09 de Octubre de 2013
El gran problema que se avecina para Estados Unidos es el límite de
endeudamiento del gobierno federal, que ha superado los 16 billones de
dólares. Este es el límite anual o “techo de la deuda”, fijado por el
Congreso.
Deuda Pública Estados Unidos 1940-2013
Cada día se alejan más los tiempos en
que Estados Unidos era la superpotencia económica mundial. Los efectos
nocivos de la globalización y la gobernanza del mundo en manos de las trasnacionales ha
disuelto la noción de “Estado-Nación” en una situación que se precariza
a nivel mundial. La parálisis fiscal que hoy afecta al país bastión del
capitalismo, es una clara muestra de lo que espera a todo el planeta.
Las imágenes de los visitantes asombrados por el cierre de la Estatua de la Libertad en
Nueva York, dieron la vuelta al mundo. El turismo y los empleados del
sector público son parte de los 800 mil funcionarios afectados por el
cierre parcial de las actividades del Estado. Este cierre fiscal pospone
también la entrega de las cifras que son claves para medir la evolución
de la salud de la mayor economía del mundo, como las cifras de empleo
correspondientes al mes de septiembre. La Oficina de Estadísticas del
Trabajo (BLS) señala en su página web que “no recogerá ningún dato ni publicará el informe ni responderá a cualquier solicitud”. Pero este no es el principal problema.
El gran problema que se avecina para Estados Unidos es el límite de endeudamiento del gobierno federal, que ha superado los 16 billones de dólares. Este es el límite anual o “techo de la deuda”, fijado por el Congreso, en que se determina la cantidad en que el gobierno de Estados Unidos puede endeudarse. El techo de la deuda se introdujo durante la Primera Guerra Mundial para ayudar al gobierno federal a pagar la guerra. Desde entonces, el Congreso ha prescindido de la cantidad de bonos que entrega el gobierno, y sólo establece el límite en la cantidad de deuda en que puede incurrir el gobierno cada año. Pero ahora que la deuda federal supera los 16 billones de dólares (US$16.000.000.000.000, ver gráfica) y que al contemplar las hipotecas y otras deudas garantizadas por el Estado supera los 23 billones de dólares, la situación es asfixiante.
El gran problema que se avecina para Estados Unidos es el límite de endeudamiento del gobierno federal, que ha superado los 16 billones de dólares. Este es el límite anual o “techo de la deuda”, fijado por el Congreso, en que se determina la cantidad en que el gobierno de Estados Unidos puede endeudarse. El techo de la deuda se introdujo durante la Primera Guerra Mundial para ayudar al gobierno federal a pagar la guerra. Desde entonces, el Congreso ha prescindido de la cantidad de bonos que entrega el gobierno, y sólo establece el límite en la cantidad de deuda en que puede incurrir el gobierno cada año. Pero ahora que la deuda federal supera los 16 billones de dólares (US$16.000.000.000.000, ver gráfica) y que al contemplar las hipotecas y otras deudas garantizadas por el Estado supera los 23 billones de dólares, la situación es asfixiante.
Una deuda indevolvible
Todo el mundo sabe que no hay como
devolver esa deuda y la acción del Congreso de impedir que se siga
elevando el techo de la deuda responde más que nada a causas
ideológicas. Se busca la reducción del aparato estatal como se viene
haciendo desde los años 70, aunque ésto es justamente lo que ha
provocado la explosión de la deuda pública. La reducción del Estado que
comenzó con Nixon y continuó a pasos acelerados con Reagan y el boom de la deuda pública, tiene a Estados Unidos en la quiebra. “Los déficit no importan” señalaba el otrora actor de Hollywood, y fue el primero en pedir 18 veces al Congreso “elevar el techo de la deuda”.
El punto crucial es que si el Congreso
se niega a elevar el techo de la deuda, la situación de Estados Unidos
se hará aún más precaria y dejaría al descubierto el fracaso del modelo
capitalista implantado por Estados Unidos. Un impago de la deuda sería
un desastre para la posición del gobierno en los mercados mundiales de
bonos y daría lugar a una fuerte rebaja de su calificación crediticia,
obligando a un aumento en la tasa de interés, provocando una caída en
dominó de las principales economías del mundo. Estados Unidos entraría
rápidamente en recesión y en su declive arrastraría a todo el mundo,
esta vez muy debilitado para contener una nueva crisis.
Es difícil que el Congreso y el
gobierno de Estados Unidos asuma la responsabilidad de este escenario
tan sombrío e inmediato. La Cámara de Representantes, controlada por los
republicanos, tendrá que alcanzar un acuerdo con el Senado, controlado
por los demócratas, para elevar el techo de la deuda antes de que
Estados Unidos se precipite por el acantilado. Pero la intransigencia de
los republicanos hasta el punto de exigir el cierre de los servicios
públicos es en parte la afirmación de que el gobierno es rehén de los
intereses financieros. La Fed ha destinado más de 20 billones de dólares
en rescatar a la banca, y el congreso se niega a la reforma de salud
que propone el gobierno de Obama. Incluso la justicia y las fuerzas
policiales financiadas por el Estado, así como los servicios de
inteligencia contra el “terrorismo” son vistos con recelo por algunos de
los más extremistas que sugieren que lo único que se necesita es un
arma para defenderse.
La deuda pública de Estados Unidos como porcentaje del PIB
Esta gráfica de la deuda pública como
porcentaje del PIB nos aporta una idea clara de en qué momentos y bajo
qué gobiernos la deuda pública aumentó, disminuyó o se estabilizó. Tras
la segunda guerra mundial, Estados Unidos alcanzó un endeudamiento
superior al PIB del país. Pero en aquellos años Estados Unidos no era la
primera potencia mundial y tenía un PIB menor al de Reino Unido. Sin
embargo, tras la guerra, Estados Unidos fue el único país de los que
participaron en el conflicto que tenía su infraestructura pública
industrial intacta. La guerra permitió a Estados Unidos revertir el
orden y pasar a ser la primera potencia mundial. La implantanción del
dolar como moneda de reserva mundial desde 1944 respondió al hecho de
que Estados Unidos era el país que tenía la mayor cantidad de reservas
en oro del planeta. También era el principal productor y exportador de
petróleo.
Estados Unidos, gracias a las
políticas de bienestar y empleo vivió tres décadas doradas en los que
pudo disminuir en forma paulatina y constante la deuda pública, como se
aprecia en la siguiente gráfica, tomada de los archivos históricos de la
Casa Blanca (ver aquí).
Todo cambió con el gobierno de Ronald Reagan y la liberalización de los
mercados según las ideas de Milton Friedman desde 1980. Estados Unidos
no solo privatizó sus empresas estratégicas (petroleras, mineras,
navieras, de transporte y comunicaciones) sino que lo hizo a precios
fuera de mercado en lo que perdió todo el país. Si bien la gráfica de la
deuda actual hoy se ve muy similar a la de los años 40, la realidad es
bien distinta. Hoy Estados Unidos no cuenta con el importante aval que
eran las empresas públicas y estratégicas de hace 70 años. Es un país
que ha sido desmantelado por los caprichosos intereses privados del
libre mercado y no cuenta con la generosidad de los activos que hace
siete décadas lo hicieron convertirse en la primera potencia económica
del mundo.
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