Lunes, 18 de Noviembre de 2013
“El crecimiento que se dio hasta ahora ha sido por el sector exportador”, dijo Tilford.
Según el experto, la baja en la tasa de interés del BCE no alcanza.
En Europa el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una
combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde
los ’90.
A nadie le gusta que suban los
precios, pero hoy los 17 países de la Eurozona temen lo contrario: la
deflación. En octubre, la inflación interanual se redujo hasta el 0,7
por ciento, el nivel más bajo desde 2009, muy lejos de la meta del 2 por
ciento que tiene el Banco Central Europeo. Si a esto se le suma que,
según los datos difundidos, el crecimiento descendió a un 0,1 por
ciento, el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una
combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde
principios de los ‘90. El Banco Central Europeo sorprendió a los
mercados hace más de una semana bajando la tasa de interés de 0,5 a 0,25
por ciento, y dio un respiro a su sector exportador.
Pero en entrevista
con Página/12, Simon Tilford, subdirector del Centre for European
Reform, en Londres, consideró que no será suficiente.
–La Eurozona salió de la
recesión en el segundo trimestre de este año con un crecimiento del 0,3
por ciento. Los datos de julio-septiembre bajan ese nivel a un 0,1.
¿Estamos en esa doble trampa de estancamiento económico y deflación?
–El crecimiento que se dio hasta ahora
ha sido por el sector exportador, pero la Eurozona es demasiado grande
para que esto sea suficiente. Su dinámica económica precisa el mercado
doméstico y el crecimiento del consumo. Normalmente luego de períodos
tan prolongados de recesión hay un efecto rebote por el que las
economías tienen varios trimestres consecutivos de crecimiento real. Eso
no está sucediendo en la eurozona porque no hay una recuperación en la
demanda doméstica debido a que los salarios están planchados, y las
empresas no saben si invertir porque con salarios planchados no hay
garantía de que las inversiones sean rentables.
–El presidente del BCE, Mario
Draghi, consiguió neutralizar el ataque especulativo sobre España,
Italia y el euro diciendo que el BCE haría todo lo que estuviera a su
alcance para evitar una desintegración de la Eurozona. Ahora acaba de
bajar las tasas de interés para neutralizar el peligro de una deflación.
¿Es suficiente?
–Por mucho tiempo el BCE consideró que
el problema era la inflación. Es un paso positivo que se hayan dado
cuenta de la gravedad del tema, pero no es una solución. El corte de las
tasas de interés va a favorecer un poco a los exportadores, va a ayudar
a los deudores, porque abarata un poco el costo de los préstamos, pero
hasta ahí llega.
–¿Cuál es el problema con la deflación?
–En toda economía hay momentos de
deflación o inflación. Por ejemplo, el precio de las computadoras ha
bajado durante mucho tiempo. Pero cuando el precio general de los
productos baja puede tener efectos devastadores, porque la deuda pública
y privada tiene que ser pagada con un Producto Interno Nominal que está
bajando. Para darle un ejemplo, cuanto más bajo el nivel de inflación,
mayor el superávit fiscal que se necesita para pagar la deuda. Y el
problema es que la tasa de interés, ahora en un 0,25 por ciento, no
puede caer mucho más: no puede bajar del cero por ciento. De manera que
no hay mucho margen de maniobra. No se ve que vaya a haber más inflación
el próximo año porque la recuperación económica es muy débil, la
política fiscal es contractiva y no es posible devaluar el euro, que
está muy fuerte. La Eurozona tendría que estar creciendo alrededor de un
2 por ciento para evitar la deflación. Eso no está sucediendo.
–La inflación del 0,7 por ciento
es un promedio. En Grecia, los precios cayeron un 2 por ciento, en
Alemania subieron un 1 por ciento. El desempleo en Alemania es del 5,2,
en España del 26,6 y en Grecia del 27,7 por ciento. ¿Cómo se hace para
actuar entre tantas necesidades?
–La Eurozona necesita una mayor
inflación en Alemania. Esto le permitiría a Italia y España, los dos
países clave en este momento de la crisis del euro, ganar competitividad
frente a los alemanes. En los primeros ocho años del euro, Alemania
tuvo una inflación del 1,5 por ciento mientras que en otros países era
del 3. Necesitamos ahora que ocurra exactamente lo contrario. Si no
sucede, no se ve cómo la deuda de los países del sur europeo será
sostenible. Siempre se habla de los problemas estructurales de los
países del sur, pero no se habla de los problemas estructurales de
Alemania. La demanda doméstica germana crece apenas un 0,5 por ciento,
algo que no es suficiente para generar inflación. Tampoco estamos viendo
un incremento fuerte de salarios o del consumo y la inversión
empresaria está empezando a caer. Alemania tiene que resolver estos
problemas para que haya una salida para la eurozona.
–¿Hay peligro de deflación como sucedió en Japón?
–Muchas veces se habla del peligro de
que Europa sufra una década perdida como la que padeció Japón. Pero en
muchos sentidos las cosas parecen peor en Europa, sobre todo en términos
de crecimiento económico, porque la eurozona tiene menos herramientas
para combatir la deflación que Japón. Los japoneses tienen su propia
moneda, su banco central. En España o Italia, si los precios caen, no
pueden hacer mucho. Lo que se necesita en estos casos son herramientas
heterodoxas para bajar el valor de la moneda y combatir la deflación.
–¿Es posible todavía una desintegración del euro?
–Tal como están las cosas creo que
veremos un aumento de los niveles de deuda y mayores tensiones políticas
y sociales. Los pronósticos del FMI y de la Comisión Europea son
preocupantes. Ambos coinciden en que habrá bajo crecimiento y baja
inflación, lo que hará muy difícil bajar los actuales niveles de deuda.
El peor es que la deuda aumente mucho más y que la gente empiece a
perder la paciencia que ha tenido hasta ahora. El peligro allí es que
los gobiernos no pueden compaginar la democracia con los requisitos de
su programa político y los riesgos de manejar el euro.
–Se habla mucho de si América
latina está preparada para un remezón externo. Se podría hacer la misma
pregunta sobre Europa. El mismo Draghi advirtió que podía haber shocks
externos.
–Muchos políticos pensaron sinceramente
que los problemas del euro se solucionarían y que volvería el
crecimiento económico. Esto no ha sucedido. No cabe duda de que la
crisis continuará por bastante tiempo. En principio, con las tendencias
actuales, creo que el euro va a sobrevivir. Pero esto puede cambiar si
hay un shock externo, por ejemplo, una fuerte desaceleración de la
economía mundial, porque la economía europea depende cada vez más de sus
exportaciones. Si Estados Unidos abandona su programa de
flexibilización cuantitativa también sería un gran impacto.
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