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Mientras los políticos desembarcan en Santiago de Compostela para
aprovechar el dolor de los familiares de las víctimas y salir en
televisión y en la prensa, los detalles técnicos del escalofriante
accidente del tren Alvia en Santiago de Compostela no dejan lugar a
dudas: el mismo día de la inauguración, la máquina ya dio un “bandazo”, la curva de entrada a la estación se hizo para “ahorrar en expropiaciones”, el trazado obliga a un brusco descenso de velocidad del tren, que carece además del sistema de seguridad ERTMS (que frena automáticamente el convoy en caso de incidente). Y todo ello tras gastar miles de millones de euros en inversión ferroviaria, a cargo delsocialista Pepiño Blanco y su sucesora Ana Pastor (PP), ambos ministros gallegos. El comunicado de condolencias de Moncloa, un rápido “copia y pega”que transluce la insensibilidad y precipitación del equipo de comunicación deMariano Rajoy ante
una tragedia de este calibre (tampoco hay dimisiones), es solo la
última chapuza de gestión en un país aún escandalizado por las nuevas revelaciones del último accidente que tuvo lugar en el metro de Valencia, congraves
ocultaciones, testigos falsos, declaraciones amañadas y una
irresponsabilidad política y técnica muy próxima a lo delictivo, lo cual ha obligado a reabrir el caso por parte de la Fiscalía.
Los conductores del Alvia a Santiago se excedieron irresponsable y gravemente en la velocidad, pero ¿son solo ellos los culpables? La prensa está desvelando queel tren Alvia a Santiago ya asustó a los que lo inauguraron: “Los usuarios de ese convoy, que recorre la distancia entre Madrid y Ferrol, conocen bien esa curva. El día de la inauguración de ese trazado —el 10 de diciembre de 2011—, al llegar a la misma, el tren dio un bandazo que provocó el desequilibrio de algunos de los usuarios. Hubo, ese día, unmurmullo general sobre lo dura que era esa curva después de más de 80 kilómetros de línea casi recta de AVE desde Ourense. Si en esos 80 kilómetros iniciales el tren no parecía moverse, allí se notaba por primera vez la inercia de un cambio de dirección”, cuentan los periodistas Mónica Ceberio y David Reinero.
El cambio, al parecer, es tan brusco que pone los pelos de punta leer su descripción por estos testigos: “En ese momento, el tren debe frenar y al llegar a la curva cerrada donde tuvo lugar el accidente, dejar la velocidad en solo 80 kilómetros por hora. El descenso de velocidad en ese punto es muy pronunciado: se pasa de 200 kilómetros por hora a 80 en un corto lapso de tiempo”.
¿Pudo evitarse la irresponsabilidad humana? Parece que sí, porque algún alto cargo técnico de la confianza de algún político eligió la seguridad ASFA, más antigua, a la ERTMS, que frena el tren: “El tramo del accidente está protegido con un sistema llamado ASFA (Anuncio de Señales de Frenado Automático) que funciona mediante balizas. Si un tren circula con exceso de velocidad al pasar por una de las balizas en la vía, el ASFA envía la información al maquinista, pero a diferencia de otros sistemas más modernos como el ERTMS no frena automáticamente el convoy. Expertos ferroviarios aseguran que, si funciona correctamente, el ASFA impide el fallo humano. “Ahora”, añaden, “habría que ver el libro de velocidades máximas de la zona del accidente y ver si está debidamente protegida, señalizada y con condiciones que impidan el fallo humano”, afirma el periódico 20 minutos.
A pesar de las milmillonarias inversiones (en euros) y de las fanfarrias de las inauguraciones, también se tomó la errónea decisión de preferir ahorrar en expropiaciones antes que en seguridad, según la investigación de “El País”: “Se trata de la primera curva que se encuentra el tren que circula entre Madrid y Ferrol al llegar a Santiago de Compostela desde Ourense. Es, además, donde ya no hay trazado nuevo completamente independiente para el AVE, sino que el tren usa parte del trazado antiguo, la vía que se construyó durante el franquismo entre ambas ciudades. A la entrada de Santiago, y aunque la vía antigua se amplió, esa línea pierde parte de las características de la Alta Velocidad. Así se hizo, en parte, para evitar que las expropiaciones, en una zona notablemente urbanizada, fuesen mucho mayores de lo que ya eran”.
Y para guinda, la última “chapuza” del departamento de Comunicación de Mariano Rajoy en Moncloa, en un asunto tan sensible. ¿Quien elaboró el comunicado del presidente del Gobierno?: “Quiero transmitirle mi más sentido pésame por la pérdida de vidas humanas y cuantiosos daños materiales que ha traído el terremoto que ha tenido lugar esta madrugada en Gansu. Deseo, en particular, transmitir mis sinceras condolencias a los familiares de los fallecidos”. La tragedia ha derivado en opereta bufa y una vez más Rajoy es el protagonista. Ante el estupor y la vergüenza de la sociedad española, la nota pública ha sido corregida hoy.
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