LA ETERNA PRIMAVERA EGIPCIA O EL INVENTO OCCIDENTAL QUE SALIÓ MAL.
Toda
la estrategia occidental para manipular las rebeliones árabes,
llamándolas eufemísticacamente “primaveras”, en alusión a las protestas
anticomunistas de Praga, parece haber hecho aguas en la tierra de los
faraones.
Tras el derrocamiento, proceso y condena de Mubarak (hasta entonces
íntimo aliado de EE.UU. e Israel en la zona), se montó el tinglado de
unas elecciones apresuradas que aprovechó el movimiento de la Hermandad
Musulmana para diseminar a sus santones por el país.
A un año de la elección de Morsi, en unos comicios repletos de
irregularidades, violencia, presiones, detenciones y asesinatos, el
pueblo egipcio ha regresado a sus calles y plazas para clamar alto y
claro que “la primavera” que tanto jalearon ninis, izquierdistas
otanistas, trotskos, neoliberales y presidentes corruptos, huele a
flores podridas.
Desde principios de 2011 no se veían manifestaciones tan
multitudinarias, coreando y exigiendo que “el pueblo quiere la caída del
régimen”, bendecido por la Unión Europea y su socio de la Casa Blanca.
“El ejército ha estimado en varios millones el número de manifestantes anti-Morsi que salieron a las calles“, dijo una fuente militar. Se trata de “la mayor manifestación en la historia de Egipto”.
Durante los enfrentamientos, una persona murió en Beni Suef y otros
tres en la provincia de Assiut, al sur de El Cairo, durante los
enfrentamientos que también dejaron decenas de heridos en las
proximidades de la sede de la Hermandad musulmana local, que fue atacada
con morteros, bombas caseras y disparos de armas cortas.
En Tahrir, el lugar simbólico de la revuelta contra Hosni Mubarak,
la multitud acudió blandiendo tarjetas rojas contra el presidente.
Los manifestantes también se reunieron sin incidentes cerca del
palacio presidencial en el barrio de Heliópolis, y otros lugares de la
capital. Las manifestaciones se extendieron a Alejandría (norte), la
segunda ciudad más grande de Menouf y Mahalla en el Delta del Nilo, así
como Port Said y en Zagazig, la ciudad natal de Mohamed Morsi, al
noreste de el Cairo.
El verano árabe ha llegado para quedarse en Egipto.
OTRA HUMANIDAD ES NECESARIA
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