
Desde el convencimiento que el derecho de autodeterminación de los
pueblos es importante e incuestionable, y que obviamente no será este
medio de comunicación quien ponga un solo pero a su ejercicio, y más
ahora que Cataluña y Euskadi se acercan a ello; no estaría demás
recordar que en pocos días tres comunidades autónomas irán a las urnas. Y
que todos los sondeos nos indican que, aunque la abstención y el voto
en blanco siguen su particular escalada, tanto en Galicia como en el
País Vasco, -como posteriormente en Cataluña-, será la derecha la que
vuelva a ganar, incluso con un gran manto mentiroso de “independentismo”
para no divorciarse de la calle y no perder muchos votos.
El PP en Galicia, el PNV en Euskadi y CiU en Cataluña van a ser las fuerzas políticas más votadas, el refugio de los más para esquivar la crisis y la miseria que padecemos. Como no es la primera vez que ocurre, y nos tememos que no será la última, es importante que abramos una reflexión sobre el buen manejo que tiene la derecha de los procesos electorales y el hecho de que, pase lo que pase en la sociedad, la derecha, y la clase social que la sustenta, siempre gana, al menos en el estado español. Y lo hace aunque, como en el caso del PP en Galicia o CiU en Cataluña, hayan aplicado recortes, despidos, quita de derechos y se le haya incluso respondido con movilizaciones indignadas de diversa índole.
En el análisis que se haga a posteriori, habrá que valorar y mucho los cientos de miles de votos de Bildu, o matizar sin descanso sobre lo que obtenga el BNG, IU, ERC o la CUP, pero lo cierto es que esas tres comunidades –como las del resto del Estado- seguirán como siempre: con gobiernos reaccionarios. Vale decir que los sueños de la izquierda no caben en las urnas burguesas, o que para votar a la fotocopia derechona del PSOE la gente vota al original, o que mientras no se articule desde abajo un Frente de Izquierdas anticapitalista lo mejor es no acudir a las urnas, o incluso aquello de que la izquierda no gana elecciones sino que hace revoluciones, pero la realidad no deja de enseñarnos el mucho camino que queda por andar. Que en plena crisis, que en pleno abismo social, la derecha no sólo salga vivita y coleando sino sonriendo de estas tres batallas electorales, debe servir para poner el ánimo y la generosidad sobre la mesa y la capacidad de ilusionarnos con el camino a transitar para que esto no vuelva a ocurrir.
El PP en Galicia, el PNV en Euskadi y CiU en Cataluña van a ser las fuerzas políticas más votadas, el refugio de los más para esquivar la crisis y la miseria que padecemos. Como no es la primera vez que ocurre, y nos tememos que no será la última, es importante que abramos una reflexión sobre el buen manejo que tiene la derecha de los procesos electorales y el hecho de que, pase lo que pase en la sociedad, la derecha, y la clase social que la sustenta, siempre gana, al menos en el estado español. Y lo hace aunque, como en el caso del PP en Galicia o CiU en Cataluña, hayan aplicado recortes, despidos, quita de derechos y se le haya incluso respondido con movilizaciones indignadas de diversa índole.
En el análisis que se haga a posteriori, habrá que valorar y mucho los cientos de miles de votos de Bildu, o matizar sin descanso sobre lo que obtenga el BNG, IU, ERC o la CUP, pero lo cierto es que esas tres comunidades –como las del resto del Estado- seguirán como siempre: con gobiernos reaccionarios. Vale decir que los sueños de la izquierda no caben en las urnas burguesas, o que para votar a la fotocopia derechona del PSOE la gente vota al original, o que mientras no se articule desde abajo un Frente de Izquierdas anticapitalista lo mejor es no acudir a las urnas, o incluso aquello de que la izquierda no gana elecciones sino que hace revoluciones, pero la realidad no deja de enseñarnos el mucho camino que queda por andar. Que en plena crisis, que en pleno abismo social, la derecha no sólo salga vivita y coleando sino sonriendo de estas tres batallas electorales, debe servir para poner el ánimo y la generosidad sobre la mesa y la capacidad de ilusionarnos con el camino a transitar para que esto no vuelva a ocurrir.
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