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domingo, 30 de junio de 2013

TERCER REICH 1-REPÚBLICA DE ESPAÑA 2; CUANDO LA ROJA ERAN LOS ROJOS


Ha dicho Pelé que no hay que mezclar fútbol y política. En España, con la selección, siempre tratamos de no hacerlo. No todos los jugadores comparten el mismo sentimiento nacional, se apela a su profesionalidad y hay cierto mutismo con esa cuestión. Nuestro himno, felizmente carente de letra, escenifica dicho silencio a la perfección. Tiempo atrás, la gran gesta político balompédica de España fue derrotar a URSS en la final de una Eurocopa en plena era franquista. Un hecho poco reivindicable fuera del ámbito estrictamente deportivo. Ahora bien, en 1935, la selección de la República Española venció a la del III Reich en Colonia. Un gustazo a pocos meses de que se plantara aquí la Legión Condor a inspirar el Guernica de Picasso. Recordemos aquella victoria que bien merecería un film.
12 de mayo de 1935. Colonia (III Reich) Encuentro amistoso entre Alemania y la República de España. 64.000 espectadores -otras fuentes dicen que 82.000-. El diario La Vanguardia describe el ambiente de aquella semana: “el nacionalismo alemán estaba desbordado. Se concedía una importancia sensacional a esta lucha”. Todo el estadio estaba rematado de banderas con la esvástica. Las entradas llevaban varios días agotadas.
En el palco se sentaba Bernhard Rust, ministro de Educación del III Reich, responsable de las purgas de judíos en la Universidad y autor de la frase: “Toda función de la Educación es crear nazis”. Se suicidó en el 45. Le acompaña el alcalde de Colonia, Günter Riesen, quien sustituyó de mala manera a Konrad Adrenauer, años después canciller de la RFA, al que entonces dejaron en la calle y con sus cuentas bancarias congeladas. Junto a ambos, en representación española, el embajador en Berlín y diplomático de carrera, Francisco Agramonte y Cortijo.
Era el primer encuentro que iban a disputar ambos países entre ellos. La expectación era máxima y la prensa española se contentaba previamente con una derrota honrosa dado el potencial que había demostrado el equipo germano.
“El fuerte alemán era el ataque. Adoptaban la táctica de la M y la W combinadas. Sistema inglés puro. El medio centro de tercer defensa ligeramente adelantado, abiertos los zagueros para marcar a los extremos. Los medios alas apoyando al ataque, muy cerrados. Y en la delantera, el eje ligeramente atrás, sin retrasar los interiores. Todo su fútbol era perfecto y bien ensayado. Nada de improvisaciones ni de individualismo” (del libro ‘60 partidos de la selección española, 1920-1940‘).
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Esta selección alemana sólo había perdido un partido en los tres últimos años. Y ni El Mundo Deportivo recordaba cuándo fue la última vez que perdieron en su país. “Desde hace muchos años”, escribió en su portada. No había Google.
“Cuando llegan al campo los jugadores, el cielo está algo más claro que por la mañana, en la que la lluvia amenazó continuamente. La temperatura sigue siendo, sin embargo, muy baja, haciéndose sentir un frío intensísimo” (Diario ABC)
La Vanguardia publicó cinco días después en su suplemento ilustrado 13 fotos del encuentro. En una de ellas se ve que cuando el equipo español entró al campo, los alemanes hicieron un pasillo con el brazo en alto. La estampa estaría bien para el cartel de la película.
“En medio de la inmensidad de espectadores alemanes, los españoles que presencian el encuentro, tienen la satisfacción de ver que en manos de más de dos mil personas hay banderas de los colores españoles, que nuestros compatriotas flamean con gran entusiasmo” (ABC)
Iñaki EizaguirreEl partido comenzó con un ritmo trepidante con ataques alemanes. A los pocos minutos, tuvo lugar la españolada de rigor y dos jugadores de la selección se lesionaron entre ellos. Quincones y Lecue chocaron al despejar un balón y tuvieron que salir del campo. “Quincones daba muestras de gran conmoción”. Durante siete minutos son sustituidos por Arezo y Pedro Regueiro. En ese periodo, la presión germana sobre la puerta de Eizaguirre fue “insoportable”.
A partir de ese momento, España resurgió atacando sobre todo por la banda derecha. Las crónicas contaron que este equipo no tenía nada que ver con el que había cosechado resultados mediocres en sus últimas citas. Y como fue tradición durante muchos, muchos largos años: cuando España mejor jugaba, le clavaron un gol.
“Bender pasa a Conen, éste lo cruza al ala derecha, al mismo tiempo que avanza sobre nuestra puerta. Lehner centra después de deshacerse de Zabalo. Quincoces falla al intentar el despeje y Conen se hace con la pelota y, sin pararla, envía un impotente tiro cruzado que, después de dar en el larguero, llega hasta la red en forma imparable. El entusiasmo de jugadores y público alemanes se desborda” (La Vanguardia).
Con el tanto, el Reich apretó todavía más y atacaba en tromba. Una parada de, que se tira a los pies de Lehner, nos salvó de encajar el segundo.
“En un formidable alarde de arrojo y heroísmo, se lanza a los pies de Lehner y le arrebata la pelota, los aplausos que el público le estaba dedicando al jugador alemán suenan ahora en honor del guardameta sevillano, que realizó una intervención indescriptible por maravillosa” (ABC)
La intervención milagrosa del guardameta hizo que subieran los ánimos, Gorostiza empezó a crear peligro y España envió dos balones al palo. Avisos de un empate que finalmente se produjo no exento de épica. Lean, lean.
“Van veintiocho minutos de juego cuando el tanto del empate se produce. En los terrenos de nuestra defensa, Iraragorri se hace con el balón y cede a Luis Regueiro. Este, en una de sus clásicas fintas, avanza rápido y cede excelentemente a Vantolrá. El extremo catalán recoge la pelota y, sin pararla, la cede en bien medido centro a Lángara. Cuando éste se dispone a rematar, es cargado violentamente por un defensa alemán, que produce la caída del jugador asturiano. Pero Lángara, en el suelo, en dificilísima posición, lanza un tiro rápido y bien dirigido, que se cuela por entre los palos del marco alemán sin que Buchloh pueda evitarlo”. (La Vanguardia)
No gustó al combinado nazi que les metiéramos un gol ante su público, vaya por dios. Y la respuesta alemana al empate fue a base de “empujones y zancadillas”, jugando con “gran dureza”. Pero fue entonces, ante la adversidad y la marrullería, cuando Los Rojos, que en aquella época por alguna casualidad ningún medio decía La Roja, sacaron su arma legendaria: el tiqui-taca.
“Continúa la franca presión de los rojos, cuando en los instantes finales de este primer tiempo España se anota el segundo tanto, que ha de valerle la victoria, en este sensacional encuentro. Se inicia la jugada en Lecue, que pasa a Gorostiza; éste, en gran escapada, se interna, y en lugar de enviar un tiro que hubiera sido difícilmente producido, centró la pelota con tiro largo, que recogió Vantolrá de cabeza, para ponerla al alcance de Lángara. La rapidez con la que hicieron esos cambios desconcertó a los zagueros alemanes que se descolocaron y dejaron solo a Lángara, que, a bocajarro, lanzó un enérgico y cruzado disparo fuera del alcance de guardameta alemán” (ABC)
En el segundo tiempo, Lángara siguió gozando de ocasiones. En una de ellas, llegó a sortear a varios jugadores no marcando por poco. El juego, eso sí, ha decaído y no tiene nada que ver con el frenetismo del primer tiempo. Los españoles se repliegan y dejan a confían en Eizaguirre que realiza paradas de mérito, aunque en los últimos minutos nos salvó el palo de un tanto que hubiera significado el empate.
“Continúa el desfile de espectadores. Son los alemanes, defraudados. Porque los españoles permanecen en el campo dando muestras de gran alegría, luciendo las banderitas que flamean con gran ardor y coreando el ‘ra, ra, ra’ con que los partidarios del Racing cántabro acostumbran a animar a este equipo. El entusiasmo de nuestros compatriotas se desborda cuando Mr. Langenus señala el final del encuentro”
LángaraOtto Nerz, entrenador de Alemania manifestó al término del encuentro: “El equipo español ha conseguido una victoria justa, con su juego maravilloso. Nuestra táctica ha quedado desbaratada”. Militante del Partido Nacionalsocialista Alemán, fue hecho prisionero de guerra en la Batalla de Berlín y fue internado en el campo de concentración de Sachsenhausen, donde murió. Sus restos descansan en la fosa común del centro.
En la prensa, La Gaceta de Frankfurt escribió que el juego había sido “extraordinariamente asombroso”. El Berlinet Tageblat publicó: “Los españoles, los cuales no hemos de olvidar que son profesionales, se revelaron como estupendos artistas en el manejo del balón, y lucharon con un temperamento del que sólo los meridionales son capaces”. La Gaceta de las ocho de la noche: “el juego de los españoles rayaba en la magia”.
En la prensa española, ‘Oberon’ opina en La Vanguardia: “Pero es lo positivo que el español, y no será por ser de raza inferior, encuentra siempre en Alemania amable acogida (…) Felicitémonos de este debut magnifico en las relaciones futbolísticas hispano-germánicas, con una victoria que ha hecho temblar de gozo a unas docenas de discretísimas y silenciosas banderitas españolas que se han agitado en el Estadio de Colonia. Desde luego, han sido muchas menos las banderitas que los brillantes uniformes”.
“Aquella máquina excelente no funcionó ante el soberbio juego de España, todo velocidad y nervio, con improvisaciones continuas, y terminó por hundirse en pleno desconcierto”. (‘60 partidos de la selección española, 1920-1940′)
Así recordó el encuentro Quincoces en 1995, un año antes de morir en Valencia, en la revista de la IFFHS (International Federation of Football History & Statics):
“hicimos algunos encuentros memorables. Del que tengo mejor recuerdo fue el que jugamos en Köln, ante Alemania y vencimos por 2-1. Los alemanes tenían un magnífico conjunto y llevaban muchos partidos seguidos sin perder. Nosotros hicimos un gran juego, especialmente Ventolrá que maravilló al público, que demostró ser mucho más deportivo que el italiano, y aplaudió sus jugadas, sobre todo las que hacía con el juego de cabeza. Lángara se encargó de marcar dos grandes goles y nosotros, en la defensa de frenar al mejor delantero alemán, Conen, que siempre se mostró muy peligroso.
De los jugadores alemanes, según Wikipedia. El defensa Paul Janes hizo la guerra en la marina nazi, después se ganó la vida como entrenador. Ernst Lehner llegó a ser soldado, aunque se licenció en mitad de la guerra para seguir siendo futbolista. El resto del once siguió jugando durante el conflicto mundial..
De España, Gorostiza, al principio de la Guerra Civil Española estuvo a las órdenes del Gobierno de Euskadi, pero cuando cayó Bilbao, cambió de bando y se unió a los voluntarios requetés carlistas.  El autor de los dos goles, Lángara, luchó en el bando republicano y se exilió en Argentina y México. Cilaurren también se exilió en América y llegó a jugar en el River Plate. Muguerza se instaló en México. También a México fue Luis Regueiro, donde su hijo llegó a jugar con la selección. Idéntico caso que el de su compañero Martín Vantolrá, cuyo hijo fue también internacional con la selección azteca y disputó el Mundial del 70.
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