El siguiente texto fue redactado tras el arresto del padre Paolo Dall’Oglio por el «Estado Islámico de Irak y del Levante» (acto calificado de «secuestro»
por las autoridades italianas) y antes del anuncio de su ejecución. Los
autores, militantes italianos por la paz, señalan las posiciones
belicistas del jesuita, muy lejanas de su imagen de «apóstol de la revolución siria no violenta».
Red Voltaire
| Roma (Italia)
Sea cual fuere el destino que le reserve al jesuita
italiano Paolo Dall’Oglio el grupo islamista que lo ha detenido, y
expresando desde aquí nuestro deseo de que sea liberado, no debe
olvidarse el papel de este sacerdote. Muchos se obstinan en describirlo
como un «pacifista». Pero la realidad es muy diferente, como lo
demuestran sus propias declaraciones. Después de haber pasado 30 años
en Siria, en aras de un «diálogo interreligioso» que ese país
no necesita, Dall’Oglio se convirtió en defensor en jefe de la revuelta
armada e islamista. Con esa etiqueta recorrió el mundo demandando,
con amplia cobertura mediática, una intervención armada de la OTAN al
estilo de la que se produjo en Libia.
En el sitio web del Huffington Post Italia, el religioso admitió, entre otras cosas, el uso de armas químicas como medio de obligar Occidente a asumir un papel más decidido en la agresión contra Siria. Es interesante resaltar que incluso habla de «nosotros»:
«Quien quiera utilizar la excusa de que nosotros hayamos utilizado el arma química (que no está demostrado) contra el régimen, tendrá que reconocer que está utilizando un argumento enteramente insostenible y que se vuelve en contra de él mismo. (…) Mientras que si ustedes permiten que nosotros seamos masacrados por el régimen asesino, entonces –así lo prometemos– la autodefensa necesaria y desesperada nos aconsejará, nos obligará a crear tal peligro suicida para la seguridad regional que se verán ustedes obligados a asumir de todas maneras sus propias responsabilidades.» [1]Dall’Oglio llama «partisano revolucionario» a cualquiera que se pronuncie en contra de Assad y demoniza a todos los demás. Tiene además tendencia a atribuir todo lo negativo a los «fascistas del régimen». Al ser entrevistado por [el diario italiano] La Reppublica, a raíz de la difusión de un video que mostraba la decapitación de tres personas, insinuó que era una manipulación del gobierno para acusar a los «revolucionarios» y desacreditarlos. De la misma manera, después de su arresto por el «Estado Islámico de Irak y del Levante», sus amigos declararon que el régimen había manipulado a los islamistas infiltrando entre ellos a sus agentes y que era por lo tanto el régimen el verdadero responsable.
Paollo Dall’Oglio declaró repetidamente que quería unificar a todos los grupos armados –hasta los más aterradores– que luchan contra Assad, incluyendo el propio al-Qaeda, representado en Siria y en Irak por Abubakr al-Baghdadi, por cuya cabeza Estados Unidos ofrece (al menos según los diarios) una recompensa de 10 millones de dólares.
Sobre ese tema, basta con leer las desconcertantes confesiones recogidas por el semanario Famiglia Cristiana, que sin embargo se obstina en seguir hablando de su supuesto activismo por «la paz» y «el diálogo»:
«Llegué hoy [27 de julio. NdlR.] a Rakka [ciudad siria bajo el control de la organización de al-Baghdadi, que diariamente comete matanzas de civiles en Irak. NdlR.] y estoy contento por dos razones: estoy en territorio sirio en una ciudad liberada y he sido bien recibido. La gente en las calles se siente libre y esta es la imagen de la madre patria que queremos para todos los sirios. Por supuesto, esto no ha terminado pero es un buen comienzo.»Por cierto, no es ese su primer elogio hacia al-Qaeda. Basta con leer sus declaraciones a la agencia de noticias ANSA [2] o su entrevista al semanario católico francés La Vie [3] donde afirma:
«El yihadismo es el hecho de tomar las armas para restaurar la justicia. Es la guerra santa islámica. Hay islamistas democráticos y yihadistas democráticos, al igual que yihadistas extremistas, radicales, clandestinos, criminales, relacionados con los servicios secretos sirios y con las mafias de los narcotraficantes.»Refiriéndose a los combatientes de al-Qaeda, prosiguió:
«Yo subrayo que son hermanos y hermanas en humanidad. En mis diálogos con ellos he reconocido hombres y mujeres que tienen una pasión religiosa, un sentimiento religioso que yo comparto. Son personas comprometidas pero enamoradas de la justicia.»Por demás, Dall’Oglio repite, también en el sitio de la versión italiana del Huffington Post, y utilizando otra vez el «nosotros»:
«Para nosotros, sirios de la revolución, la reconciliación entre las fuerzas islamistas radicales y las fuerzas democráticas es una necesidad estratégica. Los dolorosos enfrentamientos y los crímenes insoportables que se han producido entre nosotros deben encontrar una solución, ser reabsorbidos para que nos presentemos unidos ante el peligro total representado por el régimen, al que demasiada gente apoya directa o indirectamente. Hay que hacer fracasar el intento de sembrar guerras intestinas entre las fuerzas anti-Assad. Los agentes y consejeros militares americanos [estadounidenses] harían bien en entenderlo de inmediato. Es bueno favorecer a los participantes más confiables y estimular las evoluciones más positivas. No puede serlo el hecho de empujarnos a que nos matemos entre nosotros.»En 2012, durante una conferencia en Roma, declara: «No hay contradicción entre yihadismo y lucha por la democracia»; «Yihad es el nombre musulmán de nuestra Resistencia» [La resistencia italiana de la Segunda Guerra Mundial contra los fascistas y los nazis. NdlR.]; «El secuestro de dos obispos [sirios] es obra seguramente de los agentes del régimen que se hicieron pasar por rebeldes».
Mientras que Dall’Oglio hablaba, un periodista lo llamó a su teléfono celular y le comunicó en tiempo real que los secuestradores de los obispos sirios eran chechenos del Frente al-Nusra, información que Dall’Oglio se abstuvo de comentar. Y agrega: «Es por eso que, si no hemos logrado obtener de la ONU el envío de cascos azules como fuerza de interposición, hay que dar un mandato más amplio a las fuerzas de paz internacionales…»
Y también muestra su aprecio por la acción de la OTAN contra Libia, al declarar que «Ahora Libia es libre.» Después de 160 000 muertos y del éxodo de dos tercios de la población libia que se han ido al exilio. Y sigue diciendo Dall’Oglio: «Hace un año y medio que venimos hablando de la necesidad moral de una intervención directa como la que tuvo lugar en Libia o indirecta con la posibilidad de dar armas sólo para bloquear el bombardeo sistemático del régimen sirio, que es un régimen mafioso.» [4]
Si fue secuestrado debido a las luchas intestinas entre los grupos armados o si está cumpliendo una «misión» –como él mismo escribió a su familia y como decían sus amigos, así como un misterioso SMS que parece haber enviado hace varios días– para «liberar rehenes», el hecho es que Dall’Oglio se equivocó en cuanto a la «revolución». Y se equivocó porque siguió su propio rencor –después de no serle renovado el permiso de estancia– y su ya notorio ego, a pesar de la vocación religiosa de paz y humildad por la que había optado hace décadas.
Esperamos poder repetírselo muy próximamente.
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