La prohibición de “imágenes particulares”
Si a eso se suman las secuencias que muestran el modo en extremo violento con que fueron zurrados algunos jóvenes, como el que estuvo a punto de morir si no lo asiste de inmediato una enfermera que supo evitarlo, parece de cajón pensar que la prohibición de imágenes de ese cariz traería consigo una mayor impunidad en las actuaciones represoras.
También se evitaría que, como ocurrió en la manifestación a la que aludimos -la que se saldó con una carga policial que persiguió a los concurrentes por los bares de la zona y hasta los mismos andenes de la estación de Atocha-, los espectadores se preguntaran por la identidad de los jóvenes enmascarados que, enarbolando unas peculiares banderolas rojas y negras en la primera línea de las vallas instaladas ante el Congreso, pudieron propiciar de algún modo la intervención de los antidisturbios.
Con esa medida anunciada por Cosidó, que vulnera de modo tan flagrante la libertad de expresión, se pretende seguir criminalizando por parte del Gobierno toda acción de protesta pacífica que responda a su intolerable política de regresión social y laboral, por lo que habrá que convenir dos cosas: que el Gobierno nos quiere mudos, como esa mayoría silenciosa a la que apela Rajoy para contrastarla con las minorías reivindicativas -en cuyo caso este país volvería al tiempo de silencio del que procede-, o en caso contrario, si presentamos resistencia a sus tropelías, no cejará en elaborar normas o permitir actuaciones propias de aquel tiempo.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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