ATALAYA COMUNISTA EN JEREZ DE LA FRONTERA.
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Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía.
Habla el
presidente de la República desde el Palacio de La Moneda. Informaciones
confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado
Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo que significa un
levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente
constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad
del ciudadano.
En estas
circunstancias, llamo a todos los trabajadores. Que ocupen sus puestos
de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y
serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún
movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe de
la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal.
En todo
caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí
defendiendo al Gobierno que represento por voluntad del pueblo. Lo que
deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes
y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver la
respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la Patria, que
han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la
voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a
Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En
estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán
cumplir con su obligación. De todas maneras, el pueblo y los
trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente,
pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y
las instrucciones que les dé el compañero presidente de la
República.
8:15 A.M.
Trabajadores de Chile:
Les habla
el presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos
instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en
la Provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas del Ejército se
dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista. Deben esperar
la instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la seguridad de
que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el
Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la
voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4
de Noviembre de 1976. Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo
a la espera de mis informaciones. Las fuerzas leales respetando el
juramento hecho a las autoridades, junto a los trabajadores
organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza a la Patria.
8:45 A.M.
Compañeros que me escuchan:
La
situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que
participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga
quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las
digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol
ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social
que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan
aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad
mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás.
Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La
Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta
revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el mandato que el
pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a
balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa
del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el
camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras,
mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para
las masas de que esta gente no se detiene ante nada. Yo tenía
contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El
proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá
demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse.
Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de
trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su
sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi
propia vida.
9:03 A.M. Radio Magallanes
En estos
momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que
sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este
país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo
haré por mandato del pueblo y por mandato conciente de un Presidente que
tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones
libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del
pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que
tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el
crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y
difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo,
será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una
vida mejor.
Pagaré
con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria.
Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos,
faltando a su palabra… rota la doctrina de las Fuerzas Armadas.
El pueblo
debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe
dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe
defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.
9:10 A.M.
Seguramente
ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La
Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio
Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean
ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que
hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el
almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más
el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su
fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado
Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a
los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito
histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que
tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia
digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada
definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se
detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La
historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores
de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la
confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de
grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría
la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo,
el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la
lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción,
creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la
que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya,
víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas
esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo
sus granjerías y sus privilegios.
Me
dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la
campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la
madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los
profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron
trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios
profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de
una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo
a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su
espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al
campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en
nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los
atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas,
destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de
quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La
historia los juzgará.
Seguramente
Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no
llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto
a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue
leal con la Patria.
El pueblo
debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse
arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores
de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres
este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se
abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para
construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son
mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será
en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral
que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
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