La corrupción se llama capitalismo.
- Escrito por Red Roja
Tras el estallido del caso Bárcenas, las reacciones suscitadas en no
pocos medios, incluidos los de la izquierda, no vienen sino a incrementar una
confusión que, a fin de cuentas, facilita la salida que les conviene a los
mafiosos en esta grave crisis.
El PSOE
mide sus acusaciones intentando ocultar la multitud de casos de corrupción en
los que está implicado y, sobre todo, tratando de no alimentar el fantasma –
cada vez más corpóreo – de que el pueblo dirija su ira hacia un sistema podrido
empezando por señalar a su clave de bóveda: la monarquía.
El líder de Izquierda Unida,
Cayo Lara, ha prevenido ante el “riesgo” de que se produzca un estallido
social (¿no es eso justo lo que buscamos?), afirmando contra toda evidencia que
la mayor parte de los políticos y los empresarios son honrados. Es un intento
desesperado de que la indignación popular no apunte también a su formación
política que sabe mucho de especulación urbanística, empezando por su
tristemente célebre votación a favor de la recalificación de la Ciudad Deportiva
del Real Madrid. Su reclamación de elecciones anticipadas demuestra que también
está interesado en una reorganización de las cuotas de poder dentro del mismo
régimen político que padecemos. Pero esto no es sólo así en lo que respecta a la
“izquierda” institucionalizada. Algunos compañeros y compañeras aprovechan la
ocasión para alimentar exageradas esperanzas en los llamados “procesos
constituyentes”. Para Red Roja, dichos procesos son necesarios, pero serán el
resultado y el fruto de un proceso más amplio de cambio político que sólo
llegará tras una modificación sustancial en la correlación de fuerzas entre las
clases sociales. La prioridad es, pues, la organización y el refuerzo del
contrapoder popular.
El único abordaje serio de la
corrupción es el que se hace desde posiciones de independencia de
clase. Por ello, nuestra interpretación de lo que sucede en estos
momentos se articula sobre tres ejes fundamentales:
1) La corrupción
no es un hecho aislado. Es consustancial al capitalismo en su
fase actual: la dictadura de los monopolios. Las grandes fortunas se obtienen
por dos procedimientos inseparables: mediante la corrupción y a través del
mecanismo legal de reproducción del sistema capitalista: la explotación de los
trabajadores y trabajadoras.
2) La clave no es, pues,
que la corrupción se produzca (mucha gente lo sabía), sino que esto haya salido
a la luz. Su publicación refleja una serie de luchas intestinas
propias de un régimen debilitado y en descomposición. La acusación de corrupción
es un arma que los clanes y grupos de poder (incluso en el seno del PP; véase el
caso de Esperanza Aguirre) emplean en sus guerras internas y ajustes de
cuentas.
3) En cualquier caso,
los revolucionarios y revolucionarias debemos utilizar el
escándalo para hacer comprender a los sectores menos
politizados del pueblo trabajador la imposibilidad de seguir viviendo bajo un
sistema de latrocinio que nos expolia del producto de nuestro trabajo y de
nuestros derechos sociales más elementales. Por suerte o por desgracia,
una realidad constatada por las propias clases dominantes vale mucho más que mil
deducciones o avisos previos por nuestra parte. Además, es fundamental para la
acumulación de fuerzas revolucionarias contra el sistema visualizar las luchas
intestinas que lo fragilizan.
Efectivamente, la corrupción
no es nada nuevo, como demuestran los grandes casos de corrupción del PSOE: los
fondos reservados y el GAL, el caso Filesa, el caso Guerra o, más recientemente,
los ERE’s irregulares . Además la corrupción, intrínseca al régimen, se
evidencia en la propia Casa Real, como en el caso Urdangarín, mientras permanece
oculta la inmensa corrupción del rey mediante la impunidad que la Constitución
le garantiza. Incluso la recién llegada Rosa Díez, de UPyD se ha visto
beneficiada de los sobres de Bárcenas a través de Basta Ya. Lo mismo que CiU,
PNV, Coalición Canaria han recibido dinero de Millet, de las empresas y de los
bancos.
Botín (Banco Santander),
Francisco González (BBVA), Isidre Faine (La Caixa), las constructoras, las
multinacionales del automóvil, las energéticas, las químico-farmacéuticas
conocen mucho mejor cómo funciona la política que los propios afiliados a los
partidos. Por eso, no debemos quedarnos en
que “el PP es muy corrupto”. Pero ni siquiera en que “el PP y el PSOE son muy
corruptos”, que lo son.
Lo que señalamos frente
al pueblo trabajador es que estos papeles demuestran una vez más la
imbricación entre los políticos y las grandes empresas y visibiliza
cómo los monopolios capitalistas (Mercadona, Sacyr Vallermoso, OHL, FCC
Construcción, etc.) sobornan a la casta política española para que gobierne en
función de sus intereses. No es casualidad que las constructoras que sobornaron
a los dirigentes del PP tengan la concesión de cinco hospitales en Madrid,
cobrando de dicha comunidad autónoma 45 millones de euros en concepto de canon.
Red Roja llama a utilizar los
gravísimos casos de corrupción para deslegitimar y obstaculizar los recortes
sociales y las privatizaciones que se vienen produciendo por parte de
una mafia política que tiene su futuro garantizado en cuentas suizas u otros
suculentos negocios. Pero para que nuestra resistencia sea eficaz, es
prioritario desde el primer momento no dejarnos manipular por el PSOE y sus
satélites. Es la movilización y la organización popular, y no las elecciones que
pide Izquierda Unida, la que, en cualquier caso, debe tumbar al gobierno y
obligarlo a dimitir; pero no para asistir pasivamente a cómo otros frustran, una
vez más, sus anhelos. Es la autoorganización política de los de abajo lo
que realmente preocuparía a los ricos. Un sistema de cargos rotativos y
revocables, con rendición de cuentas cara a cara, sin políticos profesionales,
organizado desde cada barrio o cada pueblo.
Así pues, desde nuestra independencia de clase seguiremos gritando:
¡Que se vayan todos!, y continuaremos trabajando por la construcción del poder
popular y de su referente político.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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