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domingo, 24 de marzo de 2013

HISTORIA DE LOS AUTOATAQUES ESTADOUNIDENSES: EL ALAMO, EL MAINE, PEARL HARBOR Y EL ASESINATO DE KENNEDY

24.03.2013.

Cada una de las guerras que han transformado a los EE UU en la principal potencia mundial han estado precedidas de una supuesta agresión externa cuya principal repercusión ha sido la de movilizar a la sociedad norteamericana hacia las necesidades y costes que requiere la expansión del Imperio. Pero existen múltiples pruebas de que cada una de estas agresiones han sido en realidad auto-ataques, unas veces organizados por ellos mismos, otras provocados o simplemente consentidos. La historia de EE UU está plagada de auto-ataques que han permitido su expansión hasta convertirse en la principal superpotencia mundial...

1836.- El Alamo... (autoataque consentido)


La «tradición» americana en esta práctica se remonta al siglo XIX. En 1836, el general mexicano Santa Ana puso sitio al fuerte El Alamo, donde había acantonadas fuerzas de EE UU. El objetivo de la acción era someter Texas, que había sido «invadida» por miles de estadounidenses allí afincados. Doce días después, el asedio concluyó con la muerte de los defensores del puesto. El general San Huston, que estaba cercano al lugar, no acudió, sin embargo, en auxilio de los sitiados. Pero sí derrotó a Santa Ana después en San Jacinto. Los americanos prefirieron sacrificar El Alamo para, tras la segunda victoria al grito de «¡Recordad El Alamo!», anexionarse Texas y luego invadir México, al que arrebataron California, Arizona y parte de la frontera.

1898.- Hundimiento de El Maine... (autoataque)


El 15 de febrero de 1898, una explosión provoca el hundimiento del acorazado norteamericano Maine en las aguas cubanas, provocando la muerte a 264 marineros y 20 oficiales. EEUU acusó de manera inmediata a España, pero hoy sabemos- entre otras informaciones por una investigación de la marina estadounidense- que fueron los propios norteamericanos los que autoinmolaron a sus compatriotas. España no sólo negó cualquier implicación, sino que apoyó la creación de una comisión de investigación internacional, incapaz de actuar debido al rotundo rechazo estadounidense.

La génesis se sitúa cinco años antes, cuando los jingoes, equivalentes a los actuales halcones, decidieron que el Caribe era la llave para su expansión por el continente. Un mes antes de los incidentes Theodor Roosvelt (entonces vicesecretario de Marina y posteriormente presidente, representante directo de los sectores más agresivos) declara que “hemos reunido una flota que arrasará el Caribe”. Será el imperio mediático de Hearst, el ciudadano Kane de Wells, quien, en colaboración directa con Roosvelt, preparará el clima de guerra. Desde un año antes, los corresponsales de sus periódicos enviarán crónicas inventadas desde Cuba denunciando la crueldad de los españoles. Días antes del hundimiento de El Maine, el mejor dibujante del New York Journal, Frederick Remington, es enviado a Cuba para cubrir una guerra inminente. Escribió a su jefe unas líneas desde La Habana: «Aquí no hay ninguna guerra. Pido que se me haga regresar». Hearst le telegrafió la siguiente respuesta: «Quédese allí. Suminístrenos dibujos, yo le suministraré la guerra». Horas después del atentado, antes de que se distribuyera ninguna información, Hearst, imponiéndose al director del periódico, publica en portada: “El Maine partido en dos por un infernal artefacto del enemigo”. “Recordad el Maine” va a ser el lema de una persistente campaña dirigida a vencer las resistencias de la sociedad norteamericana hacia la entrada en una guerra.

Tras la guerra, EEUU se anexiona los restos del imperio colonial español (Cuba, Puerto Rico, Filipinas...). Inicia el siglo XX como el único guardián del continente americano y la doctrina Monroe «América para los americanos» convierte a EEUU en una gran potencia imperial.

1941.- Bombardeo japonés a Pearl Harbor... (autoataque permitido)


El 8 de diciembre de 1941, la aviación japonesa bombardea la base naval norteamericana en Pearl Harbor (Hawai). Una parte importante de la flota estadounidense en el Pacífico es destruida, y 2.500 militares perecen en el ataque. En 1993, la publicación por parte del servicio secreto británico de 1.300 documentos permitió conocer que Churchill conocía de antemano los planes de ataque japonés. La información se la había suministrado Washington. Los servicios de inteligencia norteamericanos habían descifrado los códigos e interceptado los mensajes entre el Gobierno japonés y sus embajadores, agentes y espías en todo el mundo de forma que las altas autoridades de Washington conocían secretamente la creciente disposición del Gobierno japonés a ese ataque.

No sólo no procedieron a avisar a su propios soldados, ni a tomar las medidas de seguridad necesarias, sino que colocaron un anzuelo.
Días antes del ataque, desplazaron de Pearl Harbor los portaviones, que luego serían decisivos en la superioridad militar yanqui, y reunieron una buena cantidad de navíos secundarios, pero que constituían la oportunidad que estaba esperando el militarismo nipón.
Lo que antes era un rechazo popular, y también de la mayoría de representantes políticos, a la entrada en la contienda bélica se transforma en la movilización general de La derrota de Alemania y el desgaste sufrido por las potencias europeas vencedoras provocó que EE UU se convirtiera en una superpotencia con capacidad de acceder a la supremacía global.

1963.- Asesinato de Kennedy... (autoataque)


«Cada día que pasa siento un mayor temor del poder que ha alcanzado el complejo militar industrial», la frase pronunciada por el presidente Eisenhower al finalizar su mandato, es la clave para comprender uno de los episodios no aclarados de la reciente historia norteamericana.
El 22 de Noviembre de 1963 el presidente Kennedy es asesinado en Dallas, casi 40 años después sigue sin resolverse la incongruente versión oficial del magnicidio. Hasta una película de Hollywood señala a la CIA y al Pentágono como los autores materiales de los hechos.

Ante las evidencias del complot para su eliminación las comisiones de investigación, la policía y sobre todo los servicios secretos, se empeñaron en eliminar pruebas y atribuir el homicidio a un individuo (Lee Harvy Oswald) que, tras ser detenido, es asesinado. La famosa “teoría de la bala”, por la cual un solo proyectil había herido a tres personas siguiendo una trayectoria inverosímil, es la única base de la culpabilidad de Oswald.

Los sectores más duros del Imperio no podían tolerar en plena guerra fría su política de apaciguamiento. La enorme popularidad de Kennedy aconsejó la solución final de eliminar el obstáculo por la fuerza.

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