!VIVA LA REPÚBLICA, QUE TAMBIÉN ES DE MUJERES!
“No podrá ser fundamento de privilegio
jurídico el nacimiento, la clase social, la riqueza, las ideas políticas
y las creencias religiosas. Se reconoce en principio la igualdad de
derechos de los dos sexos”
(Art. 23 del Anteproyecto de la Constitución de 1931)
“No podrán ser fundamento de privilegio
jurídico: la naturaleza la filiación, el sexo, la clase social, la
riqueza, las ideas políticas, ni las creencias religiosas”
(Texto enmendado a propuesta de la diputada Clara Campoamor)
El 1 de octubre de 1931 en España, la
Constitución de la Segunda República reconocía el sufragio universal
concediendo el derecho a voto a las mujeres. Se consagraba la igualdad
entre hombres y mujeres y permitía a las mujeres mayores de 23 años
participar en las votaciones, no sólo como candidatas sino también como
electoras.
Hasta esa fecha la mujer podía ser
elegida pero no elegir. El Gobierno republicano había autorizado el 8 de
mayo de 1931 que las mujeres y los sacerdotes pudieran presentarse en
las candidaturas, pero el voto quedó postergado a una futura discusión
en las Cortes.
No fue hasta 1933, dos años después de su aprobación, cuando las
españolas ejercieron este derecho y por primera vez en las elecciones
celebradas ese año se vieron mujeres depositando el voto frente a las
urnas. Seguían siendo de categoría inferior respecto al marido y no
tenía personalidad jurídica, pero al menos podían votar.
Tras las elecciones de 1936 y el
estallido de la Guerra Civil, llegó la dictadura que ahogó gesto
democrático y borró las esperanzas de un cambio para las mujeres hasta
el año 1975.
Hoy hace 81 años que Clara Campoamor
defendió con un brillante discurso en las Cortes, el derecho de la mujer
al voto. A esta ilustre diputada le debemos el reconocimiento a su
empeño para que las mujeres pudieran votar. Se enfrentó a los que
entonces pensaban que la mujer no estaba preparada o los que temían que
su voto estuviese demasiado influenciado por la Iglesia.
Tuvo una opositora de peso, la diputada
radical-socialista Victoria Kent, que defendía el aplazamiento del
sufragio femenino hasta que las españolas, muchas de ellas ancladas en
la sumisión al marido y la obediencia al confesor, estuvieran
preparadas. La propuesta de Clara Campoamor triunfó por 161 votos a
favor y 121 en contra.
“”¡Viva la República de las mujeres!”,
gritó un diputado despechado cuando las Cortes Constituyentes aprobaron
el sufragio femenino. “¡Viva la República, que también es de las
mujeres!”, le replicó una señora.
María Torres
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