miercoles, 13 de febrero de 2013
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Al parecer todo el mundo está impresionado por el discurso de una joven
sociata en el seno cinco estrellas de la Internacional Socialista.
Detesto enmendar la plana al personal, con toda sinceridad, no encuentro
ningún placer en el disenso. Ahora bien, si la moza habla de revolución
frente a esos embaucadores del capital, no como algo ajeno a ellos,
sino como un objetivo propio de sus organizaciones, solo pueden subyacer
dos razones: oportunismo o estupidez profunda. Teniendo en cuenta su cargo no debe ser una recién llegada, y estúpida no parece, me inclino pues por el oportunismo.
- Otra embaucadora, la señora Cospedal, pretende emular al gobierno de la Comunidad de Madrid en su proceso de privatización de la sanidad. Les da lo mismo so que arre, la chusma burguesa utiliza la técnica de tierra quemada, cuando te quieres dar cuenta protestas sobre un montón de escombros. Les importa un bledo el rechazo popular, y dos bledos los estudios que demuestran que la gestión privada es un desastre, y no un desastre cualquiera, un desastre que asesina a los pacientes. Ellos siguen a lo suyo. Saben muy bien que cualquier modificación posterior solo será de cara a la galería, parches, chapuzas. El objetivo final, apoderarse de la sanidad, un negocio suculento. Dicho objetivo no solo es irrenunciable para la burguesía, es, además, una decisión tomada hace décadas.
- Empezamos hablando de socialfascismo, seguimos con los fascistas y continuamos con el capo de todos ellos. El señor Rosell, máximo representante de la mafia patronal, anda muy suelto por los medios de comunicación. Lo suyo es provocar, se chulea ante el respetable como los toreros tras una buena jornada, con nuestras orejas sanguinolentas en las manos y con la firme intención de hacerse con los rabos. No me voy a detener en sus provocaciones salvo para señalar que la solución al desempleo pasa por la expropiación de la burguesía y una posterior planificación democrática, lo demás son cuentos chinos.
Sí que tiene razón Rosell cuando afirma que a los desempleados no les importan las condiciones laborales. Es lo primero que dice todo desempleado, que está dispuesto a trabajar en cualquier cosa. Claro que para llegar a ese estado solo hay un camino: el terror de la patronal. A confesión de parte relevo de prueba. Es innegable que aterrorizan a las masas con el hambre, los desahucios, el despido... a partir de ahí cualquier trabajador acepta lo que le echen. Ese terrorismo burgués está plenamente integrado en nuestra visión del mundo, hasta tal punto que la mayoría ni se para a pensar en ello, suele verse como algo natural. Pero de natural no tiene nada, es una organización social establecida así a mayor gloria de un puñado de parásitos, entre ellos el propio Rosell. Piensen un segundo, ¿qué clase de democracia cabe en un sistema en el que la mayor parte de sus integrantes están dispuestos a venderse a cualquier precio para hacer cualquier cosa? Ninguna, semejante régimen sería imposible sin opresión. Un hombre libre no necesita venderse, no busca desesperado hacer cualquier cosa a cualquier precio.
- Otra embaucadora, la señora Cospedal, pretende emular al gobierno de la Comunidad de Madrid en su proceso de privatización de la sanidad. Les da lo mismo so que arre, la chusma burguesa utiliza la técnica de tierra quemada, cuando te quieres dar cuenta protestas sobre un montón de escombros. Les importa un bledo el rechazo popular, y dos bledos los estudios que demuestran que la gestión privada es un desastre, y no un desastre cualquiera, un desastre que asesina a los pacientes. Ellos siguen a lo suyo. Saben muy bien que cualquier modificación posterior solo será de cara a la galería, parches, chapuzas. El objetivo final, apoderarse de la sanidad, un negocio suculento. Dicho objetivo no solo es irrenunciable para la burguesía, es, además, una decisión tomada hace décadas.
- Empezamos hablando de socialfascismo, seguimos con los fascistas y continuamos con el capo de todos ellos. El señor Rosell, máximo representante de la mafia patronal, anda muy suelto por los medios de comunicación. Lo suyo es provocar, se chulea ante el respetable como los toreros tras una buena jornada, con nuestras orejas sanguinolentas en las manos y con la firme intención de hacerse con los rabos. No me voy a detener en sus provocaciones salvo para señalar que la solución al desempleo pasa por la expropiación de la burguesía y una posterior planificación democrática, lo demás son cuentos chinos.
Sí que tiene razón Rosell cuando afirma que a los desempleados no les importan las condiciones laborales. Es lo primero que dice todo desempleado, que está dispuesto a trabajar en cualquier cosa. Claro que para llegar a ese estado solo hay un camino: el terror de la patronal. A confesión de parte relevo de prueba. Es innegable que aterrorizan a las masas con el hambre, los desahucios, el despido... a partir de ahí cualquier trabajador acepta lo que le echen. Ese terrorismo burgués está plenamente integrado en nuestra visión del mundo, hasta tal punto que la mayoría ni se para a pensar en ello, suele verse como algo natural. Pero de natural no tiene nada, es una organización social establecida así a mayor gloria de un puñado de parásitos, entre ellos el propio Rosell. Piensen un segundo, ¿qué clase de democracia cabe en un sistema en el que la mayor parte de sus integrantes están dispuestos a venderse a cualquier precio para hacer cualquier cosa? Ninguna, semejante régimen sería imposible sin opresión. Un hombre libre no necesita venderse, no busca desesperado hacer cualquier cosa a cualquier precio.
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