A sus 87 años, Fidel acaba de publicar
un artículo como sólo los sabios lo pueden hacer. Yo soy un admirador
personal, un seguidor filosófico y político del Comandante en Jefe. No
pediré disculpas si no soy ecuánime.
“Las verdades objetivas y los sueños” que
recién publicó en los periódicos impresos y digitales de Cuba y del
mundo, no sólo es un asomo a su propia versión de la crisis de los
misiles del 62. Expresa confesiones, pensamientos personalísimos de una
figura central de la segunda mitad del siglo XX, quizá la más importante
de todo el Continente, y una de las tres más insignes del mundo, al
lado de Mandela y Mao; y de estos dos últimos, habrá debate.
Aunque si solo se tratara de
rescatar su versión de los hechos por aquel conflicto que estuvo a punto
de desatar una guerra entre el mundo capitalista y el comunista, existe
en el texto del Fidel, material suficiente para reeditar la historia.
El documento tiene un valor
impresionante pues habla de la fiereza de la Revolución Cubana, la cual
se apostaba a combatir en solitario las amenazas invasoras de los
gringos. Cuenta Fidel Castro que Khrushchev ya le había provisto los misiles; al ser destituido, Breznhev dispuso armamento y la propia República Popular Democrática de Corea y su jefe máximo, Kim Il Sung,
había enviado 100 mil kaláshnikovs, “sin cobrar un centavo”. La URSS,
Corea y Cuba en “la defensa del socialismo”, destaca. Además, el
Comandante ya había acumulado 400 mil fusiles; 300 propios, y 100 mil
más que recién le había arrebatado a Batista en el 59. “No se preocupe,
de los invasores nos ocupamos nosotros”, le dijo al presidente
soviético. Y no dudo que lo hubieran hecho. A Kennedy sólo le hubiera
restado echar una bomba atómica sobre la isla. Y probablemente lo
hubiera hecho, pero le clavaron dos tiros en la cabeza antes de
intentarlo. Aunque claro, no dudaron en culpar a Cuba ¿O fue a
propósito?
En el texto, Fidel recorre con su
memoria la historia natural de los seres humanos. Se sabe que el líder
de la Revolución Cubana tiene un intelecto prodigioso ¿De qué otra forma
pudo triunfar sobre la dictadura batistiana cuando emboscado en la
Sierra Maestra, apenas contaba con doce fusiles y ocho hombres? Se
requiere una capacidad prodigiosa, casi como un semidios, para sacar
adelante una insurgencia cuando otros pudieron darse por derrotados.
Esto es lo más parecido en la realidad a los doce trabajos de Hércules.
Deja frases excepcionales sobre su racionamiento evolutivo:
“Las ciencias deben enseñarnos a todos a
ser sobre todo humildes, dada nuestra autosuficiencia congénita.
Estaríamos así más preparados para enfrentar e incluso disfrutar el raro
privilegio de existir.” Una enseñanza a tiempo en la era dominada por
la tecnología que, en el pensamiento de Albert Einstein, estaría cerca
de la deshumanización de la naturaleza. Nadie como el Comandante en Jefe
en estos días para cuestionar las amenazas que se ciernen sobre el
planeta con la tentativa de una guerra nuclear y las devastaciones
provocadas por el cambio climático.
Y si bien es cierto que Fidel es un
presidente jubilado, conceptualiza como el más vigente de los
revolucionarios. Vigencia que rememora él mismo al relatar la ocasión
que permitió al Mariscal de Khrushchev instalar los misiles en Cuba para
detener la presunta invasión de USA; no como una violación a la
soberanía, sino como un deber con el socialismo porque “éramos ante todo
revolucionarios”.
Y así permanecerá este gigante, aunque
haya quienes crean que este artículo de Fidel es el último testamento
del líder. Fidel sobrevivió a más de 160 atentados contra su vida.
Ahora, por celebrar con ideas su cumpleaños 87, hay quienes quieren
darlo por muerto. Cuanta estupidez ¿Y qué se podría esperar de quienes
por más de 50 años han querido verlo muerto? Eso, estúpidos. Estúpidos
entonces por fallar y estúpidos ahora por haberse convertido en
mercenarios estériles. ¿No dijo Alí Primera que los que
mueren por la vida no pueden llamarse muertos? Por eso cuando llegue
aquel día, no será sino el paso del Comandante hacia la inmortalidad
etérea. Afortunadamente para eso queda mucho tiempo. Quién no recuerda
ese pasaje del documental que le hizo Oliver Stone, donde Fidel cuenta la historia del día que regalaron una tortuga.
- ¿Y cuanto vive una tortuga? – preguntó el líder
- Ciento cincuenta años
- Eso es lo malo de las mascotas –dijo Fidel-; apenas uno se encariña con ellos, se mueren.
O algo así iba.
¿Cómo puede morir quien ha vencido a la muerte? Cuenta el Comandante en su texto:
“El 26 de julio de 2006 enfermé
gravemente. Apenas comprendí que sería definitivo no vacilé un segundo
en proclamar el día 31 que cesaba en mis cargos como Presidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, y propuse que el compañero designado
para ejercer esa tarea procediera de inmediato a ocuparlo.
“Me restaba concluir la revisión
prometida de Cien horas con Fidel. Estaba acostado, temía perder el
conocimiento mientras dictaba y a veces me quedaba dormido. No obstante,
día por día respondía a las endiabladas preguntas que me parecían
interminablemente largas; pero persistí hasta que terminé.
“Estaba lejos de imaginar que mi vida se
prolongaría otros siete años más. Solo así tuve el privilegio de leer y
estudiar muchas cosas que debí aprender antes. Pienso que los nuevos
descubrimientos nos han sorprendido a todos”.
¿Editar un libro a punto de perder el
conocimiento, y sin embargo persistir hasta lograrlo? Ese es Fidel, un
loco. Un inmortal. Convenzámonos de una buena vez. El nunca morirá.
Ese es su regalo de 87 años. Aún cumpliendo, le sigue reglando a la humanidad su pensamiento. Acaso sólo nos resta leer “Hugo Chávez, Mi segunda Vida” de Ramonet,
quien, dicho con justicia, ha sido el autor de la mejor biografía sobre
Fidel hasta el momento; curiosamente, una hecha por Fidel mismo.
http://albertobuitre.wordpress.com/
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