LA BESTIALIZACIÓN DEL HOMBRE
04.01.2013

La desvalorización del mundo humano
crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas,
decía Marx. Unos párrafos más allá nos dice que el trabajador solo se
siente libre en sus funciones animales, comiendo, bebiendo,
engendrando, y sobre todo en lo que se refiere a la habitación y el
atavío. En cambio en sus funciones humanas se siente como un animal. El trabajo, una de las esencias del hombre, justo lo que nos
diferenció del mono, al ser explotado se convierte en una prisión
de la que todos quieren huir. Con el paso de los años ese refugio
animal del que nos hablaba Marx también se convirtió en una cárcel, en
un fabuloso mercado que proporciona grandes beneficios a sus señorías
los burgueses. Ese mundo animal controlado por los explotadores es
con toda claridad un arma de dominación de masas muy potente.
Hace tiempo, en una de esas
entrevistas callejeras, preguntaban a personas jóvenes qué entendían
por izquierda política. Una buena parte de ellos respondió con la
fórmula sexo, drogas y rock and roll. La derecha en cambio es
entendida como misas, familia y peinados con raya a un lado. Juerga
frente a orden. Pero como ya aclaramos, hoy, esa juerga, es
precisamente el orden establecido. Lo que no se quiere entender es que
los conservadores de hoy son los juerguistas, el actor porno Nacho
Vidal, el homosexual que presenta Sálvame, Alaska y el borracho de su
marido, las series de televisión que nos animan a convertirnos en putas y
narcotraficantes, todo eso es régimen establecido, no hay ni una
pizca de subversión en ello, al contrario, quienes no pueden o no
quieren acceder a esa supuesta juerga se convierten de inmediato en
inadaptados y sospechosos.
No es ninguna casualidad que en el
siglo XX tanto anarquistas como comunistas procurasen alejar a las
masas de ese mundo animal, por entonces menos sofisticado. Da lástima
escuchar a izquierdistas afirmar que el socialismo real era aburrido y
gris. Allá abrían teatros y universidades, aquí lupanares y
botellódromos. Unos querían al ser humano de vuelta, los otros
pretenden que nos sintamos orgullosos de ser animales, que nos
refocilemos contentos en el barro de esta cochiquera burguesa, que el
fin último de nuestras vidas sea balar y gemir a cuatro patas, como
las bestias.
El trabajador ya no se siente libre
en ninguno de los mundos, de ahí que proliferen como setas las
propuestas políticas de retiro. No se trata de pensar el mundo, ni
mucho menos de transformarlo, se trata de salir de él. Y para eso
sirve tanto una aldea de montaña como saltar por la ventana. La
izquierda hoy es en su mayoría reaccionaria, y la reacción siempre nos
lleva a la estupidez o a la muerte. Por suerte, a mi modo ver, lo
humano pugna por salir, incluso cuando todo está en contra. Si no
estamos dispuestos a ser reducidos al nivel de las bestias no tenemos
más remedio que comportarnos como hombres, pues si te comportas como
una bestia terminas pensando como una bestia. Si el capitalismo es una
cuadra, el comunismo es el hogar del hombre, y los comunistas, por
tanto, son los encargados de construirlo organizando y dirigiendo a las
masas. No existe tarea más noble, por dura y difícil que sea. Ni hay
otra forma de acabar con la bestialización del hombre.
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