Silvio Diderot
En enero de 2012 asistimos a un caso
paradigmático en el mundo de Internet: El FBI ejecuta una actuación
policial que hacía efectivo el cierre de Megaupload, el mayor servidor
de descargas directas existente por aquel entonces en la red. El cierre
de Megaupload generó todo tipo de reacciones dispares, mientras que
algunos aplaudieron el hecho subrayándolo como una correcta medida al
defender los derechos de autor, una gran masa de personas de todo el
mundo se lamentaba al haber visto frustrado, con el cierre de esta
página de almacenamiento de archivos online, su vía libre para acceder
de manera gratuita o a bajo coste a un ingente material cultural.
Analizar el cierre de Megaupload como
algo casual o un hecho amparado en una justicia divina y transversal
sería un error. Tampoco sería del todo correcto simplificar el hecho y
describirlo como un ataque por parte del gobierno americano a este
servidor porque la industria del cine quiere “ganar más”. Un hecho de
estas característica requiere un análisis más profundo, buscar en las
entrañas mismas del modo de producción las contradicciones que
permitieron que el Estado americano, defensor de los intereses de la
oligarquía financiera de este país, interviniera cerrando una empresa y
paralizando al instante toda su actividad.
La razón del cierre encuentra su origen
en una de las contradicciones que ya Marx y Engels describieran en su
obra: la contradicción que contiene cualquier modo de producción donde
el desarrollo de las fuerzas productivas entra en constante tensión con
las relaciones sociales de producción. El capitalismo desarrolla la
tecnología, las nuevas técnicas y la formación así como el conocimiento
para que los trabajadores puedan emplearla. A medida que las fuerzas
productivas se disparan y alcanzan cotas de desarrollo inimaginable,
estas fuerzas productivas se ponen en funcionamiento mediante las
relaciones entre las personas que participan en la producción, esto son
las relaciones de producción. En el capitalismo las relaciones de
producción se caracterizan por la separación entre los propietarios de
los medios de producción y aquellos que, al no poseerlos, se disponen a
vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Estas relaciones
sociales de producción engendran dos clases sociales: La burguesía y el
proletariado, y alrededor de este antagonismo en el que la burguesía se
erige, lógicamente, como la clase dominante se construye toda la
Superestructura (Que incluirá la ideología, la cultura y el Estado como
elementos integradores principales) orientada a desarrollar y legitimar
el modo de producción sobre el que reposa.
¿Qué ocurre en el capitalismo? Las
relaciones sociales de producción fundadas en la explotación mediante el
trabajo asalariado entran en contradicción con el desarrollo de las
fuerzas productivas porque, a medida que el capitalismo desarrolla las
mismas va creando las condiciones materiales para que la vida en base a
unas relaciones de producción diferentes sea posible. Llega un momento
en el que el desarrollo de las fuerzas productivas llega, en términos
generales, a un tope y, en ese momento, la desincronía de las relaciones
de producción con el estado de las fuerzas productivas ya no desarrolla
estas últimas sino que se estancan e incluso llega a destruirlas. Esto
es lo que ocurre actualmente con la entrada de Internet en el campo de
la difusión de toda la mercancía relacionada con la cultura.
El capitalismo ha engendrado internet,
lo ha desarrollado, le ha dado aplicación militar, industrial y
finalmente civil llevando un ordenador y conexión a internet a cada
casa. El capitalismo ha generado un medio de transmisión de información
capaz no sólo de llevar un noticiario a cada hogar sino de, en cuestión
de minutos, permitir a cualquiera acceder a una serie, una película, un
libro o cualquier otro material cultural. Sin embargo el capitalismo no
puede permitir el desarrollo de la vida social y colectiva pues, aunque
ha creado las bases en lo referente a la distribución de la cultura para
hacerlo posible, las relaciones de producción que mantienen la
existencia de burgueses y proletarios imposibilitan que este hecho pueda
llevarse acabo sin transguedir la hegemonía y dirección de la clase
dominante.
El problema de Megaupload no es cosa de
casualidad sino una contradicción encerrada en la propia lógica de la
producción capitalista. No es un problema de Megaupload sino un problema
que se desenvuelve alrededor de la propia existencia de Internet. La
producción capitalista no puede permitir y no puede concebir una
distribución gratuita y directa de la Cultura que se transmite en forma
de Mercancía bajo las actuales condiciones económicas. Internet no puede
servir su completo potencial a la humanidad sin entrar en contradicción
con el enorme edificio de la sociedad capitalista. Sólo un cambio
radical en las relaciones de producción, poniendo estas en sintonía con
el desarrollo de las fuerzas productivas, puede asegurar que Internet,
la informática y las últimas innovaciones tecnológicas vinculadas a este
campo sigan desarrollándose y puedan cumplir una función basada en la
cooperación y la distribución gratuita de Cultura y conocimiento.
Así pues lo que ocurrió con el servidor
de descarga directa de Megaupload a principios de 2012 no es una
excepción sino un nuevo capítulo de la eterna paradoja consustancial al
agotamiento del Capitalismo como modo de producción. Parece como si toda
aquella tecnología que el capitalismo desarrolla tuviera vida propia y
desbordase a su clase dominante. Parece como si internet se enfrentase a
la Oligarquía y supusiera en sí misma un reto al capitalismo. Esto
puede dar pie a malas interpretaciones y a todo tipo de teorizaciones
que cataloguen la “era de internet” como la muestra de una transición
natural del capitalismo hacia una nueva sociedad. Lo cierto es que no es
Internet el que se enfrenta a la burguesía como no son las mercancías
que quedan en el stock de una fábrica tras una crisis de superproducción
los que aspiran a derrocarla. Cada nueva creación del capitalismo, cada
aportación tecnológica viene acompañada de un llamamiento a las puertas
de la Nueva Sociedad. Cada avance en las fuerzas productivas posibilita
aun más la gestión social y colectiva de la economía, la política y la
sociedad. Sin embargo no entrega por si sola esta dirección política y
gestión colectiva en manos de la clase obrera.
Son los trabajadores y las amplias capas
desfavorecidas por el desarrollo del capitalismo monopolista los que
tienen que aspirar a construir el Nuevo Poder. Sin embargo es el propio
modo de producción capitalista el que, día a día, muestra no sólo su
agotamiento sino que la humanidad ha creado las bases materiales para no
necesitar nunca más a una clase explotadora. Que el Estado burgués
cierre megaupload y persiga la descarga directa es la muestra más
evidente de que los explotadores temen lo que han creado porque saben
que, en manos de los explotados supondría que nunca más tendrían
problemas para acceder directamente a la cultura. Es como la paradoja
ludista dónde los trabajadores fabricaban las máquinas que les
sustituirían, sólo que en este caso para que la sociedad fundada en el
progreso y el intercambio colectivo suplante a la capitalista regida por
la ambición de la ganancia y la explotación de los trabajadores hará
falta desplazar mediante la fuerza a lo inservible y dejar que el
progreso se abra paso de una vez por todas.
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