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jueves, 28 de marzo de 2013

EL MATERIALISMO HISTÓRICO


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GAV RO CHE
La historia pone de manifiesto el progreso de la sociedad, a lo largo de unos pocos miles de años, por medio de las contradicciones sociales, el enfrentamiento de ideas y aspiraciones, la sucesión de períodos de revolución y reacción, de paz y de guerras, de estancamiento y de rápido progreso o decadencia. Antes de Marx y Engels (y, en buena medida, es todavía el caso de muchos ideólogos burgueses actuales) sólo se consideraban los móviles ideológicos de la actividad histórica de los hombres y, dentro de ésta, casi exclusivamente, la actividad de las grandes personalidades. Sin embargo, esta comprensión superficial de la realidad no nos descubre qué es lo que determina los móviles de estos hombres, ni por qué son capaces esas personalidades de arrastrar tras de sí a masas enormes de la población.
La sociedad se dedica a actividades como la política, la filosofía o la religión, pero previamente ha tenido que producir alimentos, ropa y techo para sus miembros. Por tanto, el régimen económico es la base de la sociedad. La concepción materialista de la historia parte de las premisas reales con las que la humanidad se encuentra: la existencia de individuos humanos vivientes, la producción por éstos de sus medios de vida y las condiciones materiales en que realizan dicha producción. Las condiciones materiales en las que los hombres producen no se refieren sólo a la naturaleza (la tierra con sus animales y vegetales, el subsuelo, el aire…) sino a las condiciones materiales heredadas de generaciones anteriores, tanto los elementos físicos como el modo en que se producen. “…las circunstancias hacen al hombre en la misma medida en que éste hace a las circunstancias.” (1) A fin de cuentas, lo que los individuos son depende de las condiciones materiales de su producción.

Estructura de la sociedad y conciencia social

La sociedad (o ser social) está compuesta por su base económica (o modo de producción) y su superestructura política, cultural, ideológica, etc. La base económica está constituida, a su vez por las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Las fuerzas productivas materiales –que están en continuo desarrollo y son, por consiguiente, el componente más dinámico y revolucionario de la producción- engloban:
- Los medios de producción que incluyen a) el objeto de trabajo, es decir, la materia que se transforma en el proceso de trabajo; si ella misma es ya producto de un trabajo anterior, se le denomina materia prima (incluimos también las materias auxiliares); b) los medios de trabajo, tanto los instrumentos de trabajo, herramientas, las maquinas, etc…, como el lugar donde se despliega el trabajo, el suelo el local, etc…
- Los seres humanos dotados de capacidad o fuerza de trabajo, que son la fuerza productiva fundamental.
Y las relaciones de producción son las que contraen entre sí los individuos en la producción social de su vida. Las relaciones de producción existentes en un momento dado corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. Por ejemplo, la gran industria con su empleo sistemático de máquinas es incompatible con la existencia de trabajadores independientes que solamente se relacionan unos con otros a la hora de vender su producción en el mercado; en su lugar, exige la cooperación entre ellos en el mismo proceso de producción.
La estructura económica de la sociedad es “la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”(2).
El elemento determinante de la historia es en última instancia la producción y la reproducción en la vida real. Pero no es el único determinante: desde las formas políticas de la lucha de clases y sus consecuencias, hasta los reflejos ideológicos de estas realidades también ejercen su influencia sobre el curso de las luchas históricas y en muchos casos preponderan en la determinación de su forma.

Las revoluciones sociales y la lucha de clases

CHAPLI
“Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.”(2)
Esta es la causa última de las revoluciones habidas, las cuales han hecho posible la sucesión de las distintas formaciones económico-sociales a lo largo de la historia: a grandes rasgos, la comunidad primitiva, el patriarcado, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. Hoy, nos hallamos en la época de la Revolución Comunista puesto que las gigantescas fuerzas productivas sociales que ha creado el capitalismo entran en contradicción con las relaciones de producción propias de este régimen –expresadas jurídicamente como propiedad privada- y exigen la reorganización socialista de las relaciones de producción y de la sociedad en su conjunto.
Así como el desarrollo de la naturaleza no precisa de la intervención de los seres humanos, el progreso de la sociedad depende de éstos. Es más, sólo las masas de trabajadores son capaces de acometer las tareas propias de una revolución social: las masas son las protagonistas de la historia. Pero, para que las masas pasen a la acción revolucionaria, es preciso que, en ellas, haya madurado hasta cierto punto la conciencia de necesidad de dicha revolución.
“Del mismo modo que no podemos juzgar de un individuo por lo que él piensa de si, tampoco podemos juzgar de estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción.”(2)
Precisamente, el motivo fundamental por el que no todos los miembros de la sociedad adquieren conciencia revolucionaria o incluso por el que una parte de la sociedad se opone a la revolución es porque ocupan posiciones distintas y contrarias dentro de las relaciones de producción imperantes (así, unos son explotadores y quieren conservarlas, y otros son explotados y quieren cambiarlas). Los individuos no son realmente soberanos sino que están condicionados por los intereses de la clase social a la que pertenecen –aunque no tengan conciencia de ello- y es la lucha de clases la que decide la suerte de la revolución en cada momento concreto.
“Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que en su mayor parte las leyes refrendan y formalizan), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, y, por consiguiente, por el modo de percibir y la proporción en que perciben la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social.”(3)
La ideología dominante en una sociedad es la de su clase económicamente dominante, porque la larga permanencia de las relaciones de producción que ésta representa las convierte en algo natural a los ojos de las masas; porque, la clase dominante monopoliza la cultura y los conocimientos científicos; porque se dota de instrumentos que forman parte de la superestructura, para consolidar su dominación ideológica: iglesia, escuela, medios de información, etc…; y también porque utiliza la violencia de su Estado para imponer sus ideas.
No es extraño pues que, salvo en momentos álgidos de la lucha de clases, la mayoría de los obreros tenga ideas propiamente burguesas que paradójicamente sólo les llevan a prolongar su estado de esclavitud. Son reflejos ilusorios, no reales, de su verdadera situación en la sociedad. “Si la expresión consciente de las verdaderas relaciones de estos individuos es ilusoria, si estos últimos ponen de cabeza su realidad en sus ideas, es también consecuencia de la limitación del modo de su actividad material y de sus relaciones sociales, que se desprenden de ello.”(1)
De ahí la importancia de que el partido de los obreros conscientes –además de educar a las masas con su agitación y propaganda basadas en la teoría científica del marxismo-leninismo- promueva la mayor participación de éstas en la lucha de clases y en las más diversas manifestaciones de la misma.
Notas:
(1) “La ideología alemana”. C. Marx y F. Engels.
(2) Prólogo de “Contribución a la crítica de la Economía Política”. C. Marx.
(3) “Una gran iniciativa”. V.I. L

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