Las corrientes en pugna toman posiciones para la confrontación final que se asoma en lo inmediato. Allí sabremos la fuerza, la capacidad teórica y práctica de la Revolución
La Revolución Venezolana es un laboratorio de
la vía pacífica al Socialismo. Lo que aquí pase será escuela para los
revolucionarios del mundo, seremos muestra de lo bueno y de lo malo,
ningún intento de construcción de Socialismo podrá ignorar nuestra
experiencia, seremos alerta y confirmación, referencia para las
revoluciones del futuro. Veamos.
Cierre del ciclo reformista
La Revolución Venezolana atraviesa una turbulencia que surge por el cierre del ciclo reformista de la revolución. Éste parece ser común a todas las revoluciones pacificas, se caracteriza por la convivencia de la revolución y la contrarrevolución en el terreno político, económico y social burgués. La revolución conquistó el gobierno pero las leyes, las relaciones sociales, económicas y políticas, la cultura, continúan siendo burguesas.
En este periodo, la Revolución se comporta de manera reformista, está limitada por la legalidad burguesa, la lleva al extremo, tensa al máximo las posibilidades de cambio contenidas en la democracia burguesa. Este comportamiento de sincerar a la democracia burguesa, de despojarla de hipocresías, de hacer cumplir sus postulados, evidencia su falsedad y su imposibilidad, y conduce inevitablemente a un enfrentamiento con el sector capitalista de la sociedad para el que la democracia burguesa es sólo un postulado, un adorno de los discursos en las fechas patrias, un ropaje insincero de su acción de explotación y despojo de la riqueza social, nunca mandamientos a cumplir.
La fase reformista de la Revolución Pacifica es de preparación de los campos en pugna para un desenlace que es inevitable. De manera solapada se establece una batalla en el alma de la sociedad: los oligarcas intentando profundizar el espíritu egoísta base del sistema capitalista, y los Socialistas, el gobierno socialista, intentando elevar el sentido de fraternidad, de visión de sociedad. El éxito de la Revolución en este enfrentamiento dependerá de la Conciencia del Deber Social, del sentido de sociedad, que se haya acumulado.
Simultáneamente la contrarrevolución, que ha perdido su instrumento electoral como medio de dominación, ensaya salidas violentas y coloca a la Revolución en el gran dilema, la paradoja, de la vía pacífica: “la burguesía no respeta sus propia legalidad, se coloca al margen de ella, y la Revolución, confinada a la legalidad burguesa, es incapaz de defenderse, cae inerme víctima de la agresión“.
Las fuerzas en pugna
En el cierre de este ciclo se encuentra nuestra revolución. ¿En qué condiciones llegamos a ella, cuáles son las características, cuáles son los actores en este escenario?
Nuestra naturaleza de país rentista petrolero permitió, en este periodo reformista, el surgimiento de una fracción de la burguesía nutrida con la renta petrolera, que ahora disputa mejores cotas de participación en la economía a la burguesía tradicional e influencia decisiva en el gobierno. Por otra parte, los errores cometidos en el pago de la deuda social efectuado de manera meramente filantrópica, de caridad, sin organizar, ni concientizar, sin politizar a los beneficiarios, creó una masa que reacciona más a los estímulos materiales que a los estímulos morales.
El paisaje se completa con una clase obrera dividida entre los sectores economicistas tradicionales y los grupos que impulsan una suerte de “control obrero” que desemboca en la transformación de capas de dirigentes sindicales en empresarios de las empresas del Estado y a la masa obrera en inercia política confinados a los mezquinos límites de su centro de trabajo. Y por último, un sector de la clase obrera que en el proceso se reconoció como clase y entendió su papel histórico de impulsadores del Socialismo, adquirió Conciencia del Deber Social.
En estas condiciones nos acercamos al desenlace del periodo reformista. Las fuerzas, las tensiones se expresan con claridad. Veamos.
El primer elemento en el cuadro es el asesinato de Chávez, que tiene como consecuencia el afloramiento descarnado de las contradicciones sociales que el fuerte liderazgo del Comandante mantenía atenuadas. La lucha por el poder se agudiza, es así que se realizan las últimas elecciones presidenciales.
En estas elecciones emergieron las debilidades del campo chavista y la Revolución consigue triunfar con sólo doscientos mil votos. El gobierno de Nicolás Maduro comienza debilitado y desconocido por la burguesía tradicional. Inexplicablemente, el campo bolivariano no ha hecho un análisis, un estudio, de los resultados. Su origen, sus consecuencias, esta carencia, lo debilita aún más y torna necesariamente errático su accionar. Se sostiene por la inercia del alto prestigio del Comandante Chávez, por su extraordinaria conexión amorosa con el pueblo humilde.
Las fracciones de las burguesías se enfrentan por la diferencia en su relación con el gobierno revolucionario: una colabora mientras fluya la renta petrolera, la otra, aun fluyendo la renta, tiene aspiraciones de conquistar el gobierno, conspira. De esta manera la posibilidad de avanzar al Socialismo es atrapada por esta especie de chantaje de la burguesía, del capitalismo: “Si me alimentas (con dólares de la renta) no te ataco, si avanzas hacia el Socialismo dejarás de alimentarme, te ataco”. Esta fracción de la burguesía lo que propone es un “pacto con el diablo”: si lo aceptas vendes tu alma y pierdes el apoyo de tu base, caes, si no lo aceptas te debilitas y caes.
La fracción de la burguesía directamente enfrentada tiene dos vertientes que se complementan, se influyen mutuamente. Una, la golpista, considera que el gobierno está suficientemente débil y que es hora del golpe. La otra prefiere llegar a las elecciones municipales del 8 de diciembre que han convertido en un plebiscito, en un referéndum revocatorio, y así piensa dar la estocada final a la Revolución. Estas dos fracciones burguesas coinciden en desconocer al gobierno y juntos construyen un poder paralelo que desembocará en el golpe o en las elecciones transformadas en un plebiscito deslegitimador.
Encrucijada final
Ahora las fracciones de la burguesía plantean una constituyente que es el desconocimiento “legal” de la Constitución del 1999, una bandera electoral y simultáneamente la justificación “jurídica” del golpe, de esta manera se colocan abiertamente en la fractura de la legalidad.
Es así que la Revolución Pacifica llega a la encrucijada final, en ella nos encontramos: “Si respetamos la legalidad burguesa, si nos convertimos en sus garantes, seremos irremediablemente derrotados por las fracciones de las burguesías que nos acechan como hienas. Si rompemos la legalidad seremos deslegitimados internacionalmente y se podría justificar cualquier tipo de agresión. ¿Cómo salir de este laberinto… podremos?
En estos días demostraremos si la vía pacífica hacia el Socialismo es posible, o sólo es una ilusión que irremediablemente se desgasta, se debilita hasta extinguirse y da paso al fascismo que castiga los mejores sueños de los pueblos y sanciona con crueldad la ilusión de vivir en paz, de construir el Reino de Los Cielos aquí en la tierra sin modificar la estructura, la cultura capitalista.
Con el rompimiento de la legalidad burguesa por parte de la contrarrevolución, lo que ocurrirá en cualquier momento, se colocará inevitablemente el enfrentamiento en un escalón superior. La crisis hará estallar en la práctica el orden establecido, entonces la pugna será por establecer un nuevo orden: ellos intentan nuevas formas que remocen la dominación, nosotros debemos avanzar hacia la forma Socialista. Sería reaccionario luchar por defender la legalidad burguesa que la realidad ya desechó, la Revolución no puede ser doliente, defender lo que a la burguesía compete.
Sectores conscientes de la clase obrera, los petroleros, han entendido este nuevo escenario que se abre con las acciones francamente golpistas de la oposición, con sus declaraciones, su obstinación de no reconocer al gobierno revolucionario triunfante en las elecciones, su descaro en reconocer sus conversaciones conspirativas con el Departamento de Estado gringo preparando el golpe o la invasión. Estos obreros, en un gesto de valentía teórica y práctica, le salen al paso a la conspiración y al chantaje de la oligarburguesía, proponen un rumbo que está expuesto en un comunicado titulado “LOS PETROLEROS RESTEAOS CON MADURO”. El manifiesto tiene muchas enseñanzas, dibuja aspectos importantes del momento y de la confrontación futura, merece la pena detenernos en él.
Lo primero que establece el comunicado es la Lealtad con Maduro, cuando dice:
“No hay atajos, la suerte de la Revolución, del Socialismo, del país, será la suerte de Maduro, de su gobierno. Y la suerte, el destino de la clase obrera está determinado por su capacidad de entender el momento histórico y contribuir decididamente a la construcción del Socialismo“.
Y concluye con esta advertencia:
“Ese es el deber de la clase obrera, somos responsables directos de que este gobierno siga transitando el camino que nos señaló Chávez: ¡hacia el Socialismo! De nosotros, de nuestro apoyo, de nuestro aporte, de nuestro ejemplo depende el éxito en este objetivo. No rehuímos el reto, estaremos siempre con Maduro, señalando errores, haciendo críticas, reconociendo triunfos, aciertos, pero siempre con él, que es estar al lado del sueño de Chávez.
Que ninguna oligarquía se engañe, la nueva o la vieja, que el imperio no se engañe, si continúan sus planes contra el gobierno Bolivariano y Revolucionario de Nicolás Maduro, nos encontrarán firmes, sin grietas, como un solo bloque, y haremos todo lo que haya que hacer. Frente a la constituyente oligarca haremos una Constituyente Obrera, Socialista, Anticapitalista, Antiimperialista, estableceremos las leyes revolucionarias, socialistas, no nos temblará el pulso. Aquí no podrán aplicar su hipocresía de dar un golpe y después elecciones para seguir con el mismo sistema, si se atreven no habrá estabilidad hasta retomar el rumbo al Socialismo“.
Las corrientes en pugna toman posiciones para la confrontación final que se asoma en lo inmediato. Allí, en la realidad, sabremos la fuerza, la capacidad teórica y práctica de la Revolución Pacífica, de su liderazgo, de su base social, para seguir adelante.
Revista de Chile Punto final / www.elaradoyelmar.tv / www.rosa-blindada.info
Cierre del ciclo reformista
La Revolución Venezolana atraviesa una turbulencia que surge por el cierre del ciclo reformista de la revolución. Éste parece ser común a todas las revoluciones pacificas, se caracteriza por la convivencia de la revolución y la contrarrevolución en el terreno político, económico y social burgués. La revolución conquistó el gobierno pero las leyes, las relaciones sociales, económicas y políticas, la cultura, continúan siendo burguesas.
En este periodo, la Revolución se comporta de manera reformista, está limitada por la legalidad burguesa, la lleva al extremo, tensa al máximo las posibilidades de cambio contenidas en la democracia burguesa. Este comportamiento de sincerar a la democracia burguesa, de despojarla de hipocresías, de hacer cumplir sus postulados, evidencia su falsedad y su imposibilidad, y conduce inevitablemente a un enfrentamiento con el sector capitalista de la sociedad para el que la democracia burguesa es sólo un postulado, un adorno de los discursos en las fechas patrias, un ropaje insincero de su acción de explotación y despojo de la riqueza social, nunca mandamientos a cumplir.
La fase reformista de la Revolución Pacifica es de preparación de los campos en pugna para un desenlace que es inevitable. De manera solapada se establece una batalla en el alma de la sociedad: los oligarcas intentando profundizar el espíritu egoísta base del sistema capitalista, y los Socialistas, el gobierno socialista, intentando elevar el sentido de fraternidad, de visión de sociedad. El éxito de la Revolución en este enfrentamiento dependerá de la Conciencia del Deber Social, del sentido de sociedad, que se haya acumulado.
Simultáneamente la contrarrevolución, que ha perdido su instrumento electoral como medio de dominación, ensaya salidas violentas y coloca a la Revolución en el gran dilema, la paradoja, de la vía pacífica: “la burguesía no respeta sus propia legalidad, se coloca al margen de ella, y la Revolución, confinada a la legalidad burguesa, es incapaz de defenderse, cae inerme víctima de la agresión“.
Las fuerzas en pugna
En el cierre de este ciclo se encuentra nuestra revolución. ¿En qué condiciones llegamos a ella, cuáles son las características, cuáles son los actores en este escenario?
Nuestra naturaleza de país rentista petrolero permitió, en este periodo reformista, el surgimiento de una fracción de la burguesía nutrida con la renta petrolera, que ahora disputa mejores cotas de participación en la economía a la burguesía tradicional e influencia decisiva en el gobierno. Por otra parte, los errores cometidos en el pago de la deuda social efectuado de manera meramente filantrópica, de caridad, sin organizar, ni concientizar, sin politizar a los beneficiarios, creó una masa que reacciona más a los estímulos materiales que a los estímulos morales.
El paisaje se completa con una clase obrera dividida entre los sectores economicistas tradicionales y los grupos que impulsan una suerte de “control obrero” que desemboca en la transformación de capas de dirigentes sindicales en empresarios de las empresas del Estado y a la masa obrera en inercia política confinados a los mezquinos límites de su centro de trabajo. Y por último, un sector de la clase obrera que en el proceso se reconoció como clase y entendió su papel histórico de impulsadores del Socialismo, adquirió Conciencia del Deber Social.
En estas condiciones nos acercamos al desenlace del periodo reformista. Las fuerzas, las tensiones se expresan con claridad. Veamos.
El primer elemento en el cuadro es el asesinato de Chávez, que tiene como consecuencia el afloramiento descarnado de las contradicciones sociales que el fuerte liderazgo del Comandante mantenía atenuadas. La lucha por el poder se agudiza, es así que se realizan las últimas elecciones presidenciales.
En estas elecciones emergieron las debilidades del campo chavista y la Revolución consigue triunfar con sólo doscientos mil votos. El gobierno de Nicolás Maduro comienza debilitado y desconocido por la burguesía tradicional. Inexplicablemente, el campo bolivariano no ha hecho un análisis, un estudio, de los resultados. Su origen, sus consecuencias, esta carencia, lo debilita aún más y torna necesariamente errático su accionar. Se sostiene por la inercia del alto prestigio del Comandante Chávez, por su extraordinaria conexión amorosa con el pueblo humilde.
Las fracciones de las burguesías se enfrentan por la diferencia en su relación con el gobierno revolucionario: una colabora mientras fluya la renta petrolera, la otra, aun fluyendo la renta, tiene aspiraciones de conquistar el gobierno, conspira. De esta manera la posibilidad de avanzar al Socialismo es atrapada por esta especie de chantaje de la burguesía, del capitalismo: “Si me alimentas (con dólares de la renta) no te ataco, si avanzas hacia el Socialismo dejarás de alimentarme, te ataco”. Esta fracción de la burguesía lo que propone es un “pacto con el diablo”: si lo aceptas vendes tu alma y pierdes el apoyo de tu base, caes, si no lo aceptas te debilitas y caes.
La fracción de la burguesía directamente enfrentada tiene dos vertientes que se complementan, se influyen mutuamente. Una, la golpista, considera que el gobierno está suficientemente débil y que es hora del golpe. La otra prefiere llegar a las elecciones municipales del 8 de diciembre que han convertido en un plebiscito, en un referéndum revocatorio, y así piensa dar la estocada final a la Revolución. Estas dos fracciones burguesas coinciden en desconocer al gobierno y juntos construyen un poder paralelo que desembocará en el golpe o en las elecciones transformadas en un plebiscito deslegitimador.
Encrucijada final
Ahora las fracciones de la burguesía plantean una constituyente que es el desconocimiento “legal” de la Constitución del 1999, una bandera electoral y simultáneamente la justificación “jurídica” del golpe, de esta manera se colocan abiertamente en la fractura de la legalidad.
Es así que la Revolución Pacifica llega a la encrucijada final, en ella nos encontramos: “Si respetamos la legalidad burguesa, si nos convertimos en sus garantes, seremos irremediablemente derrotados por las fracciones de las burguesías que nos acechan como hienas. Si rompemos la legalidad seremos deslegitimados internacionalmente y se podría justificar cualquier tipo de agresión. ¿Cómo salir de este laberinto… podremos?
En estos días demostraremos si la vía pacífica hacia el Socialismo es posible, o sólo es una ilusión que irremediablemente se desgasta, se debilita hasta extinguirse y da paso al fascismo que castiga los mejores sueños de los pueblos y sanciona con crueldad la ilusión de vivir en paz, de construir el Reino de Los Cielos aquí en la tierra sin modificar la estructura, la cultura capitalista.
Con el rompimiento de la legalidad burguesa por parte de la contrarrevolución, lo que ocurrirá en cualquier momento, se colocará inevitablemente el enfrentamiento en un escalón superior. La crisis hará estallar en la práctica el orden establecido, entonces la pugna será por establecer un nuevo orden: ellos intentan nuevas formas que remocen la dominación, nosotros debemos avanzar hacia la forma Socialista. Sería reaccionario luchar por defender la legalidad burguesa que la realidad ya desechó, la Revolución no puede ser doliente, defender lo que a la burguesía compete.
Sectores conscientes de la clase obrera, los petroleros, han entendido este nuevo escenario que se abre con las acciones francamente golpistas de la oposición, con sus declaraciones, su obstinación de no reconocer al gobierno revolucionario triunfante en las elecciones, su descaro en reconocer sus conversaciones conspirativas con el Departamento de Estado gringo preparando el golpe o la invasión. Estos obreros, en un gesto de valentía teórica y práctica, le salen al paso a la conspiración y al chantaje de la oligarburguesía, proponen un rumbo que está expuesto en un comunicado titulado “LOS PETROLEROS RESTEAOS CON MADURO”. El manifiesto tiene muchas enseñanzas, dibuja aspectos importantes del momento y de la confrontación futura, merece la pena detenernos en él.
Lo primero que establece el comunicado es la Lealtad con Maduro, cuando dice:
“No hay atajos, la suerte de la Revolución, del Socialismo, del país, será la suerte de Maduro, de su gobierno. Y la suerte, el destino de la clase obrera está determinado por su capacidad de entender el momento histórico y contribuir decididamente a la construcción del Socialismo“.
Y concluye con esta advertencia:
“Ese es el deber de la clase obrera, somos responsables directos de que este gobierno siga transitando el camino que nos señaló Chávez: ¡hacia el Socialismo! De nosotros, de nuestro apoyo, de nuestro aporte, de nuestro ejemplo depende el éxito en este objetivo. No rehuímos el reto, estaremos siempre con Maduro, señalando errores, haciendo críticas, reconociendo triunfos, aciertos, pero siempre con él, que es estar al lado del sueño de Chávez.
Que ninguna oligarquía se engañe, la nueva o la vieja, que el imperio no se engañe, si continúan sus planes contra el gobierno Bolivariano y Revolucionario de Nicolás Maduro, nos encontrarán firmes, sin grietas, como un solo bloque, y haremos todo lo que haya que hacer. Frente a la constituyente oligarca haremos una Constituyente Obrera, Socialista, Anticapitalista, Antiimperialista, estableceremos las leyes revolucionarias, socialistas, no nos temblará el pulso. Aquí no podrán aplicar su hipocresía de dar un golpe y después elecciones para seguir con el mismo sistema, si se atreven no habrá estabilidad hasta retomar el rumbo al Socialismo“.
Las corrientes en pugna toman posiciones para la confrontación final que se asoma en lo inmediato. Allí, en la realidad, sabremos la fuerza, la capacidad teórica y práctica de la Revolución Pacífica, de su liderazgo, de su base social, para seguir adelante.
Revista de Chile Punto final / www.elaradoyelmar.tv / www.rosa-blindada.info
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