencuentro con un familiar del cual se desconocía su suerte o la ausencia de bombardeos por primera vez en tres años. Hoy, la ciudad recuerda a los que dieron su vida en aquel infierno y muestra todo el cariño a los supervivientes de aquel largo cerco.
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El principal aliado de los habitantes de Leningrado será la congelación en invierno del Lago Ládoga. Por la superficie helada del lago, circulan los convoyes que introducen suministros en la ciudad. De una forma arriesgada y heroica, algunos atraviesan el lago para abastecer a los defensores de la ciudad. Tendrían que enfrentarse a los peligros de conducir sobre una superficie helada e inestable, y a los bombardeos rabiosos de los alemanes. Aquella ruta pasaría a la historia como El Camino de la Vida.
El invierno más difícil fue el primero, el de 1941-42, en el cual se producen la mayoría de pérdidas humanas. Al invierno siguiente, un contraataque soviético logra establecer un corredor que permite el abastecimiento de la ciudad. Ese mismo invierno, el Ejército Rojo causaría graves problemas para el Ejército alemán. En Krasny Bor, en las inmediaciones de Leningrado, fuerzas fascistas alemanas, españolas, lituanas y belgas pasarían enormes dificultades. Por último, el tercer invierno, fue el invierno de la victoria soviética.
En enero de 1944, las fuerzas soviéticas comandadas por Leonid Govorov y Kirill Meretskov iniciaban el ataque contra las líneas alemanas. La ciudad sería liberada completamente y victoriosa de su asedio a finales de enero de 1944, ayer hizo 70 años.
En aquellos días, la alegría era total. Familiares que se reencontraban y supervivientes que estaban seguros que morirían allí, celebraban seguir con vida. Por un momento se olvidaba la rabia y la pena. Hay que imaginar los primeros momentos en los que llegaban convoyes cargados de comida, el reencuentro con un familiar del cual se desconocía su suerte o la ausencia de bombardeos por primera vez en tres años. Hoy, la ciudad recuerda a los que dieron su vida en aquel infierno y muestra todo el cariño a los supervivientes de aquel largo cerco.
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