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domingo, 9 de diciembre de 2012

IMPACTANTE CARTA PARA LA HUMANIDAD, DESDE GRECIA.

Soy asalariado, funcionario, profesor. Mi esposa es maestra. Tenemos tres hijos de 10, 13 y 15 años. En 2008 nos atrevimos a tomar la decisión de comprar una casa. Tomamos un préstamo de la Caja de Depósitos y Consignación, con interés fijo – a pesar de que era más caro en aquel momento- para tener un cierto nivel de confianza, para poder organizar nuestra vida y el futuro de nuestros hijos con prudencia.
No tenemos otros recursos aparte de nuestros salarios, no damos clases particulares, no recibimos nada “bajo manga”, intentamos enseñar a nuestros hijos y a nuestros alumnos la dignidad como forma de vida. Tenemos un coche, es de segunda mano y aún lo estamos pagando. Diversión no hay en nuestra programación, excepto las excursiones escolares. Nos permitimos el lujo de pasar unos días de vacaciones en las casas de nuestros padres (fuera de la provincia de Atenas). La primera casa está en la costa y  tiene 40 metros cuadrados de superficie. La otra está en la montaña y tiene 27 metros cuadrados de superficie. Es un poco difícil que siete personas quepan en unas casas tan pequeñas, pero nos las apañamos y no nos quejamos.
Nos consideramos afortunados de tener al menos esta opción, si otros no tienen nada. El plazo del préstamo que tenemos que pagar por la casa que hemos comprado son 1.000 euros. Durante dos años vamos a pagar sólo los intereses, así que hasta el próximo año vamos a ser “privilegiados”. Desde luego, luego nos va a costar un ojo de la cara, pero ahora es el momento que las pasamos estrechas, ahora no llegamos, por lo que no teníamos más remedio que recurrir a esta solución.
Como somos una familia de tres hijos, y debido al cambio del sistema tributario, el año pasado tuvimos la suerte de que se nos devolvieran unos 3.000 euros, lo que fue una increíblemente grande ayuda para satisfacer las necesidades del hogar y de la familia en general. Este dinero lo ganábamos con unos 5 o 6 meses de trabajo, aunque esto es relativo, porque poco a poco las cosas se iban poniendo feas, ya que siempre surgía algún gasto extraordinario, como por ejemplo una avería en el coche debido a su edad, alguna factura de la luz “inflada”, algún tributo, algún gasto médico, e.tc, e.tc.
Pero este año las cosas han cambiado. No sólo no se nos devolvió dinero de la Declaración de la Renta, sino que resulta que tenemos que pagar 2.100 euros de más. Nuestros salarios se han recortado tanto que de verdad no quiero saber cuanto gano “en neto”. Desde hace aproximadamente un año, no pasa ni un mes que no nos ayuden nuestros padres con las pensiones que reciben. Los 1.100 euros entre los dos es el único ingreso que tienen, y encima nos dan algo a nosotros.
Con vuestro nuevo sistema tributario, según la información que tengo, vais a eliminar por completo el límite de los ingresos libres de impuestos, cosa que para nosotros significa una carga económica adicional, ya que tendremos que pagar más impuestos, probablemente por considerar vosotros que somos ricos por tener tres hijos.
De verdad, he llegado al punto en el que ni siquiera puedo pensar en qué van a hacer las familias de muchos hijos. Ya, mi hijo menor me pregunta entre bromas y veras: “¿Es decir, papá, si no me tuvierais a mí, pagaríais menos dinero?” Intento contestarle de broma y cambiar de tema, no sea que me entre el pánico pensando en la posibilidad de que se le ocurra algo escalofriante. Por no hablar de los casos que conozco, de familias con hijos, en las que ambos padres están desempleados, o trabaja uno de los dos padres, pero su sueldo no llega ni para cubrir lo básico que necesita una familia. Estamos hablando de unas tragedias señores. Y están aquí, a nuestro lado, no es una película en la tele o un documental de Lonely Planet.
Además, en la escuela en que trabajo, cada día tengo que tratar de mantener el equilibrio entre más de 450 alumnos y más de 50 profesores, donde cada uno viene con sus cargas personales insoportables reflejándose en sus ojos. Pobreza, familias y relaciones destrozadas, situaciones económicas que no tienen solución, enfermedades, hambre. Sí hambre. Ahora, aquí, en Grecia, en 2012. Cada día me enfrento con todo eso, eso es lo que veo, eso es lo que intento manejar (gestionar). Cada día. Desde la mañana hasta el mediodía. Y luego tengo que tratar de dejar todo atrás, volver a casa y tratar de manejar (gestionar) mis propias cargas. Tengo que ser la roca de la familia, él que proporcionará soluciones, él que resolverá los problemas. ¿Con qué? ¿Cómo? Hablando no se hace nada, sin embargo, creo que se me han agotado las acciones. Estoy cansado. Mis resistencias están ya minimizadas, mis reacciones puede que sean más lentas, pero aún no me doy por vencido. Puede ser que sea un ahorro de fuerzas inconsciente, ¿qué sé yo?
Y ahora voy a preguntar yo a todos los que se supone que se esfuerzan, en el nombre del “pueblo”, por que cambie la situación, por que se recupere la economía, por que el país se haga supuestamente digno de confianza:
¿Hasta cuándo voy a aguantar? ¿Hasta cuándo vamos a aguantar? No sólo yo, no sólo mi familia, sino también todos los que están en nuestro entorno, los amigos, los conocidos, todos los que conocemos y  todos los que están en la misma situación económica y psicológica que nosotros. Lo que nos saca de quicio, sin embargo, es que no hemos participado en la creación de esta situación, señores, ¡malditos seáis! Vosotros si participasteis.
Además, el hecho de que no nos hemos comido el dinero juntos, no hemos robado, no hemos recibido dinero “bajo manga”, no hemos usurpado nada, no hemos sacado dinero no declarado fuera del país, no hemos engañado a nadie. Por lo menos los que yo conozco. Vosotros si lo hicisteis.
A pesar de que algunos ideológicamente estamos en contra de lo que vosotros representáis y defendéis, hemos jugado limpio, con dignidad, pese a que éramos conscientes de que era imposible “ganar”. Vosotros, desde luego, no lo hicisteis.
Pero el juego ha llegado a sus límites caballeros, ya estamos hablando de supervivencia. Y yo estoy a punto de explotar. Y no se hagan falsas ilusiones caballeros. No quiero ni vuestra “comprensión”, ni vuestra mirada culpable, ni vuestro supuesto “arrepentimiento”, ni una palmadita amistosa en la espalda.No quiero que me toquéis, no quiero oír ni vuestra respiración, no quiero tener ninguna relación con vosotros, no quiero ni siquiera que estéis en el lugar donde vivo.
Y no quiero escuchar las chorradas sin sentido que vosotros sois mis “empleadores” y que yo no os puedo juzgar, porque no lo sois. Mi sueldo basura – como vosotros lo habéis degradado- proviene de los impuestos de mis conciudadanos y que ellos y sólo ellos pueden ser considerados como “empleadores” míos.
Y tengo la sensación de que la mayoría de la gente, independientemente de su ideología política y sus diferencias personales, por lo menos reconocería lo que trabajo para “estar bien” con ellos y con sus hijos. Vuestra opinión y crítica, simplemente me importa un bledo, como a vosotros os importa un bledo que vivamos o que nos vayáis a matar.
Desde luego, podéis fingir que no os enteráis o lo que es peor, que no tenéis ni idea de lo que estoy hablando. Si al menos tuvierais agallas, caminaríais por las calles para ver que la gente anda como loca, que conduce como si no hubiera mañana, para ver de qué habla, qué dice, cómo lo pasa… Pero, en última instancia, esto es de esperar. El que tiene el estómago lleno nunca ha entendido al que tiene hambre o al menos le conviene hacer que no lo entiende. Por lo tanto, este texto y su autor, no se hacen ilusiones, ni tienen esperanza, ni esperan algo “bueno” de vosotros y de los de vuestra condición. Hace muchos años que estamos repletos de que nos den un engañabobos.
Lo que desea lograr este texto, desde esta esquina del espacio infinito de Internet, es sacar del interior del autor un “¡uf!”, y registrarlo, para que no se olvide en el futuro – como una obligación moral expresada en una carta no entregada-, para que sirva de mensaje de un náufrago metido en una botella, como un simple recordatorio de un blogger anónimo, un testimonio que tal vez alguien en el futuro encuentre buscando archivos en Internet a ver que pasaba “en aquel entonces” en Grecia. Tal vez, los lectores sean mis hijos o vuestros hijos, siempre que logren sobrevivir.
Pues que sepan los que encuentren esta carta no entregada que lo pasamos muy duro y sabemos que lo peor está por venir y nos preocupamos principalmente por lo que no les vamos a ofrecer. Que sepan que la supervivencia es una situación muy especial para la persona que la sufre, y que requiere una mente clara, porque puede derrumbar barreras éticas, puede destruir sociedades, puede re-estructurar la jerarquía de los valores de alguien, puede cambiar actitudes, formas de pensar, formas de acción, puede afectar al juicio y al nivel de tolerancia y comprensión de alguien, puede eliminar la paciencia a nivel social e individual, puede cambiar el proceso mismo de tomar decisiones…
Mucha gente en el país ya ha llegado a ese punto del espacio-tiempo en el que está experimentando la lucha diaria por la supervivencia como una realidad, y algunos como yo últimamente vienen observando que su estómago hace unos ruidos raros, y escuchamos cada vez más claro el tañido de “guerra” y tratamos de prepararnos como sea. Lo más importante, sin embargo, es que sepan que nuestro último acto de dignidad y nuestra única esperanza es que nadie caiga sin luchar…
El texto en griego.

NOTA DEL BLOG.- CREO RECORDAR QUE ALQUIEN ACHACABA "LA CRISIS" A QUE HEMOS VIVIDO POR ENCIMA DE NUESTRAS POSIBILIDADES. PERO QUIEN PUÑETAS HA VIVIDO POR ENCIMA DE SUS POSIBILIDADES, ?.  HABRAN SIDO LOS DE SIEMPRE. LOS MISMOS DE AHORA 

OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA

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