El latifundio de dios, Silvia Delgado. J.Kalvellido

Viñeta de
Kalvellido
A mi me
gustaría despertarme una mañana creyendo en cualquiera de los
diositos propietarios del paraíso.
Debe ser cómoda la
vida cuando se tiene la certeza de que lo que te espera es un lugar lleno de
frutos exóticos y de gente con la que seguro, a escondidas, se puede follar sin
que te vean.
Lo bueno de creer es que si has sido un cabròn, dios en un momento de flaqueza te perdonará y podrás vivir feliz recordando las putadas que hiciste, pensando en la estupidez de los buenos porque ellos estarán a tu lado mirándote de reojo, sin comprender porquè perdieron el tiempo si al final la bondad no tuvo su premio.
Es lo que tiene ser creyente, que compartes el amor a dios con criminales.
Yo creo que por eso me resulta tan difìcil tener fe porque compartir templo con asesinos en serie es realmente una humillación.
Porque pagar a escote la obscenidad de sus representantes, es un delirio.
Porque aceptar prohibiciones en un mundo donde solo pecan los amos de esta cruz que arrastramos, me da rabia y la rabia no es virtud, es pecado sumarísimo
Yo creo, en definitiva, que me resulta imposible tener fe porque he visto morir a demasiada gente; viejos que tuvieron la peor muerte, viejos machacados por el trabajo, enfermos terminales, dementes, que llevaron una vida de hambre, de sudor y de pobreza y que su dios los dejó solos. Sencillamente solos.
Abandonados
en medio de guerras y de paredones, en medio del miedo y de la
tortura, en medio del aislamiento, sin curas a los que acudir porque estaban
ocupados jodiendo con los generales.
Para mì sería un castigo creer ciegamente en alguien que elige como delegados terrenales a siniestros moralistas que con una mano limosnean y con la otra decapitan.
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