Omar Pérez Salomón
Este pasado 6
de octubre se cumplen 37 años del brutal acto de terrorismo perpetrado
contra un avión civil cubano en pleno vuelo con 73 personas a bordo, de
ellas 57 cubanos. Su edad promedio apenas rebasaba los 30 años. Entre
los viajeros del avión estaba el equipo de esgrima que acababa de
escribir una brillante página deportiva, ganando la totalidad de las
medallas de oro en las competencias regionales de esta especialidad que
se efectuara en Caracas; una tripulación experimentada con una destacada
hoja de servicios; 11 jóvenes guyaneses, seis de ellos seleccionados
para realizar estudios de medicina en Cuba y cinco ciudadanos de la República Popular Democrática de Corea, que visitaban países de América Latina.
En los meses previos al sabotaje, el
gobierno de Estados Unidos y la CIA, desplegaron una serie de
actividades terroristas contra Cuba, fundamentalmente contra sedes
diplomáticas y líneas aéreas.
El 9 de julio de 1976, en Kingston,
Jamaica, una potente bomba hizo explosión en el vagón que cargaba los
equipajes del vuelo de Cubana de Aviación que se dirigía hacia Cuba. El
artefacto no estalló dentro de la nave en pleno vuelo, debido a que se
produjo un atraso en el arribo de la misma.
El 2 de octubre, cuatro días antes del
sabotaje al avión en Barbados, el periodista contrarrevolucionario Llano
Montes publicó en El Mundo de Caracas que una bomba de dinamita
plástica había sido colocada bajo el ala de un avión de la Compañía
Cubana de Aviación en Barbados y que la misma se había despegado por un
pequeño derrame de gasolina cuando el avión iba por la pista para
iniciar el vuelo.
Sobre este particular el líder de la
Revolución Cubana, Fidel Castro, diría en el acto de despedida de duelo
de las víctimas, el 15 de octubre de 1976:
“Al principio
teníamos dudas si la CIA había organizado directamente el sabotaje o lo
elaboró cuidadosamente a través de sus organizaciones de cobertura
integradas por contrarrevolucionarios cubanos; ahora nos inclinamos
decididamente por la primera tesis. La CIA tuvo una participación
directa en la destrucción del avión de Cubana en Barbados.
“Lo más repugnante
de este caso es el empleo de mercenarios que por dinero son capaces de
segar en unos segundos 73 preciosas vidas de personas indefensas, con
las cuales incluso viajaron en el avión minutos antes.
“Los autores de
estos crímenes se mueven impunemente por todas partes; cuentan con
recursos financieros inagotables; utilizan pasaportes de Estados Unidos
como ciudadanos naturalizados de ese país o documentos reales o falsos
de otros numerosos países, y emplean los medios más sofisticados de
terror y crimen.
“¿Quién si no la
CIA, al amparo de las condiciones de dominio e impunidad imperialistas
establecidas en este hemisferio, puede realizar estos hechos?”
Es conocido que un día después del
atentado al avión cubano, el FBI y la CIA tenían conocimiento de los
autores materiales e intelectuales del criminal suceso; sin embargo el
gobierno de Estados Unidos ocultó esa información y dio cobija a los
terroristas Orlando Bosch y Luis Posada Carriles.
Fredy Lugo, uno de los autores materiales, contó a la periodista venezolana, Alicia Herrera, cómo prepararon y ejecutaron el atentado al avión cubano, y Hernán Ricardo, el otro autor gritó en el patio de la cárcel donde se encontraba recluido, ‘Nosotros pusimos la bomba, ¿y qué? ‘.
Bosch vivió como un “ciudadano
honorable” en una confortable residencia de Miami, con la generosa
protección política y económica de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) y falleció libre en esa ciudad al abrigo de las autoridades norteamericanas el 27 de abril de 2011.
Por su parte Posada Carriles se pasea
tranquilamente por las calles de Miami, a pesar de ser un confeso
terrorista y que el gobierno venezolano solicitó a Estados Unidos en el
año 2005 la extradición a Venezuela de este prófugo de la justicia.
Este 6 de octubre el pueblo cubano recordará con dolor este horrendo crimen y las palabras de Fidel en el acto de despedida de duelo de las víctimas, el 15 de octubre de 1976:
“Nuestros
tripulantes, nuestros heroicos trabajadores del aire y todos nuestros
abnegados compatriotas sacrificados cobardemente ese día, vivirán
eternamente en el recuerdo, en el cariño y la admiración del pueblo. Una
patria cada vez más revolucionaria, más digna, más socialista y más
internacionalista será el grandioso monumento que nuestro pueblo erija a
su memoria y a la de todos los que han caído o hayan de caer por la
Revolución.
“Hacia nuestros
hermanos guyaneses y coreanos inmolados ese día, va también nuestro
recuerdo más ferviente en estos instantes. Ellos nos recuerdan que los
crímenes del imperialismo no tienen fronteras, que todos pertenecemos a
la misma familia humana y que nuestra lucha es universal.
“No podemos decir
que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos
lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable
crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia
tiembla!.”
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