por David Berlanga
Martes, 20 de Agosto de 2013 09:24
Se marchan. Ya no cargan con maletas de cartón, sino que arrastran
prácticas trolleys, cuyas ruedas, sin embargo, no ayudan a aligerar el
peso de la nostalgia anticipada por lo que dejan atrás. Emigran como
emigraron sus mayores. Y dicen adiós...
No en una lóbrega estación de ferrocarril, sino junto al
control de seguridad de un moderno y funcional aeropuerto, ese cuya
construcción costó cientos de millones de euros. Y después toman el vuelo low cost con
destino esperanza y escala en incertidumbre. No. Sus lágrimas no
mojarán el papel de una larga carta que hable de los primeros días en
esa ciudad que es como en las películas, pero en la que llueve demasiado
y se come más temprano. Bastará un Whatsapp que diga algo así como… “He llegado bien. Mañana salgo a buscar trabajo”. Jóvenes, sobradamente preparados y emigrantes.
Las estadísticas muestran la sangría demográfica que Andalucía viene sufriendo desde el comienzo de la crisis. Según el censo electoral de españoles residentes en el extranjero del INE, 192.000 andaluces viven fuera del país a 1 de julio de 2013. Para entender la magnitud del éxodo hay que remontarse a unos años atrás. En diciembre de 2007, inmediatamente antes del crack, eran 142.000. Son, por tanto, 50.000 nuevos emigrantes. La mayoría, jóvenes. El número total de españoles censados en el exterior es actualmente de 1.610.000, 415.000 más que en 2007.
“Más que hablar de emigración, que tiene que ver con la demanda masiva en sectores productivos de otros países, que en realidad no existe, esto es una huida a la desesperada”, dice Emma Martín, catedrática de Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla y especialista en migraciones. “Se ha hecho un gran esfuerzo para que estos jóvenes saltaran una brecha educacional bestial. Han podido acceder a la universidad, a diferencia de sus padres y abuelos. Y ahora, la mayoría se va porque tienen la sensación de que aquí no hay salida”.
EXILIO ECONÓMICO
“Esto es un exilio económico en toda regla, y por falta de expectativas en España”, afirma Natalia, una gaditana que cumple ahora nueve meses en Londres. Su paisano Pablo cuenta desde esa misma ciudad que le va bien: “No puedo ni mucho menos quejarme. Tengo un trabajo que me encanta y está bien pagado. Puedo permitirme ciertos lujos”. Adrián, sevillano, se labra su futuro en Los Ángeles: “Venía aquí para dos años y todos mis amigos y excompañeros de trabajo me dicen que ni se me ocurra volver”.
Los tres forman parte de ese goteo constante de españoles que desde el inicio de la depresión cogen sus maletas y se marchan. Tomando como referencia el censo electoral de españoles en el extranjero, en 2009 fueron 7.000. En 2010 como en 2011, 11.000. En 2012, 9.000. Y solo en lo que va de año, 5.000.
“Se hizo un enorme esfuerzo por la educación y la sanidad. Pero no se hizo la correspondiente inversión pública y privada en el I+D+I”, se lamenta Emma Martín, quien ve en ello la raíz del éxodo. Y añade: ”Se apostó solamente por el ladrillo y no por un modelo productivo basado en el conocimiento. Por eso estamos donde estamos. Y además el Gobierno español y el andaluz no hacen nada por cambiarlo y apuestan únicamente por el turismo y los servicios”.
Hoy, en Andalucía, en España en general, estudiar y trabajar duro no son garantía de nada para nadie, y mucho menos para los jóvenes. La tasa de paro en esta comunidad según la última Encuesta de Población Activa roza el 36%. Para los menores de 25 años asciende al 66%.
Las historias de Natalia, Pablo y Adrián no tienen nada que ver con la fuga de cerebros. No se fueron para seguir con investigaciones que aquí los recortes hacen inviables. En Andalucía hay historias de esas, claro. Como la de Leticia Díaz, que estuvo un año investigando en biogenética sin cobrar un euro en la Universidad de Jaén y que acaba de ser contratada por Harvard. Natalia, Pablo y Adrián, simplemente, aspiraban a tener un buen empleo, un trabajo lo suficientemente estable y bien pagado como para hacer una vida normal. Y se les negó. Los tres hablan para Andalucesdiario.es de sus periplos y contestan a la gran pregunta: Y tú, ¿por qué te fuiste?
http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/el-nuevo-exodo-andaluz/
Las estadísticas muestran la sangría demográfica que Andalucía viene sufriendo desde el comienzo de la crisis. Según el censo electoral de españoles residentes en el extranjero del INE, 192.000 andaluces viven fuera del país a 1 de julio de 2013. Para entender la magnitud del éxodo hay que remontarse a unos años atrás. En diciembre de 2007, inmediatamente antes del crack, eran 142.000. Son, por tanto, 50.000 nuevos emigrantes. La mayoría, jóvenes. El número total de españoles censados en el exterior es actualmente de 1.610.000, 415.000 más que en 2007.
“Más que hablar de emigración, que tiene que ver con la demanda masiva en sectores productivos de otros países, que en realidad no existe, esto es una huida a la desesperada”, dice Emma Martín, catedrática de Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla y especialista en migraciones. “Se ha hecho un gran esfuerzo para que estos jóvenes saltaran una brecha educacional bestial. Han podido acceder a la universidad, a diferencia de sus padres y abuelos. Y ahora, la mayoría se va porque tienen la sensación de que aquí no hay salida”.
EXILIO ECONÓMICO
“Esto es un exilio económico en toda regla, y por falta de expectativas en España”, afirma Natalia, una gaditana que cumple ahora nueve meses en Londres. Su paisano Pablo cuenta desde esa misma ciudad que le va bien: “No puedo ni mucho menos quejarme. Tengo un trabajo que me encanta y está bien pagado. Puedo permitirme ciertos lujos”. Adrián, sevillano, se labra su futuro en Los Ángeles: “Venía aquí para dos años y todos mis amigos y excompañeros de trabajo me dicen que ni se me ocurra volver”.
Los tres forman parte de ese goteo constante de españoles que desde el inicio de la depresión cogen sus maletas y se marchan. Tomando como referencia el censo electoral de españoles en el extranjero, en 2009 fueron 7.000. En 2010 como en 2011, 11.000. En 2012, 9.000. Y solo en lo que va de año, 5.000.
“Se hizo un enorme esfuerzo por la educación y la sanidad. Pero no se hizo la correspondiente inversión pública y privada en el I+D+I”, se lamenta Emma Martín, quien ve en ello la raíz del éxodo. Y añade: ”Se apostó solamente por el ladrillo y no por un modelo productivo basado en el conocimiento. Por eso estamos donde estamos. Y además el Gobierno español y el andaluz no hacen nada por cambiarlo y apuestan únicamente por el turismo y los servicios”.
Hoy, en Andalucía, en España en general, estudiar y trabajar duro no son garantía de nada para nadie, y mucho menos para los jóvenes. La tasa de paro en esta comunidad según la última Encuesta de Población Activa roza el 36%. Para los menores de 25 años asciende al 66%.
Las historias de Natalia, Pablo y Adrián no tienen nada que ver con la fuga de cerebros. No se fueron para seguir con investigaciones que aquí los recortes hacen inviables. En Andalucía hay historias de esas, claro. Como la de Leticia Díaz, que estuvo un año investigando en biogenética sin cobrar un euro en la Universidad de Jaén y que acaba de ser contratada por Harvard. Natalia, Pablo y Adrián, simplemente, aspiraban a tener un buen empleo, un trabajo lo suficientemente estable y bien pagado como para hacer una vida normal. Y se les negó. Los tres hablan para Andalucesdiario.es de sus periplos y contestan a la gran pregunta: Y tú, ¿por qué te fuiste?
http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/el-nuevo-exodo-andaluz/
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