La miseria se extiende cual plaga. Los responsables existen pero aparecen pertrechados por sus poderes (judiciales, policiales, mediáticos…). Mientras, cientos de miles de familias no saben que van a comer mañana, si podrán pagar la luz, el agua, la hipoteca o el alquiler, y viven una auténtica pesadilla haciendo largas filas en comedores sociales. Los gestores del capitalismo ven como las cifras de desempleo aumentan, que las prestaciones sociales bajan y que los servicios básicos se privatizan para que sólo puedan acceder los que tienen dinero. La gasolina está siendo extendida, la cerilla puede aparecer en cualquier momento. Para ilustrar lo dicho unas palabras del responsable de Cáritas en Asturias, Adolfo Rivas, hace unas horas.
«La semana pasada me llamaron tres veces, en tres noches distintas, para intervenir, porque había peleas entre personas que querían coger la comida que los supermercados tiran a los contenedores. Se estaban peleando porque no había para todos».
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