por Anibal Garzón
, 29 de Septiembre de 2013
La estrategia insuficientemente soberana del gobierno de Piñera de marcar fronteras entre Bolivia y Chile por intereses trasnacionales en la nueva multipolaridad conlleva principalmente a la ausencia y sufrimiento del pueblo chileno
América Latina
está viviendo un momento esencial, la institucionalidad de su
integración regional. A pesar de instalarse varios proyectos históricos
en el continente americano a nivel micro, como el Sistema de Integración
Centroamericana (SICA), la Comunidad Andina (CAN) o el Mercado Común
del Sur (MERCOSUR), entre otros, solo uno ocupaba toda la región
continental, la Organización de Estados Americanos (OEA), fundada en
1948, aunque Cuba fue expulsada el 31 de enero de 1962, “en la octava
reunión de consulta de ministros de relaciones exteriores de la OEA”,
tras declarase un estado socialista en 1961. Este fue un indicador sobre
que la OEA no era una estructura horizontal y democrática sino que
justamente fue creada al inicio de la Guerra Fría por parte de Estados
Unidos para hacer frente al “fantasma del comunismo” y continuar con su
escena imperialista de la “Doctina Monroe” y “el Corolario 1904”,
donde se confirma en este último guión que si un país americano
amenazaba los derechos o propiedades estadounidenses el mismo gobierno
estaba obligado a intervenir.
La llegada a la presidencia venezolana
en enero de 1999 del recién difunto expresidente Hugo Rafael Chávez
Frías dio un giro en la relación asimétrica entre Norteamérica y
Latinoamérica. La tesis histórica de Simón Bolívar sobre la unión latina
de los estados iniciaba su puesta en práctica casi 200 años después. El
pragmático Chávez no buscaba simplemente una microintegración de
gobiernos progresistas, como el de Ecuador, Cuba, Nicaragua o el Estado
Plurinacional de Bolivia con la conformación del organismo de la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), sino la
unificación de todos los estados de América Latina
a favor de la soberanía de cada uno de ellos para hacer frente a la
injerencia de los Estados Unidos. El año 2011 pasó a la historia con la
fundación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), organismo que paralelamente planta cara a la creciente
deslegitimación de la OEA y Estados Unidos. Pese a que todos los estados
latinoamericanos y caribeños se han integrado en este nuevo organismo
regional, esto no quiere decir que todos los miembros actúan
políticamente en una misma dirección a favor de la integración contra
las injerencias de Estados Unidos y sobre todo por la soberanía
nacional.
El giro permanente de la República de Chile
Justamente, el estado chileno
es un caso particular. Un caso que tiene su contexto histórico propio.
En 1969 se firmó, entre Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile,
el Acuerdo de Cartagena para fundar el Pacto Andino, lo que es en el
presente la CAN. La función de este organismo interestatal era unirse
para impulsar un desarrollo productivo en cada nación gracias a la libre
circulación de mercancías de origen andino en un mercado pluriestatal y
a la vez ampliar los aranceles para los productos externos, es decir,
en definitiva, constituir una economía conjunta proteccionista. Después
del golpe de estado del dictador Augusto Pinochet hace 40 años, el
camino de Chile cambió su rumbo. El régimen militar de Pinochet sacó a Chile de la CAN en 1976 por una principal incompatibilidad con el organismo, la soberanía nacional.
El fascismo chileno
no estaba inspirado en el fascismo clásico europeo de Hitler, Mussolini
o Franco, en lo referente al proteccionismo autárquico económico, sino
todo lo contrario, a la apertura de su economía a la liberalización
internacional mediante un sin fin de privatizaciones[1]
que derrumbaban todos los logros socialistas conseguidos por el
expresidente Salvador Allende. Un modelo iluminado bajo la tesis del
ultraneoliberal norteamericano Milton Friedman ya que asesoraron al
régimen chileno sus discípulos economistas llamados “Chicago Boys”.
En Chile,
como jamás ocurrió un proceso de transición política estructural con la
implementación de una nueva Asamblea Constituyente después de la
derrota de Pinochet en el plebiscito nacional de 1988, el neoliberalismo
continúa en plena acción actualmente afectando la soberanía nacional
del país, pese a la latencia del actual gobierno de Sebastián Piñera.
Justamente el Presidente, en las replicadas confrontaciones recientes a
causa del conflicto de la salida marítima de Bolivia - un conflicto que
se arrastra desde la Guerra del Pacífico en 1879 – como el caso de los
tres militares bolivianos retenidos en la ciudad chilena de Iquique el pasado mes de febrero, afirmó en dirección al primer mandatario boliviano que “Chile no le va a entregar soberanía ni territorio chileno a Bolivia”[2].
Soberanía nacional consiste en tener autonomía y el poder independiente
en un país en concreto, algo que de tanto intenta presumir Piñera sobre
Bolivia mientras oculta con este discurso las directrices a las que se
somete Chile por parte de otros actores internacionales, concretamente el gobierno de los Estados Unidos.
El vínculo entre Estados Unidos y Chile
La íntima relación, las últimas décadas, entre Estados Unidos y Chile
no ha sido oculta. El gran desfase inicial fue la cooperación del
estado norteamericano y su aparato de inteligencia de la CIA con la
implementación del golpe de estado de Pinochet contra el gobierno
democrático socialista de Allende y toda la represión deshumanizada que
ello conllevó[3]. Además, Estados Unidos estuvo aliado al régimen militar en su lucha contra todos los movimientos clandestinos de izquierda en Chile, y en toda América Latina en lo que se llamó la Operación Cóndor. Esta operación se cofundó en Santiago de Chile
en 1975 por Manuel Contreras, jefe de la Dirección de Inteligencia
Nacional (DINA), en coordinación con las dictaduras militares de
Uruguay, Paraguay, Brasil, Argentina, y Bolivia.
En la actualidad las condiciones han
cambiado, caminando las Américas hacía una democratización. Como hemos
señalado al inicio, Estados Unidos quiere hacer frente a esa nueva
estrategia regionalista y soberana de América Latina
que impulsó Chávez, no solamente por el nacimiento de gobiernos de
izquierdas con expectativas anticapitalistas sino por el crecimiento de
gobiernos antineoliberales progresistas con desarrollismo nacional, como
el caso de las potencias de Brasil, Argentina, que se unieron en la IV
Cumbre de las Américas para decir “No” al proyecto asimétrico de libre
mercado que quería Estados Unidos implementar en todo el continente
americano, el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Por ello,
que mejor que utilizar sus satélites históricos, entre ellos Chile, para hacer frente al proteccionismo.
De unipolar a multipolar
Actualmente está en tensión el debate
sobre la existencia de un mundo unipolar, con la hegemonía de los
Estados Unidos, o la existente de un mundo multipolar con la presencia
de potencias como China, Rusia, Brasil, entre otras. Parece ser que
Estados Unidos ha perdido hegemonía en su principal histórico patio
trasero, América Latina. Según un estudio de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), justamente después de la crisis económica financiera de 2008, en 2009 las exportaciones de América Latina
a China aumentaron un 5% mientras que hacia Estados Unidos y Europa
cayeron un 26 y 28% respectivamente. El crecimiento económico de China,
de 8,7% en 2009, seguía demandando materias primas para la posterior
elaboración de sus productos manufacturados, mientras la crisis
norteamericana y europea reducía esta demanda, y complementariamente América Latina
iniciaba la compra, por calidad y precio, de estos productos
manufacturados a China. Es decir, se proyectaba un nuevo proceso de
cooperación comercial directa entre América Latina y China. América Latina,
a inicios del siglo XXI, exportaba el 60% de su producción a Estados
Unidos, cerca del 12% a Europa, y un 1% a China, mientras que 9 años
después, en 2009, a
Estados Unidos el 38,6%, a Europa el 13,8%, y a China el 7,6%. Y en
caso de las importaciones, Estados Unidos pasó del 50% al 33,1%, la
Unión Europea de cerca del 13% al 14,7%, y China, de ser casi nulo, con
cerca del 1% al 9,5% en menos de 10 años[4].
Uno de los sujetos esenciales en esta
saliente cooperación sur-sur es Brasil, un nuevo gigante internacional
como economía emergente, pasando a ser a finales de 2011 la sexta
economía mundial según el Centro de Investigaciones Económicas y
Negocios (CEBR en inglés)[5].
El comercio entre China y Brasil ha crecido abismalmente los últimos
años, por ello nació, entre otros casos, una nueva estructura en el
regionalismo internacional que se llama BRICS, el cual aglutina a los
principales países que presentan un mayor crecimiento del PIB a nivel
mundial; Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y que a la vez, no
pertenecen a la entidad neoliberal liderada por Estados Unidos y Europa,
donde también la integra Chile, la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). China
actualmente le compra casi el 20% del total de las exportaciones de
Brasil, principalmente materias primas, y a inicios del siglo XXI no
llegaba ni al 2%. Por el contrario Brasil le compra actualmente a China
un 30% de total de lo que importa en su totalidad, siendo hoy día China y
Brasil el corredor más importante de las transacciones globales[6].
El Corredor Bioceánico
Según las condiciones físicas
continentales China y Brasil no tienen una buena conexión, efecto que
complica y encarece su comercio bilateral. Ya no solamente por su
lejanía sino por las malas infraestructuras comunicativas terrestres que
hay en Sudamérica para cruzar desde el Océano Atlántico brasileño a la
costa pacífica. Como primera repuesta, salió a la luz el proyecto del
“Corredor Bioceánico de Capricornio” en 1992 para unir la ciudad
brasileña de Santos con la chilena de
Antofagasta. En ese momento Brasil ya veía el mercado asiático como una
meta esencial para su crecimiento económico. Finalmente, el proyecto
pasó de ser una idea a un hecho, paralelamente al crecimiento comercial
constante de Brasil con China, y en 2007 el presidente brasileño Lula,
el boliviano Evo Morales y la mandataria chilena
Michelle Bachelet, lanzaron el plan tripartito para la construcción de
los últimos tramos del corredor y unir finalmente Santos con los puertos
de Arica e Iquique, atravesando Bolivia de un extremo a otro.
A pesar de las históricos pugnas entre Bolivia y Chile
desde la Guerra del Pacífico (1879-1883), el reinicio de negociaciones
entre los dos estados en 2006 con la llamada “Agenda de los 13 Puntos”,
donde se retomaban conversaciones sobre la salida al mar de Bolivia,
llevó a institucionalizar una relación bilateral ausente durante
décadas. Más allá de que no se avanzará mucho pragmáticamente en la
negociación, los pequeños logros de confianza conseguidos se
desvanecieron con la ruptura de relaciones entre los dos estados en
2011, donde Chile tuvo un cambio de
gobernante, de la líder de la Concertación, Bachelet, al conservador y
líder de Renovación Nacional, Sebastián Piñera. El crecimiento de la
tensión diplomática entre Chile y Bolivia llevó a que finalmente, por decisión de Evo Morales, el corredor bioceánico ya no acabase su destino en las costas chilenas
de Tarapacá sino en el puerto peruano de Ilo. El corredor espera ser
inaugurado en San José de Chiquitos, en un futuro próximo cercano,
departamento boliviano de Santa Cruz de la Sierra, con la presencia de
Evo Morales, la mandataria brasileña Dilma Rousself y veremos si acude
el presidente peruano Ollanta Humala y la futura presidenta que gane las
elecciones chilenas el próximo mes de noviembre.
La desintegración de las Américas y los costes en Tarapacá
La región de Tarapacá, con su capital, Iquique, situada al norte de Chile,
es una zona que tiene un elevado comercio histórico con los países
fronterizos, Bolivia y Perú, principalmente por las reexportaciones que
se iniciaron en 1975 mediante la Zona Franca de Iquique. Tarapacá no
solamente tiene como fuente de ingresos las exportaciones de minería,
principalmente, a países europeos, Norteamérica o estados asiáticos,
sino también haciendo de puente su puerto entre productos asiáticos y
latinoamericanos. Según estadísticas de 2003[7],
la región de Tarapacá exportó un total de mercancía con valor de 1.913
millones de dólares, siendo 1.209 millones exportaciones de productos
nacionales chilenos y 704 millones corresponde a envíos al exterior de productos no producidos en Chile,
como por ejemplo, productos de China hacia Bolivia. Los principales
productos exportados son cobre, harina, aceite de pescado, yodo,
vehículos, y sal, siendo el 95% de exportaciones lideradas por 12
empresas mineras y 2 de harina de pescado[8].
En el caso de los países vecinos, Perú, Brasil, Bolivia, es muy
distinto si se consideran solamente los productos originarios de Chile
o si se incluyen las reexportaciones de productos extranjeros
comercializados por la zona franca. Justamente las exportaciones
directas de Chile fueron el 4,3% de su
total a Bolivia, Perú y Brasil, pero de las reexportaciones se consideró
un total de 460,3 millones en 2003, es decir, el 65% de todas las
ventas extranjeras, siendo Bolivia el principal mercado con 39,3%[9],
principalmente por la compra de combustibles y lubricantes. En
definitiva, un mecanismo de comercio de gran trascendencia en Tarapacá
son las reexportaciones de Chile a
Bolivia mediante el puerto de Iquique como punto intermedio
transcontinental entre Asia y América. Las mismas instituciones públicas
locales de Iquique y las regionales de Tarapacá, además de su población
local como mano de obra en comercio, logística o transporte de
mercancía, entre otras, se benefician de este mercado binacional
fronterizo. Un beneficio que puede ser vaporeado por las posturas
centralistas y transnacionales de Sebastián Piñera.
El último estrecho del Corredor
Binacional que finalmente irá desde Bolivia al puerto peruano de Iló, y
no hacía el iquiqueño, no solamente afectará el comercio reexportador de
Chile con Bolivia, mediante el traspaso de productos asiáticos, sino también de Chile
con Brasil, el gigante latinoamericano que estabiliza su fuerte mercado
con China. La pérdida de beneficios económicos que padecerá Tarapacá
será una dura consecuencia que Piñera someterá al pueblo local, y en
general a la economía chilena nacional,
en beneficio de una postura política simplista vinculada a la
estrategia mundial de los Estados Unidos, de impedir la integración
latinoamericana como soberanía de los pueblos, el comercio entre pueblos
vecinos, como el crecimiento del los vínculos comerciales entre países
del sur, como China o Brasil, que conforman la BRICS, el frente contra
la OCDE. Por ello, mientras Piñera prefiere seguir en conflicto con
Bolivia desde su despacho en Santiago de Chile
rompiendo la unidad regional latinoamericana que tanto desfavorece los
intereses de Washington, y utilizando oraciones demagógicas en defensa
de la “soberanía de Chile”[10],
se olvida traicioneramente de la verdadera soberanía del pueblo de
Tarapacá para decidir el destino de su desarrollo regional.
Contrariamente, como substitución, y presión, de este fraccionamiento de
Piñera en la integración continental, Bolivia ha fortalecido los lazos
con el gobierno de Ollanta Humala para emigrar su comercio de Chile
a Perú y se ha pactado bilateralmente iniciar la construcción de un
ferrocarril bioceánico en 2015. Previamente el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), donde China ingresó como donante a inicios de 2009,
otorgó un crédito de 6,4 millones de dólares para realizar el estudio
básico del tren bioceánico que creará las bases para su licitación,
midiendo el impacto ambiental y las características técnicas. El
proyecto conectará la ciudad peruana marítima de Puerto Illo con la
boliviana oriental de Puerto Suárez, con un costo aproximado de 2.500
millones de dólares[11].
Más allá del debate histórico de la
salida al mar de Bolivia, polémica que no hay que dejar de lado en la
diplomacia, existe una partida de ajedrez esencial entre la unión
soberana de Latinoamérica y los mandamientos del imperio con sus peones.
Mientras Bolivia sigue con su rol estratégico integracionista
latinoamericano, y su puente entre el comercio bilateral entre China y
Brasil, Chile, como peón, intenta
romper ese proyecto de unidad latinoamericana y generar incomodidades en
la BRICS a favor de la OCDE, utilizando a Bolivia como enemigo por la
negación de todo tipo de negociación en la concesión marítima. La
estrategia insuficientemente soberana del gobierno de Piñera de marcar
fronteras entre Bolivia y Chile por intereses trasnacionales en la nueva multipolaridad conlleva principalmente a la ausencia y sufrimiento del pueblo chileno de Tarapacá.
[1] Según una Comisión de Investigación del Parlamento chileno desde el inicio de la dictadura hasta 1990 se vendieron 725 macroempresas estatales a un precio irrisorio. Ver http://elchileno.cl/world/nacional/841-las-privatizaciones-de-la-dictadura.html
[2] Nota de prensa: http://www.paginasiete.bo/2013-02-27/Nacional/Destacados/Pinera---Chile-no-le-va-a-entreg.aspx
[3] Ver afirmaciones de la injerencia de Estados Unidos en Chile: http://www.archivochile.com/Imperialismo/us_contra_chile/UScontrach0008.pdf
[4] Ver datos económicos. http://www.eclac.org/publicaciones/xml/2/39082/RP_China_America_Latina_el_Caribe_una_relacion_estrategica_906.pdf
[5] Nota de prensa: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/12/111226_economia_brasil_sexta_economia_mundo.shtml
[6] Nota de prensa: http://www.eldiario.com.ar/diario/economia/75866-china-y-brasil-protagonistas-del-comercio-global.htm
[7]
Estos datos, algo caducos, en la actualidad habrán tenido un
crecimiento considerable al presentarse, como hemos citado
anteriormente, un aumento del comercio entre América Latina
y China entre 2000 y 2009. Pasando las exportaciones de América a China
del 1% en el 2000 al 7,6% en 2009. Y las importaciones de 1% al 9,5%.
[8] Información estadística de Tarapacá: http://www.docstoc.com/docs/119502074/CAP%EF%BF%BDTULO-5--EXPORTACIONES-REGION-TARAPACA
[10] Nota de prensa: http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/nacional/20130304/pinera-ningun-presidente-de-chile-entregara-el-territorio-y-soberania-a_204358_437179.html
[11] Nota de prensa: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2012/1123/
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