Al fin se ha hecho justicia con la sentencia del TEDH
de Estrasburgo, que condena a España por no investigar las torturas
denunciadas por Martxelo Otamendi tras el cierre del diario Egunkaria,
aunque nada pueda borrar ya el infame cierre y las simulaciones de
asfixia y humillaciones homófobas del periodista recibidas por la
Guardia Civil. Poco queda por decir de esta noticia, salvo que ya hemos
perdido la cuenta del número de veces que Estrasburgo ha condenado a
España por mirar para otro lado ante la lacra de la tortura, y que
podemos llegar a un par de conclusiones, la primera, que después de
cerrado este último episodio de este lamentable suceso, sería justo que
quienes se sentaran en el banquillo de los acusados fueran el exministro
del interior Angel Acebes, el de justicia Michavila y el Juez del Olmo
por ser responsables directos del cierre ilegal, los guardias civiles
que interrogaron bajo régimen de incomunicación a Otamendi por las
torturas a las que más que presuntamente le sometieron, y de paso unos
cuantos periodistas por las difamaciones y calumnias que vertieron sobre
los detenidos cuando TODOS los medios de comunicación españoles SIN EXCEPCION aplaudieron este atropello.
La segunda conclusión y más grave si cabe, es que se
puede afirmar a día de hoy y sin ninguna duda que la práctica del mirar a
otro lado ante la tortura en España es sistemática. Es legal torturar y
no existe absolutamente ningún amparo legal para quien la sufre. Y la
razón sobre el por qué del éxito e impunidad de esta lacra abominable
radica en la propia naturaleza de la sociedad española, existe
en la opinión pública española de manera casi unánime la idea de que un
detenido, sea cual sea su delito, no tiene ningún derecho, y por tanto
es natural que un policía, pueda infringirle cualquier tipo de trato a
éste. Es ahí donde empieza todo, creando un caldo de cultivo en
la sociedad envenenado, donde tal pensamiento se transmite de
generación en generación. De esa sociedad enferma es de donde se deriva
todo lo demás, porque el español que nace, se desarrolla y crece en ese
pensamiento, el día que se mete a policía, cuando tenga la oportunidad
de torturar a un detenido bajo su custodia, lo hará. Si se mete a juez,
mirará para otro lado ante la denuncia y si se mete a periodista lo
aplaudirá.
También resulta evidente comprobar, cuál
honda será la profundidad de las cloacas del Estado, cuando éste acepta
sin rechistar en todos los casos pagar la indemnización de 24.000 euros
por el delito de no investigar, antes que abrir una investigación seria
que llegue a donde tenga que llegar en cuanto a las responsabilidades de
quien practica y ampara la tortura, igual faltarían cárceles en España.
Es muy triste reconocerlo pero es así, la tortura goza de una
legitimidad social en España irreparable, nada se puede hacer, al menos
en pocos años para frenar una mentalidad viciada durante más de 300
años, la tortura seguirá practicándose y amparándose porque la sociedad
la aprueba, esta sociedad está perdida y no se puede enderezar su
mentalidad, a no ser que se arrase con todo para empezar desde cero,
pero ni aún así, en España podría salir bien la cosa, como diría una
graciosa canción de Bizardunak “Los de siempre quizá podrán escapar, en el arca de Noé haciéndose pasar por ratas, es vieja decepción”
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario