Hace dos semanas, cuando la ciudad de Detroit se declaró en bancarrota, la sorpresa fue que casi mundial. Y no solo porque se trataba de la ciudad más grande en toda la historia del país en caminar por este sendero.
Cuna de la industria automotriz estadounidense, Detroit, en cierto sentido, fue uno de los pilares sobre los que se edificó la llamada gran clase media del país.
De contar con casi 2 millones de habitantes en los años 50, la antigua casa de Ford ha visto su población reducirse en un 75 por ciento y hoy grandes sectores de la urbe se asemejan más a un pueblo fantasma.
Un reacomodo causando en gran parte por el 'boom' de una economía globalizada que provocó el traslado de sus grandes empresas a otros países, como México y China. Y por cuenta del cual la ciudad terminó amasando una deuda de 18 mil millones de dólares que la llevó a la quiebra.
Lo grave -porque es un reflejo del estado de la economía estadounidense- es que el caso de Detroit no es uno aislado.
Desde el 2010, otras 7 ciudades intermedias de EE. UU. también se han declarado en bancarrota: San Bernardino, Mommoth Lakes y Stockton (California), Harrisburg (Pennsylvania), Central Falls (Rhode Island), Jefferson County (Alabama) y Boise (Idaho).
Y lo preocupante es que ya se habla de una tendencia que podría estar afectando a grandes centros metropolitanos en el país.
La semana pasada, por ejemplo, la calificadora Moody’s advirtió que Chicago estaba a punto de seguir los pasos de Detroit y mencionó como otras cuatro -Cincinnati, Minneapolis, Portland, y Santa Fe- que están bajo estudio y podrían ver la calificación de su deuda reducida dado el tamaño de los déficit que están acumulando.
Así mismo, también se habla de Nueva York. Filadelfia, Washington (la capital) y Honolulu, entre otras.
Aunque todos los casos son ligeramente diferentes, la constante son los enormes gastos pensionales adquiridos con trabajadores en edad de jubilación al igual que los costos de la salud para los retirados.
En el caso de Detroit, más del 60 por ciento de su deuda (12 mil millones de dólares) corresponde a pasivos pensionales, seguros de salud y beneficios laborales adquiridos con los trabajadores de la ciudad.
Un estudio reciente del Centro PEW revela como, combinadas, las 60 ciudades más grandes del país tienen un desfase de 217 mil millones de dólares entre lo que tienen y deben pagar a sus jubilados.
Y muchas de ellas, como el caso de la Gran Manzana, han comenzado a despedir o modificar los términos de los contratos públicos para ajustar presupuestos y equilibrar finanzas.
Otras, como Detroit, han optado por el llamado capitulo 11, título 9 (bancarrota) que en la práctica es llevar el caso ante un juez para que este ayude a buscar un acuerdo entre acreedores y deudores.
Como en el caso de empresas particulares, el proceso normalmente culmina con los acreedores -sindicatos, trabajadores y compañías se servicios públicos, entre otras- aceptando reducciones de sus pagos y beneficios o con la liquidación definitiva de la empresa.
Dado que una ciudad no puede sencillamente desaparecer, la primera opción es la más viable.
De acuerdo con Timothy Blake, de los servicios de inversión de Moody’s, sí parece existir una tendencia ya que cada año son más ciudades las que optan por solucionar sus problemas de deuda ante los estrados.
"Y si el resultado de esos procesos (de bancarrota) es que las ciudades logran reducir sus deudas y obligaciones, es probable que muchas más, que hoy tienen el agua hasta el cuello, opten por el título 9", dice Blake.
En todo caso, tampoco se trata de una epidemia.
Según un estudio del Centro de Pensamiento Governing, solo el 0.06 por ciento de las ciudades, municipalidades o gobiernos locales se la ha jugado por la declaración de bancarrota en los últimos 5 años.
eltiempo
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