Histórica sin duda fue la manifestación
se desarrolló ayer en Bilbo, impulsada por la mayoría política y social
vasca en favor de los derechos humanos y de la resolución democrática
del conflicto. Colapsó el centro de la capital durante algo más de dos
horas y media por unas 130.000 personas que respondieron a la
convocatoria. Según los cálculos efectuados por GARA, 90.000 ciudadanos
ocuparon las calles del recorrido, de La Casilla al Ayuntamiento, y
otros 40.000 las adyacentes.
No fue una manifestación al uso, no
podía serlo materialmente, pues una hora antes parte de ese espacio
público que se iba a desbordar estaba ocupado por miles y miles de
personas dispuestas a sumarse a esta inédita cita tras una semana muy
caldeada. La mayoría desconocía que justo entonces el juez de la
Audiencia Nacional Ismael Moreno emitía un auto en el que respondió
negativamente a la petición de veto formulada por Dignidad y Justicia,
AVT y Plataforma de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo. A nadie le
importaba gran cosa ni ponía en duda que la marcha se haría.
Moreno concluyó que, en base a informes
de distintos cuerpos policiales, «no se ha acreditado la existencia de
datos objetivos de los que se puedan derivarse coincidencias» entre la
movilización de Tantaz Tanta, vetada por Eloy Velasco, y la que se iba a
celebrar. El juez expresó en su resolución que ni siquiera existían
«elementos indiciarios» que apuntaran a un delito de «enaltecimiento del
terrorismo», tal y como reclamaban los colectivos ultras. Lo que sí
hizo fue, como es habitual, advertir a la Delegación del Gobierno
español para que la controlara.
De poco servía la decisión judicial y
sus recomendaciones, pues la capital vizcaina estaba colapsada. Dos
horas antes era evidente que resulta casi imposible caminar por muchas
calles del Casco Viejo y Ensanche.
A media hora de la marcha, la calle
Autonomía estaba a reventar, mientras aquellos que seguían accediendo
por las calles adyacentes optaban por aguardar en ellas dado el gentío.
Metro Bilbao tuvo que reforzar la presencia de personal de seguridad y
colocar supervisores en estaciones como San Mamés, Moyua o Indautxu ante
la marea humana.
Los dirigentes de las fuerzas
convocantes se reunieron junto al kiosko de La Casilla, rodeados por un
numeroso contingente de medios de comunicación que buscaban las primeras
valoraciones. No era una movilización más, hacia quince años que la
mayoría política y social vasca no impulsaba algo parecido, a esta
escala. Fue el 9 de enero de 1999, estando en vigor el Acuerdo de
Lizarra-Garazi, aún en su primera fase, y reivindicándose la
repatriación de los presos.
Poco antes de las 18.00, en Autonomía se
delimitó un pequeño espacio para desplegar la pancarta con el lema
«Giza eskubideak, konponbidea, bakea», que portaron dos representantes
de cada una de las fuerzas convocantes. Detrás se situaron el presidente
del PNV, Andoni Ortuzar, encabezando la larga lista de burukides;
Hasier Arraiz, liderando la también nutrida representación de Sortu; y
otro tanto hicieron Pello Urizar (EA), Patxi Zabaleta (Aralar), Mertxe
Colina (Abertzaleen Batasuna) y Asier Vega (Alternatiba), entre otros.
Destacó la presencia de la presidenta de
la Cámara de Gasteiz, Bakartxo Tejería, así como numerosos
parlamentarios, diputados y senadores jeltzales, de EH Bildu y Amaiur.
Acudieron además los diputados generales de Bizkaia y Gipuzkoa, José
Luis Bilbao (PNV) y Martin Garitano (Bildu), junto a la mayoría de los
componentes de sus gobiernos forales, así como el alcalde de Donostia,
Juan Karlos Izaguirre; la presidenta de Udalbiltza, Mertxe Aizpurua; y
la de Eudel, Ibone Bengoetxea.
No se ocultó a las cámaras la magistrada
del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco Garbiñe Biurrun, que
integra además la comisión recientemente creada por el Foro Social.
También estuvieron en esa comitiva Javier Madrazo, de Ezker Batua; y
críticos del espacio del PSOE como José Luis Uriz, Ainhoa Aznarez y
Koldo Méndez. Desde Catalunya acudieron la senadora de ERC Esther
Capella y el parlamentario de la CUP David Fernández.
Asimismo, estuvieron los secretarios
generales de ELA y LAB, Adoldo Muñoz y Ainhoa Etxaide, encabezando a las
ejecutivas de ambas centrales, así como de otras de la mayoría sindical
vasca y militantes de CCOO como Jesús Uzkudun.
La nómina de artistas, deportistas e
intelectuales fue tan amplia como la de personas solidarias con la causa
vasca llegadas de Catalunya, Asturias, Madrid, Occitania, Palestina,
Andalucía o Córcega, por poner algunos ejemplos. La dimensión de la
manifestación no se llegaba a adivinar, pero todo apuntaba a que iba a
ser impresionante.
Con pasos cortos, dada la imposibilidad
de abrirse camino entre la multitud, la marcha silenciosa echó a andar
por una calle Autonomía atestada, en la que las unidades móviles de los
distintos medios de comunicación, así como sus trabajadores. tuvieron
verdaderos problemas para avanzar. Comenzaron a escucharse las primeras
consignas en favor de los presos vascos, cuya intensidad fue atronadora
al toparse la cabeza con los familiares y amigos de los represaliados.
No faltaron las imágenes de las gotas de agua, como símbolo
reivindicativo omnipresente hace semanas.
Los presos muy presentes
Ante el colegio Félix Serrano, hombres,
mujeres y niños con el pañuelo blanco de Etxerat anudado al cuello
saludaron la llegada de la comitiva mientras arreciaban los gritos de
“Euskal presoak etxera”, se oían emotivos irrintzis y hasta el profundo
sonido de la adarra. Habían transcurrido siete minutos del arranque y
parecía difícil, si no imposible, que el cortejo fuera capaz de aligerar
el paso camino de la Casa Consistorial bilbaina.
Poco a poco, con mucho esfuerzo, la
pancarta logró situarse en la confluencia de Autonomía con Gordoniz,
desde donde era posible comenzar a vislumbrar la dimensión de la colosal
demostración ciudadana en favor de la consolidación del proceso de paz
en Euskal Herria, dos semanas después del comunicado de EPPK y una de la
comparecencia de Durango, a la que siguió el miércoles la operación de
la Guardia Civil contra ocho interlocutores del Colectivo de Presos
Políticos Vascos.
No era «la manifestación de todos los
años» por los derechos de los presos, era algo más, como había recordado
pocas horas antes Joseba Egibar, en declaraciones a Radio Euskadi. La
vista desde ese punto de Autonomía impresionaba, hizo estremecerse a más
de uno y a otros acongojarse ante la demostración ciudadana que no
podía contenerse en esa amplia arteria. Las lágrimas humedecieron más de
una mejilla.
Zabalburu se presumía como una meta
imposible de alcanzar y fueron multitud los participantes que optaron
por secundar la manifestación por las calles adyacentes, ante la
imposibilidad física de compartir todos un único espacio. No había un
metro cuadrado para dar un paso. Es más, dos unidades móviles y un par
de patrullas de la Guardia Urbana estaban allí encajadas, a las 18.25.
Gracias a la buena voluntad de todos, la
cabeza de la manifestación fue descendiendo por Autonomía mientras eran
insistentes consignas como “Presoak kalera amnistia osoa” o
“Independentzia”. Los familiares de los represaliados se sumaron
mostrando enseñas con el lema “Preso eta iheslariak etxera”, que eran
saludados por aplausos. Pasaron por delante de una gran pancarta con el
lema “Askatasuna” que, con el paso de los minutos, quedó atrás,
ofreciendo una estampa aprovechada por los fotógrafos.
Recuerdos de los detenidos
Los minutos corrían a una velocidad de
vértigo, no como la marcha. Desde las aceras continuaron los saludos y
nuevas consignas se sumaron al repertorio, recordando a las ocho
personas aún en manos de la Guardia Civil por haber efectuado de forma
pública y notoria tareas de mediación entre EPPK y distintos agentes
políticos, sociales y sindicales. Se escuchó entonar “Hator Hator”
cuando a las 18.55 alcanzaban Zabalburu.
Ese punto crítico dio lugar a nuevas
manifestaciones, conformadas por miles de personas que caminaban por
General Concha o San Francisco; Hurtado Amezaga no era capaz de absorber
a la marea. Con muchas dificultades se llegó a la Plaza Circular, donde
muchos optaron por descender por Navarra, en vez de continuar por el
recorrido oficial. Era imposible.
Ante el Ayuntamiento, miles esperaban
ya. Eran las 19.30, cuando los convocantes plegaron la pancarta -no hubo
intervención final y miles de gargantas comenzaron a entonar “Zai dago
ama”-. La cola de la marcha tardó aún mucho en arribar.
Tal fue la demanda que las distintas compañías de telecomunicaciones no pudieron dar el servicio habitual por el colapso. Los nuevos hábitos relacionados con las nuevos tecnologias dieron pie a esta singular situación. Otra consecuencia de esas nuevas prácticas fue la dificultad con que cámaras y fotógrafos profesionales desarrollaron su trabajo en las calles de Bilbo, acrecentado por la escasez de espacio físico desde donde apostarse. Todo el mundo deseaba estar en primera línea y eso dificultó el trabajo de todos, también de la propia organización. Los primeros planos y los detalles fueron lo más socorrido, aunque los habituales optaron por buscar alguna privilegiada atalaya desde la que recoger imágenes para la historia.
Sin duda, pocas han sido las movilizaciones en los últimos años en Euskal Herria que hayan logrado tal cobertura mediática. A los medios locales y a corresponsales de otros que habitualmente se encargan de cubrir hechos informativos en el país se sumaron otros, por poner varios ejemplos, alemanes, franceses, ingleses e hispanTV, canal de televisión iraní en castellano que sigue atenta la realidad vasca.
También estuvo al pie del cañón NAIZ, ofreciendo minuto a minuto cómo se iba desarrollando la marcha y descubriendo detalles que muchos desde las calles colapsadas, si tenían la suerte de disponer de cobertura, agradecieron. Lo hicieron antes, en el transcurso y después de la cita histórica en favor de la resolución del conflicto en términos democráticos.
A su vez, quienes hacen posible Info7 realizaron un programa especial, con entrevista a participantes en la manifestación y conexiones en directo con las calles del Botxo para dar hasta el último detalle de lo que estaba aconteciendo allí. Destacó igualmente la cobertura de Hamaika Telebista. A.G.
AGUSTÍN GOIKOETXEA BILBO
naiz
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