Decir agua es decir violencia sexual, pérdida de horas lectivas, insuficiencia sanitaria, problemas de espalda e incluso falta de liderazgo. Claro o turbio, el cauce para la soberanía de millones de mujeres en el mundo pasa por el acceso adecuado al agua potable. Frente a la imagen de sufrimiento como porteadoras, surgen iniciativas esperanzadoras a cuentagotas
Enviado por Mª Ángeles Fernández
Un grupo de mujeres participan en la construcción de un tanque de almacenamiento de agua de lluvia en Brasil/
Mª Ángeles Fernández y J. Marcos/ Marsella (Francia)
Una letrina. Tan inmundo rincón a primera vista supone un gran avance
para la igualdad de las mujeres en el mundo. Sorprende y posiblemente
no sea sencillo de comprender ni para las propias perjudicadas. Pero lo
cierto es que en los países empobrecidos la carencia de sanitarios
conlleva enormes repercusiones en la dignidad, la sanidad y la
educación.
Millones de mujeres y niñas deben recoger a diario
el agua para sus familias, lo que impide que las menores acudan al
colegio. Esta denuncia fue uno de los ejes transversales del Foro
Alternativo Mundial del Agua (FAME), organizado en Marsella por
movimientos sociales de todo el mundo
Los beneficios para la salud son obvios, mientras su traducción
práctica evita la ausencia escolar, que a su vez provoca el desperdicio
de potencial intelectual y torpedea desde la niñez la igualdad de
oportunidades, insisten distintos informes. Una letrina también implica
privacidad, ahorro de tiempo e incluso un menor riesgo de sufrir
violencia sexual, pues salir a orinar durante la noche es un peligro del
que no en pocas ocasiones ha alertado Naciones Unidas.
La inseguridad de las mujeres y el agua tienen más caminos
entrecruzados, como los que unen los hogares con los pozos potables más
cercanos… aunque la cercanía se mida en kilómetros por los que transitan
mayoritariamente mujeres y niñas con baldes de varios kilos de peso.
Los datos abruman, enrojecen y causan desesperanza. Millones de
mujeres y niñas deben recoger a diario el agua para sus familias, una
práctica que impide que las menores acudan al colegio. Algunas
estimaciones aproximadas sugieren que, en el África subsahariana, se
dedican alrededor de 40.000 millones de horas anuales a la recolección
de agua, cifra que representa el trabajo de un año para el total de la
población activa de Francia.
Estas mujeres del África subsahariana dedican varias horas del día a llevar agua limpia a sus hogares/FAME
La denuncia de esta situación fue uno de los ejes transversales del
Foro Alternativo Mundial del Agua (FAME), organizado en marzo, en la
ciudad francesa de Marsella, por movimientos sociales de todo el mundo
que luchan por la gestión pública y comunitaria del agua. El bloque
‘Género y agua’ también tuvo su espacio en el Foro ‘oficial’ (WWF),
liderado de forma paralela por las multinacionales del sector.
“Vengo a FAME a encontrar soluciones alternativas para que las
mujeres tengan agua y servicios sanitarios. Y digo mujeres y no hombres
porque, desde hace mucho tiempo, decir agua es decir mujeres y decir
mujeres es decir agua. La emancipación de la mujeres es imposible sin
agua; el agua es vida y, para las mujeres, emancipación. Para conseguir
la igualdad es imprescindible el acceso al agua”, explicó la senegalesa
Bintou Ibrahima Datt, presidenta de la organización ‘El camino de la
paz’.
Un trabajo de mujeres
Las investigaciones, los porcentajes y las estadísticas no escatiman
en dibujar bocetos en los que las mujeres sufren una importante
desigualdad cuando se habla de cualquiera de las vertientes del agua. A
pesar de su aspecto saludable y transparente, el acceso al vital líquido
enturbia la vida de millones de mujeres en todo el mundo.
Miriam Nobre, de la Marcha Mundial de las Mujeres:
“Siempre se relaciona a las mujeres y al agua desde el sufrimiento. No
se las reconoce como portavoces; se hace un discurso emocional.
Reivindicamos la participación en todos los procesos de gestión del
agua”
El último informe sobre el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulado ‘Sostenibilidad y equidad. Un mundo mejor para todos’,
repite que “la búsqueda de agua es parte de la desigualdad de género”.
Una tarea que en este estudio se equipara con la recogida de leña,
trabajo de nuevo realizado mayoritariamente por mujeres.
En Malawi rural, por ejemplo, las féminas pasan alrededor de ocho
veces más tiempo que los hombres buscando agua y leña, mientras las
niñas dedican cerca de tres veces más tiempo que los niños a dichas
tareas. El informe citado denuncia daños a la columna, complicaciones
durante el embarazo y mortalidad materna relacionadas con la recolección
de leña y agua.
Fuente: Informe sobre Índice de Desarrollo Humano 2011 del PNUD, titulado ‘Sostenibilidad y equidad. Un mundo mejor para todos’.
Marsella incluyó un nuevo matiz reivindicativo y equitativo. “Siempre
se relaciona a la mujer y al agua desde el sufrimiento y hay que
mostrar el protagonismo de las mujeres. No se las reconoce como
portavoces ya que se hace un discurso emocional. Reivindicamos la
participación en todos los procesos de gestión del agua”, explica a
Pikara Magazine la brasileña Miriam Nobre, coordinadora del secretariado
internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres. En el comunicado
final de la organización, como resultado de las reuniones celebradas en
el Foro Alternativo, la Marcha Mundial insiste en su lucha por superar
la división sexual del trabajo, donde el agua y todo lo que conlleva
está sumergida.
La participación de las mujeres en la gestión es el reto. El curso a
seguir. La toma de decisiones se vislumbra como un mar y el río debe
desembocar, sin diques de por medio, en la igualdad.
“Jamás seréis capaces de hacer cisternas, les decían entonces. Si
hacéis estas cisternas os vamos a cortar el cuello. Pues lo haremos. Y
lo conseguimos”. Lo recuerda una portavoz de la iniciativa ‘Un millón de
cisternas rurales’, creada hace unos años en el semiárido brasileño
para cosechar agua de lluvia. La participación de las mujeres en este
proceso, incluido la construcción de los tanques para almacenar el agua,
es un ejemplo de buena gestión participativa. No sin enfrentarse al
machismo más arraigado. ‘Si las mujeres pueden hacerlo, cualquiera puede
hacerlo’, fue la estrategia de los hombres en Brasil tras un primer
intento de descrédito. “Antes yo ayudaba, ahora trabajo” es la frase que
mejor define hoy el resultado: la construcción de tanques. Y letrinas,
por supuesto.
La UNESCO pide un nuevo liderazgo
El cuarto Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de la UNESCO, presentado en el Foro Mundial del Agua, recoge que en los últimos años ha habido un aumento en el número de mujeres nombradas ministras de agua y medio ambiente en los países calificados ‘en desarrollo’. Según la UNESCO, “éste ha sido un factor importante en la mejora a largo plazo la seguridad del agua y más equitativo el acceso al agua para uso doméstico y productivo”.
Irina Bokova, directora general de dicho organismo, hizo un llamamiento a favor de un nuevo liderazgo en materia de agua potable, y añadió que éste “debe reunir a todos los actores involucrados en el uso y la gestión del agua (…) y tiene que reconocer, integrar, y reforzar el papel de las mujeres”.
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